por ISIDRO LOPEZ
El último dato de desempleo alemán, el más bajo de los últimos 20 años, invita a pensar en las carácterísticas del modelo de acumulación con el que de momento este país está sorteando las peores consecuencias de la crisis.
Buena parte de la tipología de la crisis del euro tiene que ver con cambios políticos de muchísimo calado en la Alemania postunificación de principios del siglo XXI. Las tradicionales estructuras del capitalismo corporativista renano que consistían en grandes entramados financiero-industriales controlados por las élites industriales alemanas pero participadas en gran medida por los poderosísimos sindicatos fordistas alemanes han saltado por los aires.
La masa de capitales liberados en este proceso va a tener dos destinos. Por un lado, se va a invertir masivamente en las burbujas patrimoniales de España y EE UU, especialmente activos subprime, generando el germen de la abismal crisis bancaria en stand by que vive Alemania hoy. Y, por otro, se va a acelerar el proceso de deslocalizaciones a los países del Este aprovechando las vías de inversión y explotación de trabajo barato que las brutales políticas de terapía de shock de la Unión Europea y el FMI habían abierto en los ‘90.A partir de aquí, se va a lanzar un feroz ataque a la fuerza de trabajo alemana apoyándose en la tradicional concertación de los sindicatos mayoritarios con las políticas de Estado. Alemania es el único país de la OCDE donde los salarios reales han caído durante siete años seguidos (2000-2007), a la vez que su tradicional productividad se desplomaba, entre otras cosas, por la adopción de jornadas más largas sin aumentos de la intensidad tecnológica con el mismo salario introducidas con el beneplácito de los sindicatos. Como cabía esperar, la respuesta ha sido la pérdida de tres millones de afiliados a los sindicatos en un decenio.
La crisis bancaria y la crisis social en ciernes, son dos buenas razones que explican que Alemania haya querido aliarse con las finanzas para gestionar políticamente la crisis del euro a cambio de la obtención de la posibilidad de financiarse barato en los mercados de capital. Las consecuencias son evidentes, se desplaza a futuro el ajuste bancario y se contiene, mediante el gasto público, el derrumbe de la mastodóntica clase media fordista alemana.
Para terminar, no se trata de exculpar a Alemania por unas políticas europeas que siempre han tenido como objetivo no hacerse cargo de ninguna obligación de redistribución a escala continental, una escala en la que sí ha controlado la acumulación de capital, sino de recomponer las cadenas demando que impone la financiarización para luchar mejor contra ellas.
fuente: DIAGONAL PERIODICO
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