Wednesday, September 03, 2014

LIBRERIA EL QUIJOTE: CERRADO POR MELANCOLÍA

Una ciudad son muchas ciudades, en cada rincón, un universo, amigos que trenzan calles imaginarias, y un imaginario mapa mundi que se fotocopia en cada barrio, pero todo ello no es nada sin ese ALEPH que es una librería, ese lugar sombreado donde la luz se pliega y se despliega al margen del alboroto, del delirio, de la parsimonia insulsa, de los pasos perdidos, y siempre hallados entre los estantes cultivados de una librería.
Un ALEPH desde el cual ver y contemplar las voces y sus mascaras, las transacciones de memoria y olvido, la alegría que dura en una mano y la pena que rebaña el inmenso atardecer, un rincón privilegiado y libertario, donde nadie se queda sin su trocito de pan-sueño, y poder compartir un trozo de universo:
"He visto, como el griego, las urbes de los hombres, 
los trabajos, los días de varia luz, el hambre;"

Y es Ferrol, en su resistencia peregrina, en su rabia fondeada, Ferrol, con sus habitantes dispersando la derrota, la doblada ironía de tener un corazón de hierro en dique seco, Ferrol, izándose sobre la boquiabierta mansedumbre se su ria, de su herida mas cosechada, de bruces sobre la toxica barbarie de sus criminales mecenas, Ferrol, cantando islas lejanas como si la Habana, por ejemplo, se desnudara como la Magdalena, y conjurase una estancia lejos de la putrefacta gestión del desahucio y de la ruina.
Ferrol va y queda sin su ALEPH, EL QUIJOTE, LA LIBRERIA EL QUIJOTE...

"-¿El Aleph? -repetí.

-Sí, el lugar donde están, sin confundirse, todos los lugares del orbe, vistos desde todos los ángulos. A nadie revelé mi descubrimiento, pero volví. ¡El niño no podía comprender que le fuera deparado ese privilegio para que el hombre burilara el poema! No me despojarán Zunino y Zungri, no y mil veces no. Código en mano, el doctor Zunni probará que es inajenable mi Aleph."

Y el Quijote estaba dentro, esperándote a ti, si a ti, allí con todos los vuelos revoloteando por las estanterías y él ordenando las alas, y adorablemente serio, cambiándole los nidos a los sueños.
Pues eso, que hoy estamos mas cerca de que la imbecilidad nos adelante y llegue el alba, y nos coja confesados como idiotas.

GRACIAS, JOSE LUIS, POR LO BIEN QUE NOS HAS ALIMENTADO Y LO BIEN QUE PASTOREASTE NUESTROS MAS QUERIDOS LIBROS.

karlotti


Santalla, ante algunas estanterías ya vacías  luis polo
DOS ARTÍCULOS SACADOS DE DOS PERIÓDICOS:

“No hay respeto por el mundo del libro, y así es imposible seguir”

 | Actualizado 03 Septiembre 2014 -.
Segundos antes de mantener esta charla, los exdiputados Xosé Díaz y Paco Rodríguez se despiden de José Luis Santalla: “Quedamos orfos, agora teremos que ir a Santiago”.
La librería Quijote, que fundó y regentó Santalla desde 1967 cerró el pasado fin de semana. Una pésima noticia para los amantes de la buena literatura en Ferrol y para el oficio de librero no como un simple vendedor, sino como referente y estímulo humanista. Inspirado en el también librero argentino Isidoro Blastein –cuyo libro es el único que figura en el escaparate–, en un cartel puede leerse “Cerrado por melancolía”. Lo acompaña en los laterales un poema del romántico William Wordsworth, cuya sola belleza merece una visita a la ya ex librería.        
¿Por qué lo deja?
Estoy muy cansado. Ya tengo 70 años y esto no compensa. El Estado no ayuda, en vez de mimar el mundo del libro, que es el de la cultura, los impuestos cada vez son mayores y las instituciones miran para otro lado. No hay respeto por lo que suponen los libros.
Son 47 años de trabajo, casi llega al medio siglo.
Sí, pero cerré oficialmente el día 31 porque no se podía seguir más. No me importa no cumplir las bodas de oro. Continuar sería perder dinero.
El cierre de su local, con la manera de entender la relación con los lectores, parece simbólico de estos tiempos.
Sí, da la impresión de que los espacios que seleccionan una buena literatura se acaban. Aquí se estableció un vínculo cultural y los clientes, que lo eran, también eran amigos, incluso entre ellos. Algunos se hicieron aquí, a través de su amor por la buena literatura.
¿Este final habla más de la situación de la ciudad o de la del mundo del libro?
La ciudad no está bien, pero creo que es un síntoma de que el modelo de la librería tradicional, de mediadores con los lectores, está desapareciendo. Ahí están las superficies comerciales, los libros electrónicos y su accesibilidad. Es muy difícil seguir así.
¿Qué será de esta enorme biblioteca que todavía tiene en la librería?
Una parte se devuelve a las editoriales, otra se saldó durate el mes de agosto y con otra me quedaré yo, ahora que voy a tener más tiempo libre para leer.
No le faltarán anécdotas a lo largo de los años.
De todo tipo. Pero me hacía gracia que entre los clientes o amigos se tiene dicho delante de mí que no se debía regalar un libro, porque  obligaba al que lo recibía a hacerle de nuevo otro regalo al primero. Yo intervenía para decir que no pasaba nada, que era una bonita costumbre..

Cierra sus puertas Quijote, una de las grandes librerías literarias gallegas

El establecimiento permanecía abierto en la calle Real de Ferrol desde el año 1967

Ramón Loureiro
RAMÓN LOUREIRO
Era Qujote, sin duda -El Quijote, solía llamársele casi siempre, con artículo incluido, aunque su nombre no fuese ese-, una de las grandes librerías literarias gallegas. . Una verdadera institución en el mundo de las letras. Un lugar que conocían muy bien tanto Gonzalo Torrente Ballester como Cunqueiro, y entre cuyos amigos se encontraban hoy desde César Antonio Molina hasta Andrés Trapiello. Pero desde hoy ya habita, como tantas otras cosas en Ferrol, el nebuloso territorio de los recuerdos. Porque ha cerrado sus puertas.
«Cerrado por melancolía», reza el cartel que su propietario, José Luis Santalla, colocó esta mañana en el escaparate, forrado ya de papel pardo definitivamente. «Pensaba continuar algún tiempo más, pero ya es imposible», dice José Luis, uno de esos libreros de que aman los libros casi como la propia vida, porque más que vivir de ellos han vivido para ellos».
«Se me hacía imposible continuar -comenta-. Yo no voy a decir que a día de hoy sea imposible mantener abierta una librería literaria, pero lo que sí puedo decir, para que quien quiera escucharme se entere, es que en Ferrol un establecimiento dedicado a vender solo literatura hoy ya no puede seguir abierto».
Horacio, Stendhal, el conde Tolstoy, William Faulkner, el Señor de Montaigne, Chateaubriand, Pessoa y -por supuesto- Cervantes están ahora infinitamente más tristes, allá en lo que nosotros llamamos muerte.

El Quijote

Pedro Ferrández el viento que mece la hierba
La melancolía no es una enfermedad de las librerías, sino de los libreros. Una tristeza vaga, permanente y sosegada por la edad; pero también es un estado de tranquilidad. Es un estado de nostalgia quizás ensoñadora que ocurre cuando algo de repente te falta y lo percibes como definitivo. Antes de tomar el aspecto de supermercados, las librerías eran ágoras, lugares de discusión, encuentros y novedades de libros; de trasmisión de saberes. A diferencia de un supermercado, en una librería nunca puede haber prisa. Ella no te expulsa, te acoge, te protege. El librero es un anfitrión, el sumo sacerdote de esta ceremonia colectiva que son las palabras. Con el cierre de la librería El Quijote se cierra una época, una forma de concebir la lectura y el libro y quizás también la soledad que se respiraba entre sus estanterías. El libro pasa de ser sagrado a ser como la salsa de tomate que se compra en cualquier gran superficie. No, la melancolía es también nuestra.  Con José Luis se va Cardoso Pires, Monterroso, Torga y parte de mi infancia.


Una libreria es un bosque, un pequeño bosque de ramas en flor. Literalmente sale del bosque, y hoy de una forma “sangrienta” por la masificacion de la producion de “libros”. El libro troquelado por millones, el mismo libro, el libro vacio, en blanco, donde se amontona el estupido ruido que ensordece el mundo, que lo emborrona. Ese tal vez, pase a vivir  en el estampido deslumbrante de las pantallas
Pero hay librerias, auntenticas alhamedas, donde los libros, como arboles de tinta en rama, reverdecen al contacto de los ojos, de los dedos y de los dedos de los ojos, ramas de tinta espectante de pajaros que las aniden, que los lean.
Entrar y volar es todo uno. Y dedos y ojos se coordinan en sus vuelos rasantes, llenando de melodioso silencio los estantes del alma. Y multiplicando la calidez de sus nidos.
Y alli hay un librero que alimenta el luminoso jolgorio, y cuida de esta fabulosa poblacion migratoria, clientes y libros, libros y clientes, intercambiando, en la lengua de los nomadas   a la que todos pertenecemos, todos los nombres, todos los nombres y sus silencios.

Una libreria siempre sera un oceano de islas del tesoro, los mapas de las islas, y en todas,  el tesoro: las voces y los nombres, el verbo que nos hace a todos dioses, mas que dioses, humanos, sencillamente humanos, convirtiendo  cada  dia en el primer dia del universo.

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