FRANCIA: LOS “CHALECOS AMARILLOS”, AL ROJO VIVO

LOS MEDIOS “PODEMITAS” DICEN QUE LOS CHALECOS AMARILLOS ES UN MOVIMIENTO SIMILAR AL QUE ENCABEZA PABLO IGLESIAS.
ESTOY DE ACUERDO ÚNICAMENTE EN EL CHALECO DE MONEDERO Y EN EL AMARILLISMO RAMPANTE DEL COLECTIVO PIJO-MADRILEÑO
ESTOY DE ACUERDO ÚNICAMENTE EN EL CHALECO DE MONEDERO Y EN EL AMARILLISMO RAMPANTE DEL COLECTIVO PIJO-MADRILEÑO
“Chalecos amarillos”, una cólera altamente política (Alain Benajam)
Los franceses parecen querer tomar el control de su propio destino y era urgente que se decidieran a hacerlo. El mundo político-mediático ya no podía hacer otra cosa que lanzarles su odio a la cara.
Es urgente actuar porque nuestro país [Francia] está empobreciéndose a toda velocidad, al ritmo de una inexorable espiral deflacionista.
Es gravísima la desindustrialización de Francia. Personalmente, yo que siempre trabajé en la industria, estoy viendo desaparecer numerosas habilidades junto con las industrias que las desarrollaban.
Eso está sucediendo tanto en las industrias mecánicas, que en el pasado fueron el orgullo de la industria francesa, como en las industrias de la electrónica.
Una deuda injusta e inútil, obligatoriamente aplicada a Francia debido a la relación entre los intereses que el país tiene que pagar a los mercados financieros, hace cada vez más aplastante el sistema fiscal francés, cosa que todos estamos comprobando.
No hace aún mucho tiempo, la riqueza francesa –y por consiguiente la capacidad del país para enfrentar la deuda– se apoyaba en una industria floreciente. Pero esta última se ha desplomado ante el empuje de la industria china. Ahora son sólo las clases medias las que sufren la presión financiera.
Al mismo tiempo, se derrumba el consumo, los servicios de salud franceses –que estuvieron entre los mejores del mundo– también se caen a pedazos, al igual que todo el conjunto de los servicios públicos y el sistema educativo.
Para completar la destrucción del sistema social francés, se ha orquestado la llegada de grandes masas de migrantes para que los pobres del mundo entero puedan venir a ofrecer dócilmente su fuerza de trabajo a bajo precio, en lugar de los trabajadores franceses.
Quienes ostentan el poder, como representantes en Francia del gran capital globalizado y especulador, alimentan a una clase lacayos que monopolizan la información y los medios de difusión en general.

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