Friday, November 17, 2023

Carta de AGAMME al Presidente del Gobierno y al Parlamento Europeo instando a adoptar medidas para detener el genocidio del pueblo de Palestina







Carta de AGAMME al Presidente del Gobierno y al Parlamento Europeo instando a adoptar medidas para detener el genocidio del pueblo de Palestina

DERECHO INTERNACIONAL HUMANITARIO:
IV. Convenio de Ginebra relativo a la protección debida a las personas civiles en tiempo de guerra, 1949.
Artículo 18 - III. Protección de los hospitales
En ninguna circunstancia, podrán ser objeto de ataques los hospitales civiles organizados para prestar asistencia a los heridos, a los enfermos, a los inválidos y a las parturientas; deberán ser siempre respetados y protegidos por las Partes en conflicto. (...)
Artículo 23 - Envíos de medicamentos, víveres y ropa
Cada una de las Altas Partes Contratantes permitirá (...) el libre paso de todo envío de víveres indispensables, de ropa y de tónicos reservados para los niños de menos de quince años y para las mujeres encintas o parturientas.
Artículo 50 - Niños
Con la colaboración de las autoridades nacionales y locales, la Potencia ocupante facilitará el buen funcionamiento de los establecimientos dedicados a la asistencia y a la educación de los niños. (...)
La Potencia ocupante no deberá entorpecer la aplicación de las medidas preferenciales que hayan podido ser adoptadas antes de la ocupación en favor de los niños menores de quince años, de las mujeres encintas y de las madres de niños menores de siete años, por lo que respecta a la nutrición, a la asistencia médica y a la protección contra los efectos de la guerra.
Artículo 89 - Alimentación
La ración alimentaria diaria de los internados será suficiente en cantidad, calidad y variedad para mantenerlos en buen estado de salud y para impedir trastornos por carencia de nutrición; (...)
Se les proporcionará suficiente agua potable. (...) 
Las mujeres encintas y lactantes, así como los niños menores de quince años recibirán suplementos de alimentación proporcionados a sus necesidades fisiológicas.

Protocolo I adicional a los Convenios de Ginebra de 1949 relativo a la protección de las víctimas de los conflictos armados internacionales, 1977.
Artículo 8 - Terminología  
Para los efectos del presente Protocolo:
a) se entiende por heridos y enfermos (...) las parturientas,  los recién nacidos y  otras personas que puedan estar necesitadas de asistencia o cuidados médicos inmediatos, como los inválidos y las mujeres encintas, y  que se abstengan de todo acto de hostilidad;
_______________________________________

Las entidades y particulares abajo firmantes manifestamos:

Desde el día 7 de octubre, momento en que comienzan los bombardeos en Palestina por parte del Estado de Israel, en respuesta al atentado de Hamas, no ha dejado de aumentar el número de niños y niñas víctimas de las bombas sionistas, que a día de hoy supera ya la cifra de 4600 muertos y 9000 heridos. 
La población en la Franja de Gaza era, antes del inicio de los ataques, de dos millones de habitantes y cerca de la mitad eran menores de edad. Se sabía pues desde el principio que se iba a masacrar a toda esa población infantil y adolescente. No es algo accidental sino una masacre programada, aunque que se pretenda justificar bajo la apariencia de una operación de castigo y de persecución para la eliminación de Hamas (objetivo imposible ya que los dirigentes de Hamas, como es sabido, no residen en Palestina).
A día de hoy poca es la respuesta, tanto del mundo árabe como de los países occidentales, que denigre y condene los ataques. En otros momentos de la Historia, tristes y trágicos, ocurrió como ahora que se permitió la masacre de un pueblo ante la mirada y conocimiento de la población. El análisis posterior describe estos hechos como un horror que nunca debió ser permitido. Yo no vi, yo no estaba, yo no podía creer, son excusas débiles. Si ocurrió fue porque se dejó hacer. Por miedo, por intereses, por desinterés o complicidad. 
Creemos que en este momento también se está dando la espalda a una realidad terrible que afecta a un pueblo, Palestina, que está siendo objeto de un genocidio. No queremos mirar a otro lado. No más dolor, no más hambre, no más muerte.
- Por eso denunciamos lo que consideramos un crimen de lesa humanidad, no solo crímenes de guerra, ya que lo que está sucediendo a la vista de todo el mundo es el genocidio de un pueblo, a día de hoy sin reconocimiento como estado y por lo tanto sin un ejército, debilitado y masacrado desde hace décadas. Un pueblo que vivía antes del inicio de los bombardeos una situación de asedio en el que se restringía el uso de agua, la cantidad de alimentos que podían entrar en Gaza, en el que se prohibía la exportación de productos impidiendo así el desarrollo económico de la Franja y llevando al pueblo palestino a unas cifras de desempleo del 50% de la población activa.
No es guerra, es un exterminio.
- Denunciamos también la política de apartheid que Israel impone en Cisjordania y los crímenes que se están cometiendo por parte de colonos sin que las autoridades israelíes hagan nada para evitarlo.
- Las estrategias de deshumanización del pueblo palestino dentro de Israel y en los territorios ocupados, donde son tratados como "animales humanos", consiguiendo así que la población israelí acepte los ataques y evitando cualquier respuesta en contra.
- La inacción por parte de las naciones europeas, sintiéndonos directamente implicadas  por la dejación de funciones de los gobiernos y de las instituciones europeas que desoyen las voces de los millones de personas que salen a la calle a protestar, mostrando su dolor e indignación y sumiéndolas por tanto en la mayor de las impotencias, que es ver como se asesina impunemente a una población civil inocente.
- La expulsión de territorio bajo dominio israelí de trabajadores y trabajadoras palestinas hacia Gaza donde las posibilidades de supervivencia son cada día peores.
- La masiva destrucción de infraestructuras viarias, hospitales, escuelas, viviendas, con el fin de que el pueblo palestino no tenga ningún lugar a donde regresar.
- Denunciamos con especial contundencia la guerra infanticida iniciada por Israel, que no tiene otro objetivo más que acabar con toda posibilidad de supervivencia del pueblo palestino. Israel está vulnerando el derecho internacional en materia de infancia. Alrededor del 50% de las personas fallecidas durante los bombardeos y operaciones terrestres son menores de edad. Israel ha destruido hospitales, incluidos aquellos en los que estaban operativas unidades neonatales y obstétricas. De este modo se niega asistencia médica a los niños y niñas, con trágicas consecuencias para los bebés prematuros o que necesiten cuidados en los primeros momentos de vida y con evidentes consecuencias también para as mujeres que sufren complicaciones durante el parto. Agua, alimentos, energía, medicinas, ropa son negados cada día por el estado israelí, negando así también los derechos básicos de las personas menores de edad en conflictos armados. Se trata de crímenes de guerra, según el Derecho Internacional Humanitario. 
El gobierno español y el resto de estados europeos, así como las instituciones europeas tienen capacidad de acción, tanto desde el punto de vista económico como político y diplomático como en cuanto a los deberes de asistencia humanitaria. La población exigimos que estas vías se pongan en marcha con el fin de detener el genocidio, llevar a los responsables de los crímenes de lesa humanidad y crímenes de guerra ante la justicia e iniciar la labor de reparación, en base al derecho internacional, del pueblo palestino. 
Por todo ello instamos al Gobierno de España y al Parlamento Europeo para que adopten las medidas necesarias con el fin de:
- Suspender relaciones diplomáticas con el Estado de Israel.
- Suspender los intercambios comerciales con Israel.
- Suspender los proyectos de investigación universitaria en colaboración con universidades sionistas.
- El reconocimiento institucional del genocidio cometido por Israel contra el pueblo palestino.
- Instar a la Corte Penal Internacional a investigar los crímenes cometidos contra el pueblo de Palestina por parte del Estado de Israel.




TEXTO EN GALEGO:
As entidades e particulares abaixo asinantes manifestamos:
Dende o día 7 de outubro, momento en que comezan os bombardeos en Palestina por parte do Estado de Israel, en resposta ao atentado de Hamas, non deixou de aumentar o número de crianzas vítimas das bombas sionistas, que a día de hoxe supera xa a cifra de 4600 mortos e 9000 feridos. 
A poboación na Franxa de Gaza era, antes do inicio dos ataques, de dous millóns de habitantes e preto da metade eran menores de idade. Sabíase pois dende o comezo que se ía masacrar a toda esa poboación infantil e adolescente. Non é algo accidental senón unha masacre programada, aínda que se lle pretenda xustificar baixo a aparencia dunha operación de castigo e de persecución para a eliminación de Hamas (obxectivo imposible xa que os dirixentes de Hamas, como é sabido, non residen en Palestina).
A día de hoxe pouca é a resposta, tanto do mundo árabe como dos países occidentais, que denigre e condene estes feitos. Noutros momentos da Historia, tristes e tráxicos, ocorreu como agora que se permitiu a masacre dun pobo ante a mirada e coñecemento da poboación. A análise posterior describe estes feitos como un horror que nunca debeu ser permitido. Eu non vin, eu non estaba, eu non podía crer, son escusas febles. Se ocorreu foi porque se deixou facer. Por medo, por intereses, por desinterese ou complicidade. 
Cremos que neste momento tamén se está dando as costas a unha realidade terrible que afecta a un pobo, Palestina, que está sendo obxecto dun xenocidio. Non queremos mirar cara outro lado. Non máis dor, non máis fame, non máis morte.
- Por iso denunciamos o que consideramos un crime de lesa humanidade, non só crimes de guerra, xa que o que está ocorrendo á vista de todo o mundo é o xenocidio dun pobo, a día de hoxe sen recoñecemento como estado e polo tanto sen un exército, debilitado e masacrado dende hai décadas. Un pobo que vivía antes do inicio dos bombardeos unha situación de asedio no que se restrinxía o uso da auga, a cantidade de alimentos que podían entrar en Gaza, no que se prohibía a exportación de produtos impedindo así o desenvolvemento económico da Franxa e levando ao pobo palestino a unhas cifras de desemprego do 50% da poboación activa.
Non é guerra, é un exterminio.
- Denunciamos tamén a política de apartheid que Israel impón en Cisxordania e os crimes que se están a cometer por parte de colonos sen que as autoridades israelís fagan nada para evitalo.
- As estratexias de deshumanización do pobo palestino dentro de Israel e nos territorios ocupados, onde son tratados como "animais humanos", conseguindo así que a poboación israelí acepte os ataques e evitando calquera resposta en contra.
- A inacción por parte das nacións europeas, sentíndonos directamente implicadas  pola deixación de funcións dos gobernos e das institucións europeas que desoen as voces dos millóns de persoas que saen ás rúas a protestar, amosando a súa dor e indignación e sumíndoas por tanto na maior das impotencias, que é ver como se asasina impunemente a unha poboación civil inocente.
- A expulsión de territorio baixo dominio israelí de traballadores e traballadoras palestinas cara a Gaza onde as posibilidades de supervivencia son cada día peores.
- A masiva destrución de infraestruturas viarias, hospitais, escolas, vivendas, coa fin de que o pobo palestino non teña ningún lugar a onde regresar.
- Denunciamos con especial contundencia a guerra infanticida iniciada por Israel, que non ten outro obxectivo máis que acabar con toda posibilidade de supervivencia do pobo palestino. Israel está a conculcar o dereito internacional en materia de infancia. Arredor do 50% das persoas falecidas durante os bombardeos e operacións terrestres son menores de idade. Israel destruíu hospitais, incluídos aqueles nos que estaban operativas unidades neonatais e obstétricas. Deste xeito négase asistencia médica ás crianzas, con tráxicas consecuencias para os bebés prematuros ou que precisen coidados nos primeiros momentos de vida e con evidentes consecuencias tamén para as mulleres que teñan complicacións durante o parto. Auga, alimentos, enerxía , menciñas, roupa son negados cada día polo estado israelí, negando así tamén os dereitos básicos das persoas menores de idade en conflitos armados. Trátase de crimes de guerra, segundo o Dereito Internacional Humanitario. 
O goberno español e o resto de estados europeos, así como as institucións europeas teñen capacidade de acción, tanto dende o punto de vista económico como político e diplomático como en canto aos deberes de asistencia humanitaria. A poboación esiximos que estas vías se poñan en marcha coa fin de deter o xenocidio, levar aos responsables dos crimes de lesa humanidade e crimes de guerra ante a xustiza e iniciar o labor de reparación, en base ao dereito internacional, do pobo palestino. 
Por todo isto instamos ao Goberno de España e ao Parlamento Europeo a adoptar as medidas necesarias coa fin de:
- Suspender relacións diplomáticas co estado de Israel.
- Suspender os intercambios comerciais con Israel.
- Suspender os proxectos de investigación universitaria en colaboración con universidades sionistas.
- O recoñecemento institucional do xenocidio cometido por Israel contra o pobo palestino.
- Instar á Corte Penal Internacional a investigar os crimes cometidos contra o pobo de Palestina por parte do estado de Israel.

 

Wednesday, October 25, 2023

El grito de Palestina: venid y contad, por Luz Modroño* |

El grito de Palestina: venid y contad, por Luz Modroño* | Federación de Republicanos (RPS)


oto


La voz, la palabra, el grito de un pueblo pidiendo ayuda y socorro resonaba en las calles y las casas del pueblo palestino mucho antes de que el pasado 10 de octubre Hamás realizara un ataque que terminaba con la vida de cientos de personas. Muchas preguntas quedarán en el aire en forma de sospechosas  dudas acerca de si hubiera podido evitarse y por qué el servicio de inteligencia israelita, el más poderoso del mundo, no lo detectó a tiempo. Hoy quizás ya no importe siquiera responder.

Las consecuencias para Netanyahu han sido como si le tocara el premio gordo de una lotería. Por un lado, le ha dado la excusa perfecta para borrar del mapa y de una vez por todas al pueblo palestino. Por otra, los turbios asuntos que le  rodeaban han quedado desfigurados y envueltos en una nebulosa. Y, por último, ha conseguido que el mundo se estremezca y muestre sus condolencias ante un atentado terrorista que se ha cobrado casi mil vidas israelitas aunque asiste con estupor al exterminio entero de un pueblo.

Frente al ataque de Hamás, la respuesta de Netanyahu es la confirmación de un genocidio que ha ido perpetrándose desde 1948, cuando sobre territorio palestino se fundaba el poderoso Estado de Israel. La venganza, el ojo por ojo absolutamente desproporcionado, ha sido la respuesta que ha caído y sigue cayendo sobre una población indefensa, asediada y martirizada.

Hace varias décadas que la Comunidad Internacional dejó de ser una voz con fuerza para denunciar y ejercer presión que parara las aberraciones e injusticias que las instituciones políticas o gobiernos cometían. Tras la denuncia venía la movilización y como una hermosa corriente de solidaridad, como una sola voz hermanando al ser humano, se conseguía levantar una barrera que paraba o, al menos dificultaba, el camino de la barbarie. Una se pregunta a esta altura de la película qué fue de aquella Comunidad Internacional que, liderada por la ONU, erigía su voz contra la injusticia. Y se pregunta hasta qué punto ese silencio no tiene también alguna responsabilidad en lo que está ocurriendo.

Desde la creación del Estado sionista de Israel, un pueblo agoniza sin apenas defensa. Casi setenta y cinco años en los que el sufrimiento, la limpieza étnica, la expulsión de sus casas, tiradas abajo sin posibilidad de reconstrucción para presionar el abandono y la consiguiente usurpación, el encarcelamiento de niños menores de edad sometidos a duras penas de prisión por haber tirado una piedra contra un israelita, el robo de sus tierras, el asesinato impune son el día a día en el que vive una población obligada al exilio, el hambre o la muerte. Sistemáticamente, la respuesta del poderoso Estado de Israel contra cualquier ataque infringido por los palestinos es respondida con una violencia desmedida.

Hace unos años estuve en Palestina, un país que no existe para los israelitas y al que no puedes afirmar que vas so pena de una inmediata devolución al tuyo. De primera mano pude comprobar el acoso, la persecución, la marginación, la ausencia de derechos humanos, incluidos los sanitarios, bajo los que viven miles de palestinas diariamente. La resistencia que, con escasos medios, y por ética y dignidad, presenta un pueblo perseguido.

Más allá de las razones históricas que pueden subsistir en el conflicto se imponen las humanitarias. Israel lleva casi 75 años sometiendo a la población palestina a una estrategia de exterminio y ocupación de su territorio. El inmenso desequilibrio de fuerzas existentes entre el Estado de Israel y el pueblo palestino obliga a pararnos un momento a reflexionar. El Estado israelí, desde su creación, ha violado con impunidad todas y cada una de las resoluciones dictadas por la ONU. Desde la política de apartheid a la construcción de un muro que vuelta tras vuelta aisla a grupos de población a los que deja incomunicadas durante días, a las cámaras de vigilancia, asentamientos ilegales, bloqueo a Gaza y consiguiente prohibición de llevar ayuda humanitaria, la política anexionista, la ocupación ilegal de las tierras palestinas y la consiguiente colonización… Ante esta realidad una se pregunta quiénes son los terroristas. En aquel viaje, al preguntar qué y cómo podíamos ayudar la respuesta era siempre la misma: “venid a ver lo que pasa y contadlo. Nos están matando”.

No avalar y condenar el atentado de Hamás no impide el reconocimiento del enorme desequilibrio existente. Mientras se consolidaba una política genocida y de exterminio sistemático iniciada tras la creación del Estado de Israel, en Palestina surgían grupos de resistencia que fueron una respuesta violenta frente a la violencia, que abogarían por la lucha armada y los ataques indiscriminados. Mientras, el diálogo se perdía en un horizonte cada vez más lejano.

Sin duda, la solución no pasa nunca por el enfrentamiento armado, pero convendría no olvidar que existe otro terrorismo, incomparablemente más cruel si cabe porque parte de una posición de dominio y poder: el terrorismo de Estado. Un terrorismo nunca reconocido como tal y, por consiguiente, avalado por las grandes potencias occidentales, empezando por EEUU y terminando por las naciones demócratas europeas. Un Estado que tuvo en sus manos poner fin a la violencia y la guerra si hubiera abogado por la Paz, el entendimiento y la convivencia, pero, lejos de ello, su objetivo de expropiación y expulsión del pueblo palestino con el que estaba obligado a entenderse se ha mantenido fijo a lo largo de tres cuartos de siglo.

Basta comparar el mapa de Palestina e Israel en 1948 con el actual para comprobar la tenacidad con que el Estado de Israel ha conseguido a fuerza de violencia y amenazas sus objetivos.

Hoy, mientras Netanyahu contempla impertérrito el bombardeo que, cual lluvia, cae sobre Gaza y osa, amparado en el discurso de impunidad emanado desde occidente, amenazar abiertamente a familias, niños, mujeres, hombres, la Comunidad Internacional, que estaba mirando hacia otro lado mientras Israel actuaba abiertamente contra el Derecho Internacional, asiste atónita a una guerra que puede ser la definitiva para el pueblo palestino y que, no obstante, también costará la vida de miles de israelitas. Porque conviene destacar que el pueblo israelita es también víctima de la política homicida de unos gobernantes movidos por la soberbia y la venganza.

El atentado de Hamás se convierte en la excusa perfecta para un ejército que parece estar dispuesto a acabar de una vez por todas con esos dos millones de personas que aún perviven en la franja de Gaza. Un bloqueo brutal contra una población inocente. Un genocidio largamente anunciado y una guerra que, como todas, deparará un ingente sufrimiento a ambos pueblos.

Mientras, el poder de la televisión estremece hoy a esa Comunidad Internacional que dejó de mirar y escuchar el grito de socorro de un pueblo que agonizaba y hoy siente si inminente masacre.

*Luz Modroño es doctora en psicóloga y profesora de Historia en Secundaria.

Saturday, October 14, 2023

Santiago Marcos, poeta topo

Tras la sublevación militar de 1936, el maestro republicano Santiago Marcos, huyendo de la represión fascista, logró esconderse en una bodega familiar de la Castilla rural, donde permaneció oculto veintidós años, tras los cuales fue finalmente detenido. Durante sus décadas subterráneas escribió más de diez mil versos, a menudo sobre la guerra civil y la segunda guerra mundial, por lo que su obra y su vida son las de un simbólico topo que no dejó de resistirse al fascismo con su palabra, todavía hoy desconocida en la desmemoriada España democrática. Rehabilitar su figura y dar a conocer su producción marcada por la urgencia de la supervivencia y del testimonio directo es una tarea tan justa como, precisamente, urgente para el autor de este libro, Claudio Rodríguez Fer, hijo de un íntimo amigo desde la infancia del poeta topo y de sus hermanos, quienes sacrificaron sus vidas para protegerlo del fascismo.

¿Qué dice la prensa?

"Claudio Rodríguez Fer acoge y proyecta en su palabra la memoria perdurable de la poesía y la lucha antifascista"

Quimera Revista de Literatura, octubre 2023

"Además de ofrecernos este tributo personal a un viejo amigo, que nos acerca a su vida y su obra, Rodríguez Fer recupera a lo largo de todo el libro muchas otras historias de aquella época, semejantes a la de Santiago Marcos, relatos de silencio y soledad impuestas como alternativa desesperada. Esto es también de agradecer, porque vivimos en este país un respeto demasiado frágil y descuidado por los que padecieron por el terrible delito de intentar mejorar este mundo. Pocas cosas hay más nobles que preservar su memoria."

Jesús Aller, Rebelión 5/7/23

"Hombre topo durante un cuarto de siglo y superviviente –por chiripa- de la cruel matanza inspirada, desencadenada y mantenida contra el pueblo español por ‘el hombre elegido por Dios para regir los destinos de nuestra patria’."

El Faro de Vigo, 01/07/23

"Santiago Marcos, el topo desconocido que escribió con ilusión sobre la bravura de Asturias"

La Nueva España 14/07/23



https://tienda.elviejotopo.com/biografia/3692-santiago-marcos-poeta-topo-contra-el-fascismo.html

Wednesday, October 11, 2023

CANCIÓN ÚLTIMA, de Miguel Hernandez

En un día como hoy, en el que nos jugamos tanto como pueblo, quiero compartir estos versos imprescindibles.

" Pintada, no vacía,
pintada está mi casa
del color de las grandes
pasiones y desgracias.

Regresará del llanto
adonde fue llevada
con su desierta mesa
con su ruinosa cama.

Florecerán los besos
sobre las almohadas.

Y en torno de los cuerpos
elevará la sábana
su intensa enredadera
nocturna, perfumada.

El odio se amortigua
detrás de la ventana.

Será la garra suave.

Dejadme la esperanza".

MIGUEL HERNÁNDEZ, 
" Canción última", de su poemario  " El hombre acecha", 1937-1938, en su
" Obra poética completa", Alianza Editorial.

Wednesday, June 07, 2023

carta de Bakunin a su hermano Pablo

Carta de Bakunin a su hermano Pablo .
París, 29 de marzo de 1845
...soy el mismo, como antes, enemigo declarado de la realidad existente, sólo con esta diferencia, que he cesado de ser teórico, que he vencido, en fin, en mí la metafísica y la
filosofía, y que me he arrojado enteramente, con toda mi alma, en el mundo práctico, el
mundo del hecho real. Créeme, amigo, la vida es bella; ahora tengo pleno derecho a
decir eso, porque he cesado hace mucho de mirarla a través de las construcciones
teóricas y a no conocerla más que en la fantasía, porque he experimentado
efectivamente muchas de sus amarguras, he sufrido mucho y he caído a menudo en la
desesperación.
Yo amo, Pablo, amo apasionadamente: no sé si puedo ser amado como yo quisiera
serlo, pero no desespero, -sé al menos que se tiene mucha simpatía hacia mí-; debo y
quiero merecer el amor de aquella a quien amo, amándola religiosamente, es decir,
activamente -está sometida a la más terrible y a la más infame esclavitud- y debo
liberarla combatiendo a sus opresores y encendiendo en su corazón el sentimiento de su
propia dignidad, suscitando en ella el amor y la necesidad de la libertad, los instintos de
la rebeldía y de la independencia, recordándola a sí misma, al sentimiento de su fuerza y de sus derechos.
Amar es querer la libertad, la completa independencia del otro; -el primer acto del
verdadero amor es la emancipación completa del objeto que se ama-; no se puede amar verdaderamente más que a un ser perfectamente libre, independiente, no sólo de todos los demás, sino aún y sobre todo de aquel de quien se es amado y a quien se ama.
He ahí mi profesión de fe política, social y religiosa, -he ahí el sentido íntimo, no sólo
de mis actos y de mis tendencias políticas, sino también, en tanto que puedo, el de mi
existencia particular e individual- porque el tiempo en que podrían ser separados esos
dos géneros de acción está muy lejos de nosotros; ahora el hombre quiere la libertad en todas las acepciones y en todas las aplicaciones de esa palabra, o bien no la quiere de ningún modo. Querer, al amar, la dependencia de aquel a quien se ama, es amar una cosa y no un ser humano, porque no se distingue el ser humano de la cosa más que por la libertad; y si el amor implicase también la dependencia, sería la cosa más peligrosa y la más infame del mundo, porque sería entonces una fuente inagotable de esclavitud y de embrutecimiento para la humanidad.
Todo lo que emancipa a los hombres, todo lo que, al hacerlos volver a sí mismos,
suscita en ellos el principio de su vida propia, de su actividad original y realmente
independiente, todo lo que les da la fuerza para ser ellos mismos es verdad; todo el resto es falso, liberticiada, absurdo. Emancipar al hombre, he ahí la única influencia legítima y bienechora. Abajo todos los dogmas religiosos y filosóficos -no son más que mentiras-; la verdad no es una tontería, sino un hecho, la vida misma es la comunidad de hombres libres e independientes, es la santa unidad del amor que brota de las profundidades misteriosas e infinitas de la libertad individual...”

Tuesday, March 28, 2023

LA CLASE OBRERA FRANCESA ENTIERRA A SUS SEPULTUREROS

https://kaosenlared.net/la-clase-obrera-francesa-entierra-a-sus-sepultureros-el-genio-salio-de-la-botella/

Su poderosa lucha está barriendo como un vendaval furioso todos los ríos de tinta vertidos desde los plumíferos del poder de toda laya o de quienes se instalan en la derrota, proclamando la desaparición de la clase obrera, la ruptura generacional o de género, las diferencias insalvables entre la clase obrera autóctona e inmigrante o la imposibilidad de luchar contra la todo poderosa represión del Estado en los países centrales del imperialismo.
La clase obrera francesa, ocupando el centro neurálgico de la lucha y demostrando su capacidad de incorporar a otros sectores populares, ha prendido una importantísima mecha en el polvorín de un capitalismo agónico que no ofrece a la inmensa mayoría, y sobre todo a la juventud, más que miseria, guerra y barbarie.
La clase obrera de los pueblos de Europa tiene ya un camino abierto y un precioso ejemplo a seguir que debemos difundir como un tesoro. Es preciso que lo que con tanto ahínco ocultan o tergiversan los medios de comunicación, sea desvelado, discutido y analizado en asambleas en los centros de trabajo, en los sindicatos, en los barrios obreros, en la universidad… Es necesario comparar lo que pasa en Francia, con lo que ha sucedido y sucede aquí: con todas las reformas laborales y las de las pensiones, con los recortes y privatizaciones de los servicios públicos, con la carestía de la vida, con los gastos militares impuestos por la OTAN, con los planes de destrucción masiva de puestos de trabajo…Y sobre todo, preguntarnos por qué la reacción aquí ha sido tan débil o prácticamente inexistente, y qué relación tiene con la pérdida de la independencia de clase.
El tiempo apremia y no debemos desaprovechar este ejemplo luminoso. Debemos sacudirnos la impotencia y el sentimiento de derrota y reforzar la organización obrera desde la base. No pasará mucho tiempo sin que se intenten aquí nuevos ataques. Y no es muy exagerado decir que en la fuerza con la que respondamos nos va la vida.
Ciento cincuenta y dos años después, el rescoldo de la Comuna de París sigue latiendo. Marx terminaba así su palpitante homenaje y su lapidaria condena a los agoreros del fin de la historia, en “La guerra civil en Francia”:
El París de los obreros, con su Comuna, será eternamente ensalzado como heraldo glorioso de una nueva sociedad. Sus mártires tienen su santuario en el gran corazón de la clase obrera. Y a sus exterminadores la historia los ha clavado ya en una picota eterna, de la que no lograrán redimirlos todas las preces de su clerigalla.
28 de marzo de 2023.


https://kaosenlared.net/la-clase-obrera-francesa-entierra-a-sus-sepultureros-el-genio-salio-de-la-botella/

Sunday, March 05, 2023

« Una apuesta arriesgada » - por Benoît Bréville,

« Una apuesta arriesgada » - Le Monde diplomatique en español

Una apuesta arriesgada

Editorial, por Benoît Bréville, marzo de 2023

Los envíos debían limitarse a “material defensivo”. Para evitar una escalada, para impedir un “enfrentamiento directo entre la OTAN y Rusia”, sinónimo, según el presidente Joseph Biden, de “tercera guerra mundial”. Un año después de la invasión rusa de Ucrania, los equipos de protección suministrados por el bando occidental se han transformado en helicópteros Mi-17, cañones Howitzer, drones kamikazes, lanzamisiles de largo alcance y tanques Abrams y Leopard. Los límites establecidos un día se traspasan al siguiente, y cuando el pasado 31 de enero Biden aseguró que su país no suministraría los aviones de combate reclamados por Kiev, es fácil adivinar la continuación. De hecho, en los círculos militares ya se comparan las virtudes del Gripen sueco con las del F-16 estadounidense.

Ya que nada parece poder detener esa escalada armamentística que ahora ocupa el lugar de las negociaciones. “Inclinar la balanza del campo de batalla a favor de Ucrania” se ha convertido, según Washington, en “la mejor manera de acelerar la perspectiva de una verdadera diplomacia” (1). A base de declaraciones marciales (“apoyaremos al pueblo ucraniano el tiempo que haga falta”, “Ucrania vencerá”…), Biden ha comprometido el prestigio de su país: tras la debacle afgana, todo retroceso parecería un signo de debilidad –y para la Unión Europea, que también se ha involucrado mucho, una humillación estratégica–. Por su parte, Vladímir Putin está movilizando las fuerzas necesarias para lograr sus fines, en un conflicto que percibe como un desafío vital en el que está en juego el destino nacional. La idea de que una Rusia acorralada no empleará armas más destructivas, sino que aceptará su derrota, es una apuesta arriesgada.

Es probable que pronto se plantee la cuestión del despliegue de tropas occidentales. Por el momento, Washington se niega. Pero ¿acaso el presidente Lyndon Johnson no declaraba en octubre de 1964: “No voy a mandar a muchachos estadounidenses a 9000 o 10.000 millas de casa para que hagan lo que deberían hacer por sí mismos muchachos asiáticos” (2)? Cambió de opinión unos meses después. Tres millones de “muchachos estadounidenses” aterrizaron en Vietnam a partir de 1965. 58.300 nunca regresaron.

Una victoria imposible, un estancamiento previsible, una obstinación en el error por el simple motivo de no quedar en evidencia: este destino no les aguarda solo a los rusos. Estados Unidos ha demostrado en Irak y Afganistán su incapacidad para sacar conclusiones de su participación en Vietnam. Por ello, el exviceministro de Defensa Nguyen Chi Vinh le tiende el espejo de la historia a Kiev: “Deberíamos decirles a nuestros amigos ucranianos que no es prudente dejar que su país se convierta en escenario de los juegos de poder, que recurra a la fuerza militar para enfrentarse a su inmenso vecino y que tome partido en una rivalidad entre grandes potencias” (3). Respaldada por la OTAN y equipada con rutilante material, Kiev se fija ahora objetivos de guerra desproporcionados, como la reconquista de Crimea. Al alentar esa intransigencia, los occidentales posibilitan que el conflicto dure, se extienda y empeore.

Friday, January 27, 2023

El camuflaje del imperialismo occidental

El camuflaje del imperialismo occidental

El camuflaje del imperialismo occidental

Las grandes potencias suelen revestir sus ambiciones estratégicas con consideraciones virtuosas de alcance universal: los derechos de los pueblos, la defensa de la libertad, la civilización. En los últimos tiempos, es común recurrir a los valores de la izquierda para servir los objetivos estratégicos de Occidente.

por Christopher Mott, enero de 2023

Christopher Mott: Investigador asociado del Institute for Peace and Diplomacy (Instituto para la Paz y la Diplomacia); anteriormente investigador y funcionario del Departamento de Estado. Una versión más extensa de este artículo se publicó bajo el título “Woke imperialism: The coming confluence between social justice and neoconservatism” en junio de 2022, https://peacediplomacy.org.

publicado por Le Monde Diplomatique en español.
 

Perseguir el terrorismo, promover la democracia, proteger a los pueblos…: a Estados Unidos no le falta imaginación a la hora de justificar sus intervenciones militares y sus injerencias en el extranjero, desplegando un nuevo argumentario en cuanto el anterior ha caído en descrédito. Desde hace unos años, Washington ha privilegiado un nuevo registro, el de la justicia social, reciclando luchas sociales en boga en Occidente para legitimar sus intervenciones. Así, los dignatarios del Pentágono y del Departamento de Estado, las cabezas pensantes de los think tanks influyentes, pero también los representantes de las ONG y los editorialistas de los grandes medios de comunicación –en resumen, todos aquellos que tienen algo que decir en materia de política exterior– hablan ahora de luchar contra la opresión de las mujeres, de defender a las minorías étnicas, de los derechos de las personas LGBTi… Al hacerse eco de los temas que mueven a los jóvenes licenciados y a ciertos círculos activistas radicales, desarrollan un nuevo objetivo estratégico, que podrán utilizar para justificar toda clase de injerencias: el “moldeado cultural” (culture forming), basado en las normas y costumbres occidentales.

A primera vista, puede parecer sorprendente que temas en boga en los círculos activistas progresistas –en círculos woke (literalmente ‘despiertos’), según la expresión habitual en los medios de comunicación– alienten y sostengan políticas intervencionistas y expansionistas, en muchos casos fuertemente armadas. Sin embargo, esta tendencia no debería sorprender. Hace mucho tiempo que Estados Unidos recurre al registro moral para enmascarar sus objetivos imperialistas. Desde el siglo XVII, el puritanismo anglosajón, con su idealismo moralista, ha concebido la historia de la humanidad en base a relatos universalistas. En su versión secularizada, dicho puritanismo se encarnó en Thomas Jefferson, el tercer presidente estadounidense (1801-1809), quien concebía Estados Unidos como un “imperio de la libertad”, que guiaba con su ejemplo a las demás naciones del mundo, sumidas en la ignorancia (1). Un siglo después, el presidente Woodrow Wilson (1913-1921) vio en la Primera Guerra Mundial, una vez su país entró en el conflicto, una oportunidad para difundir los valores políticos estadounidenses y establecer un marco de entendimiento universal en las relaciones internacionales (2). Ese intento de remodelar el orden internacional desembocó en la creación de la ­Sociedad de Naciones, en la que finalmente Estados Unidos no participó debido a la intransigencia del Senado, republicano y aislacionista, y la feroz resistencia del presidente Warren Harding (1921-1923).

En los albores del siglo XXI, la moral seguía guiando el intervencionismo estadounidense. Apenas unos meses después de los atentados terroristas del 11 de septiembre, la Administración de George W. Bush ampliaba el alcance de su misión: ya no se trataba solo de perseguir a Al-Qaeda y sus cómplices, sino de iniciar una “guerra contra el terror”. Este proyecto utópico pretendía pacificar varios puntos calientes del planeta a través de operaciones de “cambio de régimen” (regime change) y de “construcción nacional” (nation building). Inaugurado en Afganistán, se extendió a Irak y luego al conjunto de Oriente Medio. Estas expediciones ­armadas a menudo se justificaban ­explícitamente por la necesidad de promover la democracia. También presentaban, como ya había sido el caso bajo otras administraciones, una dimensión religiosa que influía en la definición de prioridades. Por ejemplo, la ayuda al desarrollo y la educación proporcionada a los países africanos en el marco de la prevención del sida estuvo durante mucho tiempo condicionada a la defensa del mero principio de abstinencia, un valor apreciado por la derecha cristiana estadounidense. En conjunto, semejantes programas se demostraron ine­ficaces, incluso contraproducentes.

En enero de 2009, la llegada de Barack Obama a la Casa Blanca puso fin al evangelismo de la era Bush y marcó el advenimiento de una perspectiva que se pretendía realista. Unos meses antes, mediante su voto, los estadounidenses habían rechazado la visión mesiánica de Bush representada por el candidato republicano ­neoconservador John McCain y decretado que los cambios de régimen no eran la respuesta adecuada a las amenazas del siglo XXI. Sin embargo, en lugar de abandonar las estrategias idea­listas del pasado, la nueva Administración se contentó con redefinir su lógica. A raíz de la Primavera Árabe de 2011, Estados Unidos y sus aliados lanzaron operaciones militares en Libia y Siria aduciendo motivos humanitarios. Esta cobertura ideológica emanaba de la “responsabilidad de proteger” (responsibility to protect o R2P), un concepto acuñado por Samantha Power, cuya presencia en la Administración de Obama marcó el fin del rea­lismo prometido por el presidente y el paso a un enfoque más clásico de la política exterior estadounidense.

La distorsión de las causas progresistas

En Libia, las consecuencias de la intervención militar fueron desastrosas. Privado de poder central, desgarrado por una guerra civil entre facciones rivales, lastrado por problemas que antes no existían, como el terrorismo o mercados de esclavos que operan en pleno día, el país es hoy el arquetipo del Estado fallido. En Siria, donde las operaciones se llevaron a cabo por delegación y no a través de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), grupos yihadistas lograron acaparar gran parte de la ayuda militar inicialmente destinada a las fuerzas opositoras consideradas “democráticas”. Una vez más, una serie de intervenciones militares extranjeras desembocaron en un Estado fallido.

Finalmente, la R2P perpetuó y exacerbó los problemas que se suponía debía resolver, alimentando una violencia sistémica (3). Sobre todo, al precipitar la quiebra de los Estados creó y agravó las condiciones que hacen necesarias nuevas intervenciones humanitarias. De ese modo, estas se convierten en una especie de casus belli perpetuo, desencadenando un círculo vicioso de crisis.

Hoy, mientras se acelera la fusión entre las élites culturales y diplomáticas, la definición de una ideología adecuada para justificar la expansión imperialista es un elemento clave de la competencia interna entre las clases intelectuales. Su objetivo es conciliar sus intereses hegemónicos con su sentimiento de superioridad moral, es decir, hacer alarde de virtud y de sensibilidad hacia las penurias soportadas por las poblaciones marginadas de los Estados que hay que rescatar, y al mismo tiempo engrasar los engranajes de la máquina de guerra.

Esta confluencia en la escena diplomática de justicia social y neoconservadurismo, de defensores de los derechos humanos y partidarios del intervencionismo militar de la OTAN, resultó patente en vísperas de las elecciones presidenciales de 2016, cuando muchos neoconservadores tradicionales comenzaron a darse cuenta de que la demócrata Hillary Clinton probablemente era la candidata más capaz de cumplir sus objetivos, frente a un Donald Trump que propugnaba una especie de aislacionismo. Tras la inesperada victoria del multimillonario neoyorkino, esos diversos acercamientos cristalizaron en una coalición que abarcaba a los dos partidos; ahora, nuevos think tanks reú­nen a exanalistas republicanos y prominentes figuras demócratas (4).

En gran medida, los medios de comunicación estadounidenses secundaron esa realineación política. De ese modo, en diciembre de 2018 el editorialista neoconservador Bill Kristol, gran propagandista de la guerra de Irak durante la era Bush, pudo recibir los elogios de la cadena MSNBC (favorable a los demócratas), que lo calificó de “woke Bill Kristol” (5). Periodistas y activistas recurren ahora al léxico de la justicia social para combatir a naciones presentadas como rivales y apuntalar la hostilidad pública hacia ellas. El North American Congress in Latin America –una organización de orientación izquierdista, pero por lo general favorable a Estados Unidos– interpretó, por ejemplo, que las protestas que sacudieron Cuba en el verano de 2021 estaban motivadas principalmente por la excesiva tolerancia del Gobierno cubano hacia el racismo (6).

El caso boliviano es aún más llamativo. Los medios occidentales a menudo se refirieron en términos elogiosos al Gobierno de extrema derecha que se formó en La Paz en noviembre de 2019 tras un golpe de Estado y con el apoyo de Estados Unidos, y describieron a su líder, ­Jeanine Áñez, como una “activista por la causa de las mujeres” (7). Antes de ser derrotado en las urnas casi un año después, el Gobierno de Áñez tuvo tiempo de tomar medidas extremadamente duras contra las minorías de origen amerindio y los fieles de religiones indígenas tradicionales. Procesada por sedición y por haber provocado la muerte de una veintena de opositores, la “activista por la causa de las mujeres” fue finalmente detenida y encarcelada…

La retórica “progresista” ha permeado aún más el discurso atlantista desde el verano de 2021, con el fin de la intervención de la OTAN bajo mando estadounidense en Afganistán. Hacía tiempo que los medios de comunicación de todo el mundo se desentendían de esa guerra iniciada en 2001. Pero con la caída de Kabul y el regreso al poder de los talibanes, las “mujeres y niñas afganas” repentinamente han vuelto a formar parte de las preocupaciones occidentales; el tema ya estuvo en la agenda mediática hace veinte años para justificar la intervención militar ante los países europeos (8). Siempre prestos a hablar de los problemas afganos a través del prisma de las cuestiones sociales y los temas de actualidad específicos de Norteamérica, los periodistas occidentales también quisieron ver en la eliminación por parte de los talibanes de un mural que representaba a George Floyd (asesinado por un policía estadounidense en Minneapolis en mayo de 2020) un símbolo del retroceso de las libertades provocado por la retirada de las tropas estadounidenses (9). La focalización en esos temas sociales permite presentar la toma del poder por parte de los talibanes como una tragedia que los occidentales deberían haber evitado en lugar de como la conclusión lógica de la guerra más larga de la historia de Estados Unidos.

La distorsión de las causas progresistas en beneficio de la hegemonía estadounidense se basa en conexiones, que datan de antiguo, entre el mundo de la investigación, los contratistas del ejército y las agencias gubernamentales. En la versión inicial de su famoso discurso sobre los peligros del complejo militar-industrial, pronunciado en enero de 1961, el presidente Dwight Eisenhower ya afirmaba que la universidad era la fuerza motriz de esa relación oligárquica (10). También reconocía, con presciencia, que las ideas en boga en los campus proporcionarían fáciles excusas para legitimar la ideología globalizadora y futuros proyectos imperiales en aras de la “liberación”. El nuevo consenso entre los investigadores y el Gobierno pretende promover una teoría política basada en una moral universal que sacrifique los particularismos y la soberanía y favorezca la homogeneización cultural del planeta mediante el empleo tanto del soft power como del hard power.

A medida que gana prestigio en los círculos políticos y diplomáticos, la retórica imperialista progresista se fusiona cada vez más con la imagen internacional de Estados Unidos y su papel como gran potencia. Los sectores ganados a una visión convencional del intervencionismo, heredada de la Guerra Fría, han entendido perfectamente la conveniencia de utilizar con fines estratégicos luchas aparentemente motivadas por la justicia social, ignorando los contextos culturales e históricos que pueden ayudar a comprender otra visión de la cuestión de las minorías: naciones que viven de acuerdo a normas que nos parecen inaceptables pueden ser fácilmente tachadas de “problemáticas” e “intolerantes”, justificando sanciones u operaciones militares.

Esto se observó, por ejemplo, en el discurso pronunciado en marzo de 2021 ante la Asamblea General de las Naciones Unidas por la representante de Estados Unidos, Linda Thomas-Greenfield (11). Al referirse en un contexto de política exterior al “Proyecto 1619” del periódico The New York Times –que insiste en la integración de las consecuencias de la esclavitud en la narrativa nacional–, Thomas-Greenfield tendía a universalizar la experiencia estadounidense y a extraer de ella una posición moralista absoluta con la que interpretar los fenómenos mundiales. Esta forma de estigmatizar a los Estados rivales en base a normas culturales definidas en Occidente también se impuso durante las acaloradas conversaciones sino-estadounidenses celebradas en Alaska en marzo de 2021, durante las que Washington y Pekín se acusaron mutuamente de hipocresía en materia de derechos ­humanos. Más tarde, en septiembre de ese mismo año, la Administración de Joseph Biden promulgó un decreto que imponía sanciones a cualquier persona implicada en las atrocidades cometidas en Tigré, una región del norte de Etiopía sumida en la guerra civil. El texto mencionaba explícitamente la naturaleza étnica de la violencia y su impacto específico sobre las mujeres para justificar la injerencia estadounidense. La lista no termina ahí: el pasado febrero, la OTAN organizó un “Debate de fondo sobre cuestiones de género y amenazas ­híbridas” (12); al mes siguiente, ­Estados Unidos decidió anular las conversaciones previstas con los talibanes sobre los bienes confiscados, aduciendo que el Gobierno de Kabul había anunciado que no reabriría las escuelas para niñas.

Si esta política continúa, probablemente terminará alumbrando un nuevo método para deslegitimar a ­determinados Estados a ojos de los pueblos occidentales, que comparten costumbres socioculturales similares. Ese viraje ideológico supone también un alineamiento con el tempo mediático, lo que puede dificultar un examen sereno de la validez estratégica de las políticas adoptadas y de sus beneficios para las poblaciones a las que se pretende asistir. Por otro lado, augura la aparición de una nueva generación de decisores políticos mejor integrada en la opinión mayoritaria, en la de los jóvenes en particular, lo que acercará a los activistas de la sociedad civil a los objetivos del Estado.

Este ha sido el caso desde el estallido de la guerra ruso-ucraniana en febrero de 2022. Algunos comentarios han enfatizado el hecho de que, si bien Ucrania realmente no puede presumir de su política hacia las minorías LGBTI, Rusia es aún peor. Ciertamente, esto significa poner el listón muy bajo, pero muestra claramente que segmentos de la prensa inclinados al intervencionismo echan mano de la cuestión LGBTI por su utilidad en términos de soft power (13). Ya existe un mercado mediático para esa clase de análisis. En mayo de 2022, The Atlantic, una publicación generalmente prointervencionista, defendía una “descolonización” de Rusia. La historia multiétnica de este Estado se comparaba con el colonialismo de la época victoriana, lo que justificaba su desmantelamiento a través de una operación de cambio de régimen (14)...

El imperialismo liberal tiene un claro interés en presentar la política exterior estadounidense como progresista y en etiquetar a las naciones hostiles como intolerantes y reaccionarias. Este uso selectivo de las causas progresistas abre la puerta de par en par a las intervenciones en una larga lista de áreas problemáticas del Sur, al tiempo que sustenta una narrativa nacional que presenta esas operaciones como beneficiosas y moralmente legítimas. Después es fácil afirmar que los rivales extranjeros que critican esas políticas están “en el lado equivocado de la historia”, que son “enemigos del progreso” y “malvados”, palabras de moda en el Pentágono y el Departamento de Estado. En los próximos años, es muy probable que Washington insista en todos esos valores en sus relaciones con Estados que busca debilitar y en las regiones donde quiere expandir su presencia militar. Al mismo tiempo, esos mismos valores serán sin duda sistemáticamente minimizados cuando se trate de naciones amigas, como Arabia Saudí, exponiendo a los estadounidenses y a sus aliados a acusaciones de hipocresía que debilitarán aún más sus pretensiones de virtud moral.

El imperialismo de la virtud pretende la sumisión cultural

Desde que al comienzo de la Guerra Fría la Central Intelligence Agency (CIA) apoyó financieramente a artistas para promover los valores liberales asociados al excepcionalismo estadounidense (15), la clase dirigente sabe utilizar a la perfección las corrientes culturales dominantes en Occidente para defender su visión de la política exterior y sus intereses de seguridad haciéndolos pasar por el “interés nacional”. En la práctica, las instituciones estatales manejan la zanahoria de las subvenciones, los ascensos y la formación profesional para favorecer la aparición de un pensamiento de grupo sistémico dentro de la burocracia, alentar el internacionalismo liberal y fabricar consenso en torno al mantenimiento de la supremacía estadounidense en el mundo. En cuanto a las redes de captación y promoción de las élites, su papel es crucial tanto para reforzar el prestigio de las instituciones como para mantener una cultura del consenso estratégica, que luego es perfeccionada y difundida por un ejército de activistas de gran visibilidad expertos en el manejo de los medios de comunicación.

Conceptualizar las políticas (incluida la política exterior) bajo el prisma de la justicia social se ha convertido en un acto reflejo para la clase titulada, que ocupa la mayor parte de los puestos de gestión intermedia en agencias gubernamentales, empresas mediáticas y compañías privadas. No obstante, al igual que los bancos de inversión o los fabricantes de armas no renuncian a sus beneficios cuando enarbolan los símbolos LGBTI o Black Lives Matter (con fines básicamente promocionales), la CIA y el Departamento de Estado pueden exhibir públicamente su compromiso con las causas progresistas más en boga sin renegar de sus ambiciones imperialistas. Y lo que es más: el proceso de profesionalización le permite al personal actual y futuro retomar por su cuenta esa exhibición virtuosa y difundirla. Para aquellos que aspiran a un trabajo o ascenso, es una de las maneras de señalar su identificación con los objetivos de esas instituciones. Pierre Bourdieu llamaba a eso el “capital cultural”, que definía como la “familiaridad con la cultura legítima de una sociedad”. Este se traduce en todo un conjunto de conocimientos, habilidades, costumbres y cualificaciones que subrayan la pertenencia a la clase dominante.

Por el contrario, aquellos que preferirían ver a Estados Unidos emprender una política exterior más realista y prudente solo pueden constatar que el nuevo ethos de justicia social cumple más o menos la función que en el pasado tuvieron la promoción de la democracia o la R2P: legitima todas las acciones militares o diplomáticas emprendidas en su nombre y al mismo tiempo desautoriza las posibles críticas. Sin embargo, el nuevo imperialismo de la virtud quizá es todavía más desestabilizador porque, más allá de la reestructuración política de los países en su punto de mira, trata de obtener su sumisión cultural total, un proceso que, con el tiempo, podría radicalizar aún más a los países del Sur, no solo contra Estados Unidos, sino contra el liberalismo y el progresismo como tal. Ya estamos viendo a naciones con pocos intereses en común, aparte de su hostilidad hacia el intervencionismo estadounidense, coaligarse contra la hegemonía del imperialismo liberal en nombre de su soberanía estatal y civilizatoria (16).

Desde un punto de vista histórico, estos desa­rrollos no son nuevos ni exclusivos de Estados Unidos. En los siglos XVII y XVIII, el Imperio británico alentó el comercio mundial de esclavos por razones tanto financieras como coloniales, antes de que la causa antiesclavista llevara –a consecuencia de los avances de la industrialización durante la era victoriana– a redefinir la expansión imperialista en términos de deber moral (la “misión civilizadora”, la “carga del hombre blanco”). El imperialismo liberal bajo el liderazgo de Estados Unidos parece funcionar con una lógica similar: las acciones humanitarias a menudo tienen lugar en regiones donde ya se han producido intervenciones occidentales, y crean las condiciones de futuras intervenciones, generando una espiral de conflictos enquistados. Los casus belli motivados por consideraciones de justicia social tienen una evidente utilidad para quienes abrigan deseos expansionistas. En ese sentido, el precedente análisis puede leerse como una advertencia a los activistas progresistas: el complejo militar-industrial es perfectamente capaz de asimilar vuestro lenguaje y de ponerlo al servicio de sus objetivos. Podemos apostar a que si esa pantalla ideológica que hoy permite justificar políticas exteriores agresivas e intervenciones militares en suelo extranjero deja de considerarse funcional, será rápidamente ­reemplazada por una nueva retórica. Y el ciclo volverá a empezar.

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(1) Robert W. Tucker y David C. Hendrickson, “Thomas Jefferson and American foreign policy”, Foreign Affairs, Nueva York, primavera de 1990.

(2) Milan Babik, “George D. Herron and the eschatological Foundations of Woodrow Wilson’s foreign policy 1917-1919”, Diplomatic History, vol. 35, n.º 5, Oxford University Press, noviembre de 2011.

(3) Léase Anne-Cécile Robert, “Orígenes y vicisitudes del ‘derecho de injerencia’”Le Monde diplomatique en español, mayo de 2011.

(4) Glenn Greenwald, “With new DC policy group, dems continue to rehabilitate and unify with neocons”, The Intercept, 17 de julio de 2017.

(5) The Beat with Ari Melber, “Fat Joe and woke Bill Kristol”, MSNBC, diciembre de 2018.

(6) Bryan Campbell Romero, “Have you heard, comrade? The socialist revolution is racist too”, North American Congress in Latin America, agosto de 2021.

(7) “Women’s activist Jeanine Anez takes the reigns in Bolivia”, The Australian, Sídney, noviembre de 2019.

(8) CIA report into shoring up Afghan war support in Western Europe”, WikiLeaks, marzo de 2010.

(9) Akhtar Mohammed Makoii, “The soul of Kabul: Taliban paint over murals with victory slogans”, The Guardian, Londres, 7 de septiembre de 2021.

(10) Henry A Giroux, University in Chains: Confronting the Military-Industrial-Academic-Complex, Routledge, Londres, 2007.

(11) Linda Thomas-Greenfield, “Remarks at an UNGA commemoration on international day for the elimination of racial discrimination”, US Mission to the United Nations, Nueva York, marzo de 2021.

(12) “Deep dive recap: exploring gender and hybrid threats”, OTAN, Bruselas, febrero de 2022.

(13) J. Lester Feder, “The fight for Ukraine is also a fight for LGBTQ rights”, Vanity Fair, marzo de 2022.

(14) Casey Michel, “Decolonize Russia”, The Atlantic, Washington DC, mayo de 2022.

(15) Frances Stonor Saunders, La CIA y la Guerra Fría cultural, Debate, Madrid, 2013.

(16) Benjamin Norton, “Venezuela and Iran sign 20-year cooperation plan, Maduro pledges ‘joint anti-imperialism struggle’”, Multipolarista, 11 de junio de 2022.

Christopher Mott

Investigador asociado del Institute for Peace and Diplomacy (Instituto para la Paz y la Diplomacia); anteriormente investigador y funcionario del Departamento de Estado. Una versión más extensa de este artículo se publicó bajo el título “Woke imperialism: The coming confluence between social justice and neoconservatism” en junio de 2022, https://peacediplomacy.org.