Sunday, November 18, 2012

TECNOLOGÍAS PARA UNA MILITANCIA (Y III) por Ignacio castro Rey

TECNOLOGÍAS PARA UNA MILITANCIA (Y III)
Buscad una nueva inteligencia política para el reposo, para el secreto incrustado en el estruendo que nos rodea. En última instancia, se trata de la muerte, de ejercitarse en la desaparición, experimentando cómo es el mundo cuando uno no está allí. Esto exige resucitar otra relación con los objetos, con el silencio de los momentos, que permita destituir de vez en cuando este narcisismo interactivo que nos convierte en autistas. Recuperado en otro humanismo, el misterio de los objetos puede decir más de nosotros que un sujeto codificado por la “muerte del hombre”.
13. Existe un solo mundo, pero insularizado en coágulos culturales abismalmente distintos. Hemos sido imperiales con los valores occidentales, que cada vez se han vuelto más estrechos en este orbe ampliado. La primera víctima es la percepción de lo que ocurre aquí. Debíamos aprender a ser sensibles a las injusticias que surgen entre nosotros, por nuestra responsabilidad, y no polarizarnos primeramente por los objetivos exteriores marcados por la cobertura y su alternancia. Es un signo vergonzoso de servidumbre global el pliegue de la izquierda a una política exterior compartida, con sus secuelas de racismo hacia los otros. Como también fue un escándalo la forma en que quedaron aislados los pocos que se oponían al castigo de las niñas que aparecían con su velo islámico en nuestras escuelas.
14. Es hora de mantener una relación irónica con lo político y con la ideología progresista dominante. Una relación oblicua donde vaya por delante el flujo de la presencia real; la existencia, antes que nuestras creencias ilustradas. Para ello necesitamos no ser prisioneros de ninguna situación, de este continuo entorno automatizado, y buscar el acontecimiento de cada caso, su mutación interna. Ninguna de las generalidades que nos acompañan (amigos, compañeros de trabajo, sindicatos, partidos políticos) tiene ya sentido si no las violentamos con una nueva soledad, una violencia de vivir de la que hemos sido expropiados por la mitología global. Recuperar la tragedia es la vía para que vuelva una jovialidad que hemos perdido.
15. Y el sentido del humor, primeramente sobre nosotros mismos, como parte de esa jovialidad. La ironía, su sentido del amor, es lo único que nota la pulsación de lo posible en medio del despotismo de la economía. Enseña a vivir el momento, el aquí y ahora sin tiempo que espera en el interior de la cronología que nos dirige. El humor es lo que permite también que la diferencia entre lo deseado y lo logrado, con su inevitable complejo de culpa, no nos convierta en fanáticos amargados. Tengamos mucho cuidado en utilizar la palabra “nosotros”, resucitemos el complejo de culpa. Fijaos que hoy casi nadie pide disculpas por nada.
16. Cierto, el aprendizaje de estas tecnologías vitales es un poco agotador, un poco más que adiestrarse en las otras tecnologías numéricas. Pero también es agotador el aburrimiento, este conservadurismo, medio o alternativo, en el que nos hemos refugiado. Por el contrario, la recuperación del trauma de lo real es la manera de usar nuestro primer capital, una relación única con el miedo de vivir. Es además el modo de conseguir que nuestra condición natal, inevitablemente pintoresca, no se convierta en una fatalidad. De paso, seremos consecuentes por fin con la idea de que esta vida mortal es única, precisamente porque está enfrentada a la inmanencia, es decir, a la trascendencia enigmática de la muerte.
Ignacio Castro Rey es filósofo y escritor

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