El sexenio de la tortura: agentes de investigación, los más denunciados
- Esta práctica puede durar desde unas horas hasta varios días y tiene el fin de que la víctima firme una confesión
Una sola corporación, brazo operativo de la Fiscalía General de Justicia del Estado de Nuevo León, ostenta el récord de ser la autoridad con mayor número de recomendaciones por tortura en el sexenio que está a punto de concluir: la Agencia Estatal de Investigaciones.
Y es que entre 2012 y 2017 acumuló 92 recomendaciones, de un total de 137, es decir, 67 por ciento de las emitidas por la Comisión Estatal de Derechos Humanos de Nuevo León (CEDHNL).
De acuerdo con los informes de la comisión, 2013 es el año con mayor número de recomendaciones por este delito con 44 expedientes, mientras que en 2017 se registraron ocho.
Cabe mencionar que dichas cifras se dispararon a la par de la violencia en Nuevo León en 2011 con la disputa entre cárteles por el control de la plaza, durante el gobierno de Rodrigo Medina.
La disminución de casos se da en 2016, al inicio de la gubernatura de Jaime Rodríguez, cuando la presidencia de la comisión -antes dirigida por Minerva Martínez- pasó a manos de Sofía Velasco.
Víctor Hugo Palacios, segundo visitador de la CEDH, señaló que el menor número de denuncias puede deberse a varios factores entre ellos corrupción, impunidad, temor y desconfianza en las autoridades por parte de las víctimas.
La tortura que nunca termina
«Una camioneta tipo granadera me cerró el paso, descendieron hombres encapuchados portando chalecos antibalas, con armas largas y cortas, no usaban uniforme. Por miedo a que me dispararan bajé, entonces comenzaron a patearme, insultarme, colocaron esposas y me llevaron a bordo de su vehículo, ahí me cubrieron la cabeza con mi playera…»
Así es como inician la mayoría de las confesiones de personas detenidas víctimas de tortura en Nuevo León y luego de soportar largas horas de sufrimientos físicos y psicológicos, casi todos los casos concluyen con una firma que los condena a prisión, por delitos que no fueron probados.
Además de la Agencia Estatal de Investigaciones (AEI), en Nuevo León infligen tortura Fuerza Civil, la Unidad Especializada Antisecuestros (UEA) y policías municipales.
Los sitios más comunes de la tortura son predios baldíos, cerros, en las agencias del ministerio público, a bordo de las patrullas, en una bodega ubicada a un lado del edificio de la AEI, así como en el estacionamiento, sótano y diversas áreas de esa agencia. Incluso ocurren en el Centro de Orientación y Denuncia.
Para torturar utilizan desde bolsas de plástico con las que causan asfixia, hasta armas para dar descargas eléctricas, así como cuerdas, solventes para causar quemaduras, bat de baseball, todo combinado con golpizas propinadas entre varias personas, que marcan de por vida a las víctimas cuando termina con la pérdida de algún sentido, quemaduras o cicatrices difíciles de borrar.
Esta práctica puede durar desde unas horas hasta varios días, en que la víctima pierde la noción del tiempo, hasta aparecer en alguna oficina del ministerio público y, en muy pocos casos –que constan en los expedientes de la CEDH– son liberadas.
Además de la tortura física, para firmar confesiones, las víctimas son amenazadas con la seguridad de sus familiares, de negarse a confirmar los delitos que les imputan.
En el mismo periodo la comisión determinó tratos crueles, inhumanos y degradantes en 283 personas, así como nueve casos de desaparición forzada.
Así esclarece los delitos la AEI
Faltaban cinco minutos para las 7 de la noche cuando dos vehículos cortaron el paso de la víctima, un hombre sin uniforme con arma larga en mano descendió de la camioneta y le ordenó que se bajara, enseguida se le unieron dos sujetos con chalecos antibalas y a empujones lo llevaron hasta su unidad, sin explicarle la razón.
Una vez arriba la víctima observó a un hombre con las letras de la Agencia Estatal de Investigaciones que hablaba por radio y luego solo obscuridad, pues le cubrieron el rostro.
Preguntó de qué se le acusaba, los agentes se molestaron y lo golpearon en el abdomen. El vehículo emprendió su marcha y tras alrededor de 40 minutos llegó a una bodega vecina del edificio de la AEI.
«Si queremos aquí te podemos desaparecer, nadie va a saber en dónde estás», fue lo primero que escuchó al entrar al lugar y se llenó de miedo. Colocaron una venda en sus ojos, los esposaron por detrás de la espalda, lo patearon en las piernas hasta ponerlo de rodillas, reemplazaron las esposas por un pedazo de tela alrededor de sus manos y le quitaron toda la ropa.
Una vez desnudo lo acostaron boca arriba, inmovilizaron sus pies y le pusieron una bolsa para asfixiarlo. Golpes, más patadas y amenazas fue lo que recibió. «Ahorita vas a ver» dijo uno de los agentes y le mostró un video, «a mí me vale madre, vas a decir que eres tú, sino vamos a matar a tu esposa…te la vamos a mandar en pedacitos».
La tortura continuó. Esta vez intentaron ahogarlo, al tiempo que insistían en un crimen «di que mataste a la muchacha». Le dieron puñetazos en el rostro y reiteraron la amenaza «vas a decir y me vas a firmar, sino te matamos».
Luego lo vistieron y aventaron comida al suelo para que se alimentara. Diez horas después la víctima fue trasladada a una oficina de la AEI en donde lo hicieron firmar unos papeles, advirtiéndole que de no hacerlo sería golpeado nuevamente.
Permaneció dos días en la Casa de Arraigo Número Uno, sin derecho a llamar a su abogado o familia. Al término del plazo una funcionaria de la agencia del ministerio público, le mostró papeles una vez más, «fírmalos, ¿no te basta con todos los golpes que te pusieron? ¿o quieres más?» y la firma fue estampada. El testimonio consta en el expediente CEDH-124/2015.
No comments:
Post a Comment