La pobreza sigue creciendo en España como consecuencia de la crisis. Se mide en rentas bajas, en desempleo y en privaciones, y el cóctel de todo ello deja una cifra récord: entre 2009 y 2010, un millón más de españoles se sumaron a la cifra total de pobreza o riesgo de pobreza, en total 11,6 millones de personas, según los datos de la Red contra la Pobreza y la Exclusión Social (EAPN, en sus siglas inglesas). La mayor parte del aumento se produce en Comunidad Valenciana, Murcia y Cataluña, que suman más de medio millón en la población en riesgo y registran subidas superiores a tres puntos porcentuales.
Si se deja la renta a un lado (un criterio con un peso excesivo en este estudio de la EAPN) hay otros factores, como las privaciones materiales, que arrojan curiosos resultados. Murcia, la más afectada por este criterio, habría pasado de tener un 6,3% de su población pasando privaciones en 2009 al 12,6% en 2010. O Extremadura, de un 1,4% a un 5%. ¿Qué significa esto? Que estas personas están sufriendo carencias materiales contantes y sonantes que no sufren otros incluso percibiendo los mismos ingresos. Tal vez que no puedan pagar el alquiler ni poner calefacción en casa; hogares en los que la carne, el pollo o el pescado se come menos de tres días por semana, donde no hay coche, lavadora, televisor en color o teléfono; hay quien no puede afrontar un gasto imprevisto, ni mucho menos tomar unas pequeñas vacaciones. Quien acumule cuatro de estas nueve carencias se encuentra en una situación crítica. Y 12 comunidades han incrementado el porcentaje de población que pasa apuros materiales como los mencionados.
Esta joven de 32 años, cuyas iniciales son E. G., se cuenta entre ellos. Vive en Madrid en una vivienda social porque su trabajo se fue a pique con la crisis. El piso que compró en el barrio de Lavapiés tenía problemas estructurales y ha tenido que abandonarlo, pero sigue pagando los intereses de su hipoteca, una situación que le perjudica aún más. “Ahora cobro el paro y por lo menos tengo alojamiento, pero dejaré de percibir los 1.000 euros en diciembre. Para entonces espero haber encontrado algo, aunque los empleos que ofrecen tienen unos sueldos irrisorios”, se queja. Es administrativa, huérfana y sin otra red familiar que amortigüe la caída. “Ya no busco de administrativa, echo a todo lo que veo”, explica.
El desempleo es causa directa de la pobreza, por eso es uno de los factores que se tienen en cuenta para medirla. Canarias, Andalucía y Extremadura mostraban los porcentajes más abultados en la relación entre el número de personas sin trabajo en un hogar y los que tienen edad de trabajar. Eso era en 2009. Un año después, las tres han empeorado la situación. Un 11% de la población canaria y andaluza y un 10,5% de la extremeña coincide con ese criterio de baja intensidad en el empleo por hogares en 2010.
Este estudio mide la pobreza con criterios similares para toda Europa, por eso escasea en matices. Es difícil creer que un 41% de los extremeños estén en los umbrales de la pobreza, o un treinta y pico de los andaluces. Ni siquiera uno de cada cuatro españoles. Lo reconoce la autora del estudio, Gabriela Jorquera. “Hay matices que no se tienen en cuenta, por ejemplo, si se está hablando del campo o la ciudad, porque los precios cambian, tanto de la vivienda como de la alimentación. Tampoco podemos tener en cuenta la economía sumergida”. Y todo eso en España podría cambiar mucho las cifras. Pero la tendencia es incuestionable. Con los mismos criterios, más o menos afinados, la pobreza está creciendo.
Y llueve sobre mojado, porque la pobreza crece en tiempos de crisis sobre tasas de pobreza que ya existían y no se mejoraron en tiempos de bonanza. “Claro, es como el paro, tenemos cinco millones de desempleados, pero solo tres por la crisis, es que dos ya los teníamos de antes y no se tomaron medidas para aminorarlo”, dice Carlos Susías, el presidente de la EAPN en España.
La cronificación de la pobreza es un riesgo cierto. Miguel usa este nombre ficticio para contar su situación: una habitación alquilada con otros compañeros, comida en los centros sociales y una paga mínima de inserción que le da para algunos otros gastos, como el tabaco. “Es duro aceptar mi condición actual y quizá esto que voy a decir parece un artificio de defensa, pero yo ya estoy bien con mi vida serena y plana. Llegué a vivir en la calle, al principio lo tomas casi como una aventura, te dices que si hay que tocar fondo se toca, pero no, no tiene nada de divertido”, dice. Está a punto de cumplir 65 años, así que su renta mínima pasará a ser una pensión mínima. En su caso tampoco hay colchón familiar, más bien al contrario, y la historia reciente, cinco años atrás, es casi un clásico: negocio que se va a pique, matrimonio que entra en barrena, venta de la casa, adiós al BMW descapotable. Y una nota de humor cuando estaba ante el juez y este le dijo que le condenaba a ocho meses de arresto domiciliario: “Sí, me río, señoría, porque no tengo domicilio”, le dijo. El juez estuvo a punto de proporcionarle uno con buenas rejas, pero se dio cuenta de que la situación, si no era para reírse, era para llorar y ahí quedó todo.
Para que la pobreza no se haga crónica no basta con capear la recesión, hay que mejorar en épocas de crecimiento. “Ahora no solo estamos sufriendo las consecuencias lógicas de una crisis, sino que estamos dando pasos en la dirección contraria a la recomendada, como limar las políticas de protección social, congelar los salarios mínimos. Si los políticos tienen que dar ejemplo de austeridad, que lo den con otros”, se indigna Carlos Susías. El presidente de la EAPN cree que hay situaciones de “verdadera indecencia” que están alejando a los ciudadanos de las instituciones políticas, “porque siguen viendo que los que mejor están cobran al contado y en efectivo, mientras que los más pobres cobran solo en promesas y a futuro. Que haya quien se blinda la jubilación con sueldos millonarios...”, sigue indignado.
Susías cree que también es un error que se tomen medidas idénticas para países distintos. “Sabemos que la situación no es fácil, pero la austeridad no está dando los resultados que se esperaban. Hay que saber recaudar, perseguir a los delincuentes que estafan, sacar la economía sumergida y estimular la economía. Y, desde luego, establecer mecanismos de equidad”, recomienda como conclusión a los demoledores datos de este estudio.
No comments:
Post a Comment