Nuevo trampolín para sus misiones de ataque. Washington se aprovecha de las dificultades económicas de Grecia para imponer a Atenas un tratado que permite a Estados Unidos cortar el acceso de Rusia al Mar Negro. Sólo los diputados comunistas griegos y sus aliados se opusieron a su ratificación.
El parlamento de Grecia ratifició un «Acuerdo de Cooperación de Defensa Mutua» que concede a Estados Unidos el uso de todas las bases militares griegas. Esas bases servirán a las fuerzas armadas estadounidenses no sólo para almacenar armamento y como centros de aprovisionamiento y de entrenamiento sino también para la realización de operaciones de «respuesta rápida», o sea como trampolín para misiones de ataque.
Particular importancia revisten la base de Larissa, donde la US Air Force ya mantiene drones MQ-9 Reaper, y la de Stefanovikio, donde el ejército de Estados Unidos ya tiene desplegados helicópteros Apache y Black Hawk.
El ministro de Defensa griego, Nikolaos Panayotopoulos, ha definido el acuerdo como «ventajoso para nuestros intereses nacionales porque incrementa la importancia de Grecia en la planificación estadounidense».
Esa importancia, Grecia la tenía ya desde hace tiempo. Basta con recordar el sangriento “golpe de los coroneles”, organizado en 1967 en el marco de la operación stay-behind de la CIA [1], y el subsiguiente periodo de masacres terroristas iniciado con el sangriento atentado de la Piazza Fontana, en 1969 [2].
Aquel mismo año se instaló en Grecia, en la base de Souda Bay, en la isla de Creta, un destacamento naval de la US Navy (la marina de guerra de Estados Unidos), proveniente de la base de Sigonella, en Sicilia (Italia) y bajo las órdenes del Mando estadounidense con sede en Nápoles, también en Italia. La base naval de Souda Bay es hoy una de las más importantes para Estados Unidos y la OTAN en el Mediterráneo y ha sido utilizada en las guerras de Estados Unidos en el Medio Oriente y el norte de África.
Ahora, el Pentágono invertirá en Souda Bay 6 millones de euros, además de los 12 millones que invertirá en la base de Larissa, según anuncia el ministro griego de Defensa, presentando todo esto como un gran negocio para Grecia.
Sin embargo, el primer ministro griego Kyriakos Mitsotakis anuncia que su gobierno ya firmó con el Pentágono un acuerdo para modernizar los aviones de combate F-16 de Grecia, lo cual costará al país 1 500 millones de dólares. También hizo saber que Grecia se plantea la compra a Estados Unidos de drones y de aviones de combate F-35.
Grecia es, después de Bulgaria, el miembro de la OTAN que desde hace tiempo consagra al sector militar el más alto porcentaje de su PIB: un 2,3%.
El acuerdo que Grecia acaba de firmar garantiza además a Estados Unidos «el uso ilimitado del puerto de Alejandrópolis» [3]. Ese puerto griego se halla en el Mar Egeo, al borde del estrecho de los Dardanelos. Este último, al conectar el Mediterráneo con el Mar Negro, constituye una vía fundamental de tránsito marítimo, sobre todo para Rusia. Además, la región de Tracia oriental (la pequeña parte de territorio europeo de Turquía) es precisamente el punto de llegada, a través del Mar Negro y desde Rusia, del gasoducto Turk Stream.
La «inversión estratégica» que Washington ya está realizando en la infraestructura portuaria griega tiene como objetivo convertir Alejandrópolis en una de las bases militares más importantes de la región, capaz de bloquear el acceso de los navíos rusos al Mediterráneo y, simultáneamente, de contrarrestar los esfuerzos de China por hacer del puerto del Pireo una importante escala de la Nueva Ruta de la Seda.
«Estamos trabajando con otros socios democráticos en la región para rechazar actores maléficos como Rusia y China, sobre todo Rusia, que utiliza la energía como instrumento de su influencia maléfica» [4], declara el embajador de Estados Unidos en Atenas, Geoffrey Pyatt, subrayando a la vez que «Alejandrópolis tiene un papel crucial para la seguridad energética y la estabilidad de Europa».
En ese marco se inserta el Acuerdo de Cooperación de Defensa Mutua firmado entre Grecia y Estados Unidos, acuerdo que el parlamento griego ratificó con 175 votos a favor, emitidos por los partidos de centro-derecha que conforman el actual gobierno –Nueva Democracia y otros– por 33 votos en contra –del Partido Comunista y algunos aliados– mientras que otros 80 diputados dijeron «presente», como se hace en el Congreso estadounidense, lo cual, equivale, en el parlamento griego a optar por la abstención.
Y fue Syriza, la Coalición de la Izquierda liderada por Alexis Tsipras, quien optó por la abstención, una formación política que estuvo en el poder y que ahora está en la oposición, en un país que –después de haber sido obligado a vender barato su propia economía– ahora también vende barato no sólo sus bases militares sino además lo poco que le queda en términos de soberanía.
Fuente: Il Manifesto (Italia)
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