Nacida y criada entre la población La Pincoya, donde está la casa de sus abuelos, y la comuna de La Florida, Cheril Linett (29) es una artista de acción, de riesgos, y de un fuerte compromiso político con la emancipación de la mujer, la identidad, la denuncia y la crítica social, aspectos de los que habla en esta conversación.
-¿Qué te motivó a incursionar en la performance?
-La búsqueda de una transdisciplina que me permitiera crear utilizando todos los conocimientos que fui incorporando de otras disciplinas que he aprendido y experimentado. No sabía que lo que estaba buscando tenía nombre y en la performance encontré la posibilidad de hacer lo que quiera.
-¿Cuál fue tu primer trabajo?
-Lo hice en un festival interdisciplinario donde quería sentir una disociación entre el cuerpo y el espíritu. Desde el dolor quería pasar a un estado de concentración, donde ya no lo sintiera. Me golpearon con corazones de vaca y con el vestuario cambié el adelante por el atrás al abotonar la camisa por la espalda: mi pecho era mi espalda y puse las manos juntas como haciendo una plegaria pero en la espalda. Parecía un muñeco, estaba amarrada del pelo, de una trenza al techo; mi cuerpo se movía de un lado para otro, quedé toda llena de hematomas. Hubo un instante en que dejé de sentir dolor y se me adormeció el cuerpo. Ya venía estudiando la performance y experimentando cosas, pero esta acción en particular considero que fue la primera que realicé en público.
-Desde esa experiencia hasta ahora, ¿ha cambiado lo que entiendes por performance?
-Sí. Entiendo que ahora se le llama performance a un montón de maneras de hacer. También existen convenciones y metodologías en relación a la performance que varían según la o el artista. A mí me atrajo la posibilidad de no trabajar desde una única óptica académica o metodológica, encontrar metodologías propias y, según lo que va requiriendo la acción, poder crear y ocupar los conocimientos previos de cualquier tipo de disciplina. No sé si es performance lo que estoy haciendo. Yo lo veo como un híbrido, creo que estoy descubriendo varias cosas a medida que voy experimentando, vivenciando acciones y trabajando tanto en espacios públicos como íntimos.
-¿Cómo es tu metodología?
-He ido creando en base a indagaciones personales en cuanto a mi identidad y quienes la han construido, voy investigando de acuerdo a mis inquietudes, hago el ejercicio de observar, cuestionar y cuestionarme a mí misma todo el tiempo. En los trabajos con mujeres en específico, imagino y hago bocetos no acabados para luego invitar a más mujeres, con las que dialogamos la parte teórica y el discurso que se desprende de la propuesta. Para la siguiente obra vamos a hacer primero una sesión teórico-práctica para reforzar todos los aspectos del trabajo y estar de acuerdo también en lo que estamos haciendo.
-¿En tus trabajos solo te relacionas con mujeres?
-Solo con biomujeres no, también he accionado con Niki, una mujer trans, Sem, Kevin Magne, Gustavo Solar y las amigas travestis Pachaqueer. Depende de la obra.
Imagen principal y galería fotográfica 1: Lorna Remmele
-Un recurso recurrente de la performance es la autobiografía. ¿Cómo es tu caso?
-Desde mi historia es de donde salen todas mis creaciones y mi imaginario viene de ahí, con todas las vivencias y todos quienes han estado a mi alrededor. Todo de lo que soy testigo.
–La identidad de género es central en tu obra.
-Sí, primordial. Indagando en mi identidad y también en cómo ha condicionado las relaciones a lo largo de mi vida el hecho de tener biocuerpo mujer. Es un motor de todas mis acciones tanto en el arte como en la vida, cosas que considero parte del mismo carril. En el trabajo de la Yeguada latinoamericana, además de la identidad de género trabajo el tema del mestizaje y la colonización. Con la segunda venida de los colonos, cuando trajeron el caballo, animal no nativo de este territorio, con el objetivo de usarlo como tecnología militar y de carga. Junto a los caballos venía una yeguada de siete hembras con el objetivo de reproducción. Hago la relación con la yegua por el rol que se le impone a la mujer en cuanto a la maternidad, y al hecho de referirse a los órganos sexuales como “aparato reproductor”. Y también intento resignificar la utilización despectiva y de connotación sexual que tiene el hecho de catalogar a una mujer como yegua.
-Sé que has tenido problemas con la policía a raíz de tus trabajos callejeros.
-Sí, luego de que realizamos la acción en la Plaza de la Ciudadania. Ese día nos tuvieron seis horas detenidas y el fiscal se declaró incompetente, nos dejaron ir con una multa de tránsito y citación al juzgado pero, al presentarnos en la fecha dada, dijeron que no figuraba en ninguna parte. Mi amiga Mariella pidió a un paco que firmara el papel que certificaba que nos presentamos, cosa que nos favorece porque al poco tiempo nos fueron llegando órdenes de arresto por rebeldía, según ellos por no presentarnos el día que nos citaron y por los otros cargos por transgredir leyes de tránsito. La multa había subido y, si nos presentábamos, podrían detenernos inmediatamente. No hicimos nada y los pacos comenzaron a llegar a la casa de una de mis amigas y a la casa de mi mamá con mi papá porque teníamos que cumplir con reclusión nocturna. Una abogada de la Defensoría Popular se está encargando de representarnos en este momento en que, al parecer, la multa ya está prescrita.
-¿Hay límites morales para el trabajo performático?
-Habría que definir lo que es la moral. Eso depende de lo que es la ética y la moral de las personas que hacen performance. En mi caso lo que estoy planteando es no continuar con el deber ser como se impone y eso es inmoral para algunos. Yo pretendo e intento ser consecuente con mis éticas y el modo en que estoy y quiero seguir viviendo mi vida. Claramente hay una transgresión de la moral de algunos en mis trabajos y lo constato todo el tiempo en los espacios públicos por los comentarios y reacciones que se generan.
-¿Qué te propones en esas acciones: sorprender, poner en cuestión, alterar la normalidad, escandalizar?
-Poner en cuestión, sorprender y, si se vuelve un escándalo, entonces escandalizar también. En el trabajo de La Moneda me di cuenta que los pacos estaban también preocupados de si había medios de prensa registrando lo que ocurría. O sea, además del escándalo de la acción en sí, su preocupación es que se reproduzca el hecho, de que se construya una memoria y de que ellos estén ahí involucrados en lo que pasó.
-¿Tu condición de actriz agrega algo diferente a la performance?
-Yo no me considero actriz, pero en las creaciones claramente incorporo lo que he aprendido del teatro. En mis performances utilizo esos conocimientos entre otros. En las acciones que hago incorporo la mirada periférica, atención, escucha grupal y del entorno, unidad al configurar imágenes que se desprenden de las acciones, la relación de cuerpo, objeto, espacio y tiempo, que son cosas que aprendí de las artes escénicas. La mayoría de las chicas con las que trabajo lo manejan también, varias tienen experiencia con las artes escénicas, con la danza, música y también las artes visuales.
Galería fotográfica 2: Gonzalo Tejeda
-La figura de “los calzones abajo” está en el imaginario. ¿Cómo se plantea en tu trabajo?
-Se plantea como ejercicio de imaginar para completar. Sabemos que es una prenda íntima en directo contacto con la vagina y flujos vaginales que no suele quedar a la vista, la imagen del calzón abajo puede leerse desde distintas perspectivas. La primera vez que incorporamos ese recurso les pedimos a ciertas personas que nos bajaran el calzón y fueron muy cuidadosas para hacerlo; para las siguientes acciones decidí que nos bajemos nosotras mismas los calzones. La mamá de una de las chicas me dijo que, al vernos con los calzones abajo, tuvo la sensación de contemplar los calzones a media asta y me hizo sentido su forma de interpretarlo.
-En tus acciones se han repetido las coronas fúnebres.
-Sí, comencé trabajando con ellas y el trabajo se fue desarrollando. La primera vez que usamos las coronas tuve que enfrentar el rechazo que les tenía por su aroma, me recordaban los momentos en que he estado en un velorio o en relación con la muerte. Entonces fue necesario todo un trabajo personal con la corona, tuve que olerla, tocarla, establecer una nueva manera de relacionarme con ella. También en la casa fue fuerte cuando llegué con las coronas la primera vez: mi papá y mi mamá las vieron y pensaron que alguien había muerto. La segunda vez, para la acción de La Moneda, ya mi mamá puso la corona en el comedor, estábamos almorzando en la casa y tenía la corona puesta en un extremo de la mesa mientras comíamos. En relación a la violencia de género, en mi trabajo Velatorio públicoquise exponer el femicidio a través del rito mortuorio y, encarnando parte de él, pasé a relacionarme con otros objetos utilizados en el rito mortuorio de nuestra cultura como carrozas, sala de velatorio, ataúd, además de las coronas.
-Como performer, ¿qué te pasó con la reciente coyuntura política?
-Me produjo angustia, dolor, tristeza y rabia ver que Sebastián Piñera es quien pasa a tener el cargo de presidente de la República nuevamente. Voy a seguir creando y haciendo lo que hago y expresando abiertamente mi oposición, cuestión que iba a seguir haciendo fuese cual fuera el candidato electo.
-¿Puedes adelantar algo de lo que viene en tu trabajo?
-Ahora me encuentro trabajando en una nueva acción, en la que se incorporán más mujeres; es una especie de continuidad de la acción de la Yeguada latinoamericana donde también se incorporan mujeres músicas.
-¿Hay algún guiño a las Yeguas del Apocalipsis?
-Estudiando sobre la performance, especialmente nacional, llegué al trabajo de las Yeguas del Apocalipsis. Me gustó y me hizo mucho sentido encontrar ese trabajo. Pero no es un guiño ni tampoco una cita. En mi búsqueda di con la figura del caballo, animal muy importante dentro del proceso de colonización, lo que derivó en la Yeguada latinoamericana. También en uno de mis proyectos hay un guiño bíblico, como imagino que también ocurrió con las Yeguas del Apocalipsis, pero en mi caso se da por el contexto actual y la próxima visita del Papa. Ahora estoy llamando a trompetistas mujeres, quiero que sean siete como en el libro del apocalipsis. Si bien los conceptos de yegua y apocalipsis están en ambas obras, llegamos a éstos por caminos probablemente distintos y queriendo significar cosas diferentes.
Galería fotográfica 3: Lorna Remmele
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