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Saturday, May 30, 2020
#EnLaFrontera400 - Entrevista a Manuel Blanco Chivite
Fecha: 29 mayo, 2020
Autor/a: Divagaciones en el Cinosargo
FUENTE: Público
28 de mayo de 2020
Los 70 fueron años muy difíciles con una dictadura volcada en la represión. “Que las muertes de mis camaradas y la mía sean las últimas”, fueron las últimas palabras que José Humberto Baena, militante del FRAP, pronunció el 12 de septiembre de 1975 antes de ser fusilado.
Hoy en En la Frontera nos acompaña alguien que tuvo mejor suerte. También fue condenado en aquel Consejo de Guerra pero le conmutaron la pena de muerte horas antes de su ejecución. Era periodista, escribía en revistas económicas y desde que era estudiante militaba, como otros muchos, en el PCE(m-l).
Juan Carlos Monedero entrevista #EnLaFrontera400 a Manuel Blanco Chivite.
https://divagacionesweb.wordpress.com/2020/05/29/el-frap-era-la-resistencia-manuel-blanco-chivite/
Monday, May 25, 2020
Barrios obreros de Madrid dan un paso al frente: "Defendemos lo público, saqueado por quienes hoy golpean cacerolas"
Barrios obreros de Madrid dan un paso al frente: "Defendemos lo público, saqueado por quienes hoy golpean cacerolas"
- Distritos como Moratalaz y ciudades como Alcorcón han salido a las calles para responder a las caceroladas ultras: unos salen a "defender sus privilegios" y otros lo hacen para "exigir sus derechos"
- Las protestas en los barrios del sur nacieron como respuesta espontánea, pero han transitado hacia concentraciones organizadas con vocación de permanencia
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Publicada el 21/05/2020 a las 06:00
Dicen de Madrid que está atravesada por una brecha. Una suerte de frontera invisible que divide la ciudad entre norte y sur. En los últimos días, basta con mirar el telediario o las redes sociales para entrever con mayor nitidez la fractura: entre quienes se manifiestan, cacerola y rojigualda en mano, contra las medidas del estado de alarma y quienes responden en defensa de la sanidad pública.
En Vallecas, los vecinos llaman a un "paseo popular antifascista" y en Moratalaz piden "menos cacerolas, más sanidad". En la Plaza Elíptica (entre Usera y Carabanchel) proclaman: "Barrios del sur unidos por la sanidad pública contra la extrema derecha". Son sólo algunas de las convocatorias que han aflorado en los barrios obreros de la capital y que han ido ganando fuerza en los últimos días.
Paseo popular antifascista de los barrios del sur.
La organización que prima ahora estuvo precedida por la espontaneidad. Las primeras protestas surgieron como respuesta improvisada a quienes, alentados por la extrema derecha, salían a las calles clamando por el levantamiento de las medidas de seguridad. Sobre los orígenes habla Jorge Nacarino, presidente de la Asociación Vecinal de Puente de Vallecas. El pasado 15 de mayo, comenta, brotaron las primeras llamadas a salir, por parte siempre de "grupos muy cercanos a la extrema derecha" y habitualmente "en barrios de rentas altas". Fuera de esas zonas, detalla, "la única convocatoria fue en Puente de Vallecas", precisamente en "la única zona peatonal habilitada los fines de semana para pasear".
Aquello "generó mucha preocupación", especialmente por el miedo a las concentraciones masivas en tiempos de pandemia. "El viernes no ocurrió nada, el sábado tampoco, pero el domingo sí se concentraron en torno a diez personas, ataviadas con las banderas españolas y las cacerolas". Ocurrió entonces que los vecinos que paseaban por las calles "empezaron a responder". Unos gritaban "Gobierno dimisión" y los otros replicaban con "sanidad pública". Nacarino sospecha que las personas concentradas el domingo ni tan siquiera eran vecinos del barrio. "Es gente que se está saltando total y alegremente las normas", de modo que se pregunta "por qué no se les pidió la documentación para comprobar si se habían desplazado". "No entendemos que haya tanta permisividad hacia ese tipo de actitudes".
La asociación vecinal, explica su presidente, no está convocando protestas para evitar aglomeraciones, pero sí entiende que la dinámica vecinal del barrio está alimentando una organización lógica entre sus habitantes. "Igual que ellos tienen la libertad de pasear con una cacerola, el resto de vecinos tienen la libertad de responder", argumenta.
La génesis de las protestas ha sido similar en la ciudad de Alcorcón, habitada por 170.514 personas. Lo cuentan fuentes del colectivo Alkorkón Combativo. "Al principio se produjo una primera respuesta espontánea y popular a las concentraciones en un barrio determinado de Alcorcón", dice una de sus militantes al otro lado del teléfono. Se trata de Parque Lisboa, una zona con "un nivel de renta más elevado, un tamaño de viviendas que nada tiene que ver con el resto y un barrio que ha sido históricamente caladero político de la derecha y extrema derecha". Pero los vecinos "se cansaron de que esas pequeñas concentraciones fueran tan mediáticas y dieran una imagen errónea de Alcorcón, que está formada por gente trabajadora, familias obreras y un movimiento feminista con mucha presencia".
En el barrio madrileño de Moratalaz, al sudeste de la capital, los vecinos comenzaron a ver que "se concentraban juntos grupos de nazis y fachas", integrados incluso por "cargos de PP del barrio y Vox", todo ello "sin tener ningún tipo de autorización y saltándose todas las medidas de seguridad sanitarias" con el riesgo que conlleva. El primer día, explican miembros del colectivo Distrito 14, se generó "una respuesta espontánea ante ese peligro que representaba la concentración". Pero a partir de entonces los vecinos decidieron ir un paso más allá y convocar "de manera permanente una protesta completamente diferente a la suya". El objetivo, sostienen las mismas fuentes, pasa por la defensa de la sanidad pública, siempre respetando las medidas de seguridad pautadas. Todo ello "poniendo en evidencia a personas que nunca salieron a la calle cuando privatizaban y recortaban la sanidad y sí lo hacen ahora para usar políticamente a su favor toda la crisis del coronavirus".
La Asamblea Popular de Carabanchel nace del vientre del 15M, hace ahora nueve años. Aunque no está en el origen de las respuestas en el barrio madrileño, enseguida el colectivo se sumó a ellas. "Ha sido algo bastante espontáneo y en confluencia con diferentes colectivos del barrio", explica un miembro de la asamblea. Describe las caceroladas en el distrito como un "virus entrando" en su organismo. "A través de redes y de contactos, decidimos decirles amablemente que se fueran con su discurso de exclusión". Carabanchel, con 253.040 habitantes, es "un barrio diverso y con realidades muy diferentes". El portavoz recuerda que en el mismo distrito "hay chalets y hay gente en peligro de exclusión", pero "ese intento de estar en la calle reclamando medidas antisociales era inaceptable". La respuesta brotó en la Plaza de Oporto este martes, pero los activistas esperan tensionarla en los próximos días con un mensaje: "No les queremos en el barrio".
Motivos para la protesta
Así fue como se tejió la protesta en los barrios trabajadores de la capital, marcados ya por una tradición de lucha vecinal y obrera. No sólo en Vallecas, Moratalaz, Carabanchel y Alcorcón, sino también en otros puntos como Vicálvaro. Iker Merino milita en Izquierda Castellana, una de las organizaciones que han apoyado y difundido las movilizaciones. "Las trabajadoras también tienen motivos propios para salir a la calle en estos momentos", dice a este diario. "Desde el régimen y sus medios acólitos tratan de transmitir que la única contestación posible viene de la derecha", lamenta Merino, pero la realidad muestra que "la gente de a pie sigue teniendo motivos para salir a la calle y dar esos paseos populares".
A su juicio, "lo triste no es que las clases altas reivindiquen ciertos privilegios, sino que la clase trabajadora no haya salido antes contra la ley mordaza o en defensa de la sanidad pública".
Desde Moratalaz coinciden en que el fin perseguido no es solo disputar el espacio público a la extrema derecha, sino además "salir a la calle ahora, siempre de manera controlada y siguiendo las medidas de seguridad sanitarias, para reivindicar unos servicios públicos que han sido saqueados y desmantelados por quienes hoy dan golpes a una cacerola".
En Alcorcón conviven igualmente dos propósitos: dar una respuesta taxativa a las caceroladas de los barrios pudientes y clamar por los derechos de la clase trabajadora. Las concentraciones "se han hecho reivindicando la sanidad pública y los derechos de los trabajadores. Y pretende ser una respuesta contundente y masiva", sostienen desde Alkorkón Combativo. El colectivo condena tajantemente además la reacción del grupo que comenzó a salir a la plaza en un primer momento: "Se están quitando las caretas, han empezado a criminalizar a los vecinos y a ensañarse con los jóvenes extranjeros y racializados". Por tanto, exclama la portavoz consultada, "se ven claramente las intenciones de un lado y de otro: nuestro objetivo es defender una ciudad diversa y el suyo es intentar excluir a la gente trabajadora". Ellos, sentencia, "están saliendo a reivindicar una falsa libertad que se expresa en seguir explotando a sus trabajadores".
La línea de la desigualdad
El cisma entre norte y sur se ha hecho abismo estos días en la capital. "Existen esas diferencias: en infraestructuras, en recursos y ahora también en contagios por coronavirus y en más represión", reflexiona Iker Merino. Puente de Vallecas ha sido, junto a Moratalaz, el distrito madrileño donde el coronavirus más se ha ensañado y a la vez la zona con más propuestas de sanción durante el estado de alarma. La renta media por persona, según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), asciende a 24.683 euros por persona en el distrito de Salamanca, mientras que en Puente de Vallecas se instala en los 9.706 euros.
Los activistas que componen el colectivo Distrito 14 entienden que existe "una brecha social, clase obrera y clase aburguesada, que se evidencia una vez más con este tipo de situaciones". Unos, dicen, se echan a las calles para "defender sus privilegios", mientras que la clase obrera sale para "defender y exigir sus derechos", en ocasiones aún por conquistar. "Ellos se manifiestan contra el impuesto a los ricos, contra un gobierno que consideran comunista y además lo hacen sin respetar en ningún momento las medidas de seguridad sanitaria y con la connivencia total de la policía", denuncian desde la organización. El otro bando, en cambio, se organiza para "defender la sanidad pública, a las trabajadoras de la misma y sus condiciones laborales, siempre respetando las medidas de seguridad sanitarias" y sin embargo con "con la presión y acoso policial" que denuncian habitual.
"Madrid tiene una línea divisoria meridianamente clara de desigualdad", lo que tiene un "trasfondo político evidente", coincide Jorge Nacarino. El portavoz vecinal destaca, no obstante, la falta de perspectiva y el altavoz desmesurado que suponen en ocasiones los medios de comunicación. "Por mucho que se estén magnificando estas movilizaciones, no son mayoritarias. Las cacerolas hacen mucho ruido, seguramente más que los aplausos, pero es una minoría muy ruidosa que no tiene por qué representar a las posiciones mayoritarias".
En la Asamblea de Carabanchel comparten diagnóstico. Ni las caceroladas forman parte de una suerte de revolución, ni sus integrantes están construyendo un nuevo 15M. "No es más que neolengua, pero sin duda es una aberración absoluta", denuncian desde el colectivo. No obstante, matizan, "no es la primera vez que la derecha intenta tener una expresión que la haga salir de los salones". En periodos de "sequía informativa" aquello que "pretende parecer masivo y popular no es más que una cortina de humo para no contar que la gente está pasando hambre".
Wednesday, May 20, 2020
La higiene de los nuevos fascismos
La higiene de los nuevos fascismos | Periodistas en Español
La higiene de los nuevos fascismos
Roberto Cataldi[1]
La actual pandemia y las medidas tomadas por los estados despiertan en muchos el temor sobre el futuro de la vida democrática y republicana. Existe el peligro real de que por acostumbramiento o haberse cebado con las restricciones, inventen alguna excusa para no restituirle a la ciudadanía esos derechos bien ganados. Las tendencias autoritarias y los fascismos nunca arriaron las velas y las sociedades que solo saben reverenciar a sus representantes poco tienen que ver con el espíritu de la democracia.
Hoy las redes sociales y los medios de comunicación han logrado tornar más vulnerable el poder gracias a la crítica. Claro que si la política no funciona el problema no se soluciona suprimiéndola, en todo caso habrá que cambiar a los políticos, hallar gente capacitada y honesta que esté convencida que la tarea de gobierno es un «servicio público» y no un negocio familiar, de amigos o de partido, porque aunque nos irrite, la política es inevitable, y al igual que toda actividad humana es mejorable. La política en sí es estrategia, para emplearla en el Bien común. Los populismos, de derecha o de izquierda, apelan a mandatos imperativos, desconfían de los que piensan distinto, crean divisiones a través de un discurso mesiánico que engendra el odio y envenena el alma.
En mis visitas a Roma, ciudad que nunca deja de sorprenderme, suelo pasar por el frente del Palazzo Venezia, observo detenidamente la ventana desde la que Il Duce se dirigía a su pueblo (la copia argentina es el balcón de la rosada), y no puedo evitar trasladarme a esa época afiebrada. Pienso que esa inclinación obedece a que me gusta viajar en el tiempo que es pasado, pero también es presente… He visto documentales donde Mussolini aparecía allí arengando y, causa impresión la adhesión que despertaban sus palabras y sus gestos (previo ensayo frente a un espejo), eso también sucedía con Hitler. Ambos eran notables «régisseurs».
Cualquier estudioso de este oficio advierte que montaban una «puesta en escena». Estos hombres, líderes natos, me recuerdan a los encantadores de serpientes. En efecto, ejercían una extraordinaria atracción, tenían magnetismo interior, pese a que no dijesen nada extraordinario, sin embargo eso era suficiente para hipnotizar a las masas. «Il Duce ha sempre ragione» era un eslogan.
Uno de mis hobbies es hacer análisis del discurso. Recuerdo que en mi juventud el profesor de relaciones humanas decía que los grandes oradores «se comieron el mundo». Quien posee el arte de la palabra tiene el don de encantar a quienes lo escuchan, y recurre a la emotividad para conquistar sus voluntades. Benito Mussolini, hijo de un herrero de ideas anarquistas, desarrolló su carrera como agitador del socialismo revolucionario, pero cuando estuvo próximo al poder, se mudó al bando contrario, y con la marcha de los Camisas Negras sobre Roma (unos trescientos mil paramilitares fascistas) logró su cometido: convertirse en primer ministro de Italia e implantar la primera dictadura fascista de Europa. Solía decir Hanna Arendt que el revolucionario más radical, al día siguiente de conquistar el poder se convierte en conservador.
Silvio Berlusconi, personaje paradigmático de la política decadente, impresentable, para obtener el apoyo de los nostálgicos dijo que el gobierno de Mussolini prefirió aliarse a Hitler en lugar de oponerse, que el exterminio de los judíos habría sido una imposición, y que las leyes raciales serían la mayor culpa de Mussolini, quien habría hecho otras cosas de manera acertada. Todo dictador hace algunas cosas de manera acertada, pero no lo exculpan de los crímenes cometidos, además, il cavaliere olvidó que las leyes raciales se aprobaron un año antes de que se iniciara la Segunda Guerra Mundial (…)
Cuando Luigi Pirandello visitaba a Mussolini en el Palazzo Venezia, se dejaba deslumbrar por el trato que le dispensaban. Pirandello ya tenía un gran prestigio y el régimen fascista estaba interesado en usarlo en provecho propio. La adhesión de muchos intelectuales y artistas a los regímenes totalitarios es inveterada. El escritor italiano Attilio Dabini, en su taller literario, en una oportunidad nos comentó que un cuento suyo escrito a los diecisiete años le fue leído a Pirandello y que éste lo había elogiado. Dabini era antifascista, participó de la resistencia italiana, estaba en contra de lo que pudiese beneficiar al régimen de la República de Saló, sin embargo cuando se refería a Pirandello no ocultaba una profunda admiración por este precursor del teatro del absurdo y del existencialismo. Hoy pienso que así como le reconocía su talento, también le perdonaba sus debilidades por el régimen.
Pirandello no fue el único intelectual italiano subyugado por la retórica de Mussolini y, algunos sostienen que su adhesión al régimen no era tan fuerte como se creyó, que en el fondo había un subversivo, pues, Hitler le habría comentado a Benito que el siciliano no era de confiar, sin embargo cuando fue la invasión de Abisinia, Pirandello donó su medalla del Nobel como colaboración a la causa.
La guerra, según el Manifiesto futurista del poeta Filippo Marinetti, escrito antes de que se iniciase la Primera Guerra Mundial, debía ser glorificada, por ser la única «higiene del mundo». Años después, Mussolini, retomó la idea. Marinetti, considerado un adelantado y renovador del arte, dio conferencias en Buenos Aires para un público intelectualizado y de clase alta en 1926. Hubo críticas y, él escribió en La Nación: «Soy un fascista sin carnet, amigo de Benito Mussolini y orgulloso de haber colaborado en la grandeza de la Italia de hoy. No tengo ningún encargo gubernamental y no hago política. Vivo como poeta futurista». Retornó a Italia y dejó en Argentina la semilla que germinó rápidamente y dio un arbusto… No es casual que finalizada la última guerra mundial, jerarcas fascistas y nazis vinieran a estas tierras a vivir su dorado e impune exilio.
Dicen que el poeta Gabriele D’Annunzio (he visto algún documental), exponente de la corriente decadentista, influyó en Mussolini y también en Hitler. Considerado un héroe de la Gran Guerra, este personaje pintoresco tuvo una estrecha relación con los Arditi (los osados), tropas de élite italianas de asalto, de choque, que le abrían paso a la infantería. Y finalizada la guerra, muchos exsoldados (probablemente mano de obra sin trabajo), conformaron una fuerza al mando de D’Annunzio, cuyo uniforme era camisas negras y fez negro, que luego sería adoptado por los Camisas Negras de Mussolini.
Allí nació el fascismo (de fascio, haz de vara, figuradamente liga), y daría la impresión que nació de la mano de la poesía, pero me niego a aceptarlo, en todo caso será de la mano de estos poetas. La toma del Fiume por D’Annunzio (leer su estatuto no tiene desperdicio), donde se autoproclamó Duce de Carnaro, fue una fugaz experiencia, mas sirvió de inspiración a Mussolini.
El fascismo y el nazismo adoptaron como filósofo mentor a Niestche. Pienso que le hicieron un flaco favor. Cuando los aliados revisaron la biblioteca del Führer (al igual que Duce significa guía o conductor), no hallaron ningún libro de Friedrich, quien por otra parte jamás los conoció ya que murió en 1900.
Tuve conocimiento hace unos años que se sustanciaba en Barcelona una querella criminal por los ataques de la aviación italiana en marzo de 1938, no sé si alguno de los responsables aún vive. La aviación italiana despegaba desde las Baleares y arrojaba toneladas de bombas sobre la ciudad condal, dejando un saldo mínimo de 670 muertos y 1200 heridos según he leído. Los italianos habrían sido los inventores del bombardeo a la población civil para desmoralizar al enemigo. Italianos y alemanes hicieron sus experiencias de guerra aérea en suelo español, pero la fama fue para la Legión Cóndor. Los fascistas eran entusiastas de la aviación porque evocaba al hombre moderno, indómito y viril. Tuvieron mala reputación militar, recreada por el cine hollywoodense, sin embargo los entendidos sostienen que es un falso cliché. Galeazzo Ciano, yerno de Benito, reconoció que éste dio personalmente la orden de los bombardeos, y al comprobar el horror internacional, le habría endosado la decisión a Franco.
Giovanni Gentile, amigo y colaborador de Benedetto Croce, fue ministro de Instrucción Pública de Mussolini, de quien también era amigo. Lo llamaron el filósofo del fascismo, y no faltaron los que lo acusaron de ser un «corruttore di tutta la vita intelletuale italiana». No era bien visto por los jacobinos. Gentile creía que Mussolini lograría la unidad nacional y que mediante la guerra Italia recuperaría el honor perdido. Nada de eso ocurrió. Giovanni presidió la Academia de Italia, procuró alcanzar la concordia, la tolerancia y, condenó la represión brutal, al fin de cuentas era un intelectual metido a político. Muchos de los intelectuales antifascistas habían sido sus alumnos en la Escuela Normal Superior y adhirieron de entrada a su filosofía, luego se convirtieron al comunismo. Gentile fue un intelectual cercano al poder que a su vez era un militante tibio, y éstos no son queridos por los unos ni los otros. En 1944 lo asesinaron.
En los convulsionados años setenta un colega solía decirme que la época exigía que durmiésemos con un ojo abierto, hoy nos quedaríamos cortos. Sartre pensaba que al fascismo no se lo define por el número de víctimas sino por la manera en que las mata. Y Unamuno, acertadamente sostenía que «El fascismo se cura leyendo y el racismo se cura viajando». Quizá por eso que soy un empedernido lector y un infatigable viajero.
- Roberto Miguel Cataldi Amatriain es médico de profesión y ensayista cultivador de humanidades, para cuyo desarrollo creó junto a su familia la Fundación Internacional Cataldi Amatriain (FICA)
Thursday, May 14, 2020
Giorgio Agamben, Bioseguridad -
Giorgio Agamben, Bioseguridad - Quodlibet
Bioseguridad y política.
Lo sorprendente de las reacciones a los dispositivos excepcionales que se han implementado en nuestro país (y no solo en este) es la incapacidad de observarlos más allá del contexto inmediato en el que parecen operar. En raras ocasiones, quienes intentan, así como requeriría hacer un análisis político serio, interpretarlos como síntomas y signos de un experimento más amplio, en el que está en juego un nuevo paradigma de gobierno de hombres y cosas. Ya en un libro publicado hace siete años, que ahora vale la pena releer cuidadosamente ( Tempêtes microbiennes, Gallimard 2013), Patrick Zylberman había descrito el proceso por el cual la seguridad sanitaria, que hasta ahora se había mantenido al margen de los cálculos políticos, se estaba convirtiendo en una parte esencial de las estrategias políticas estatales e internacionales. El problema es nada menos que la creación de una especie de "terror a la salud" como herramienta para gobernar lo que se llamó el peor de los casos., el peor de los casos. Según esta lógica de lo peor, ya en 2005 la organización mundial de la salud había anunciado "dos a 150 millones de muertes por gripe aviaria en camino", lo que sugiere una estrategia política que los estados aún no estaban listos para aceptar en ese momento. Zylberman muestra que el dispositivo sugerido se dividió en tres puntos: 1) construcción, sobre la base de un posible riesgo, de un escenario ficticio, en el que los datos se presentan de tal manera que favorezcan comportamientos que permitan gobernar una situación extrema; 2) adopción de la lógica de lo peor como régimen de racionalidad política; 3) la organización completa del cuerpo de ciudadanos para maximizar la membresía de las instituciones gubernamentales,seguridad de la salud ), pero se obliga legalmente a la salud ( bioseguridad ).
Lo que Zylberman describió en 2013 ahora ha ocurrido a tiempo. Está claro que, aparte de la situación de emergencia vinculada a un determinado virus que en el futuro puede dejar espacio para otro, es el diseño de un paradigma de gobierno cuya efectividad supera con creces la de todas las formas de gobierno. que la historia política de Occidente ha conocido hasta ahora. Si ya, en el declive progresivo de las ideologías y las creencias políticas, los motivos de seguridad habían permitido a los ciudadanos aceptar limitaciones a las libertades que no estaban dispuestos a aceptar antes, la bioseguridad ha demostrado ser capaz de presentar el cese absoluto de todas las actividades. política y cualquier relación social como la máxima forma de participación ciudadana. Esto nos permitió presenciar la paradoja de las organizaciones de izquierda,
Es evidente, y las propias autoridades gubernamentales no dejan de recordarnos, que el llamado "distanciamiento social" se convertirá en el modelo de la política que nos espera y que (como los representantes de un llamado grupo de trabajo), cuyos miembros están en un claro conflicto de intereses con la función que se espera que ejerzan, anunciaron) aprovecharán este distanciamiento para reemplazar los dispositivos tecnológicos digitales en todo el mundo de la fisicalidad humana, que se han convertido en tales sospechas de contagio (contagio político, por supuesto). Las lecciones universitarias, como ya ha recomendado MIUR, serán estables en línea a partir del próximo año, ya no te reconocerás mirándote a la cara, que puede cubrirse con una máscara de salud, sino a través de dispositivos digitales que reconocerán datos biológicos que se recopilan obligatoriamente y cualquier "reunión", ya sea por razones políticas o simplemente por amistad, seguirá estando prohibida.
Se trata de una concepción completa de los destinos de la sociedad humana en una perspectiva que en muchos aspectos parece haber asumido la idea apocalíptica de un fin del mundo a partir de las religiones ahora en su ocaso. Después de que la política haya sido reemplazada por la economía, ahora incluso para gobernar, tendrá que integrarse con el nuevo paradigma de bioseguridad, al que deberán sacrificarse todas las demás necesidades. Es legítimo preguntar si esa sociedad aún puede definirse como humana o si la pérdida de relaciones sensibles, de rostro, de amistad, de amor puede compensarse realmente con una seguridad sanitaria abstracta y presumiblemente completamente ficticia.
Lo que Zylberman describió en 2013 ahora ha ocurrido a tiempo. Está claro que, aparte de la situación de emergencia vinculada a un determinado virus que en el futuro puede dejar espacio para otro, es el diseño de un paradigma de gobierno cuya efectividad supera con creces la de todas las formas de gobierno. que la historia política de Occidente ha conocido hasta ahora. Si ya, en el declive progresivo de las ideologías y las creencias políticas, los motivos de seguridad habían permitido a los ciudadanos aceptar limitaciones a las libertades que no estaban dispuestos a aceptar antes, la bioseguridad ha demostrado ser capaz de presentar el cese absoluto de todas las actividades. política y cualquier relación social como la máxima forma de participación ciudadana. Esto nos permitió presenciar la paradoja de las organizaciones de izquierda,
Es evidente, y las propias autoridades gubernamentales no dejan de recordarnos, que el llamado "distanciamiento social" se convertirá en el modelo de la política que nos espera y que (como los representantes de un llamado grupo de trabajo), cuyos miembros están en un claro conflicto de intereses con la función que se espera que ejerzan, anunciaron) aprovecharán este distanciamiento para reemplazar los dispositivos tecnológicos digitales en todo el mundo de la fisicalidad humana, que se han convertido en tales sospechas de contagio (contagio político, por supuesto). Las lecciones universitarias, como ya ha recomendado MIUR, serán estables en línea a partir del próximo año, ya no te reconocerás mirándote a la cara, que puede cubrirse con una máscara de salud, sino a través de dispositivos digitales que reconocerán datos biológicos que se recopilan obligatoriamente y cualquier "reunión", ya sea por razones políticas o simplemente por amistad, seguirá estando prohibida.
Se trata de una concepción completa de los destinos de la sociedad humana en una perspectiva que en muchos aspectos parece haber asumido la idea apocalíptica de un fin del mundo a partir de las religiones ahora en su ocaso. Después de que la política haya sido reemplazada por la economía, ahora incluso para gobernar, tendrá que integrarse con el nuevo paradigma de bioseguridad, al que deberán sacrificarse todas las demás necesidades. Es legítimo preguntar si esa sociedad aún puede definirse como humana o si la pérdida de relaciones sensibles, de rostro, de amistad, de amor puede compensarse realmente con una seguridad sanitaria abstracta y presumiblemente completamente ficticia.
11 de mayo de 2020
Giorgio Agamben
Giorgio Agamben
Sunday, May 10, 2020
Francia | Crean una aplicación en Francia para grabar y denunciar la violencia policial - El Salto - Edición General
Francia | Crean una aplicación en Francia para grabar y denunciar la violencia policial - El Salto - Edición General
El Observatorio Nacional de la Violencia Policial lanza una aplicación que permite grabar las actuaciones de la Policía y enviar esos vídeos en tiempo real a servidores externos para evitar que sean borrados por los agentes. La iniciativa surge tras varios años de reflexiones en torno a los abusos policiales en el contexto de la huelga contra la reforma de las pensiones y las movilizaciones de los Chalecos Amarillos.
Hace menos de una semana, en la noche del sábado al domingo, en L’Île-Saint-Denis, municipio próximo a París, un joven se lanzó al Sena huyendo de una patrulla de la Policía. Tras sacarle del río, los agentes le llevaron entre risas y comentarios como “un morito como este no sabe nadar” a un furgón policial del que, poco tiempo después, empezaron a salir ruidos de gritos y golpes.
El caso es uno más de una larga cronología de abusos policiales en los barrios populares de Francia, en algunos casos con respuesta. Un territorio de extrarradio donde se conjugan inmigración, paro y racismo institucional, y en el que cada municipio da nombre a sonados escándalos de violencia policial: Clichy-sous-Bois, Mantes-la-Jolie, Noisy-le-Sec, Villeneuve-la-Garenne… Sin embargo, en L’Île-Saint-Denis, la agresión pudo ser filmada por varios testigos y difundida rápidamente por las redes sociales. Lo que obligó al Ministerio del Interior a pedir la suspensión temporal de los dos agentes implicados, apenas dos días después de conocerse los hechos.
Para Amal Bentounsi, portavoz del colectivo Urgente, Nuestra Policía Asesina y del Observatorio Nacional de la Violencia Policial, lo sucedido demuestra la necesidad de la aplicación para móviles que lanzaron el 10 de marzo. “Recibimos las imágenes de L’Île-Saint-Denis en nuestros servidores a las 4 de la mañana”, recuerda Bentounsi, “el testigo abrió la aplicación, grabó y así, aunque la Policía le incaute el móvil, las imágenes están a salvo”.
Bentounsi recalca que la Policía en Francia no tiene ninguna protección especial sobre sus derechos de imagen, como se recoge en un comunicado oficial del Ministerio del Interior de 2008, sobre el que se apoya su colectivo para dar un marco legal a su aplicación: “Queremos que los ciudadanos sepan que tienen derecho a grabar las actuaciones policiales. La Policía, muchas veces, se aprovecha de este desconocimiento y amenaza a la gente diciéndoles que es ilegal. Cuando no lo es”, afirma.
En el menú de la aplicación Urgence Violences Policières, el colectivo de Bentounsi da algunos consejos y recomendaciones técnicas para que las imágenes sean lo más claras posibles: mantener la calma, no gritar o hablar —para no distorsionar el audio— e intentar que se vean la cara y el número de placa del agente: “El objetivo es que los testigos pierdan el miedo a grabar a la Policía y no tengan que tomar las imágenes escondidos o desde lejos”, dice Bentounsi.
Cuando las imágenes llegan a los servidores de UVP, un grupo de voluntarios del colectivo se encarga de visionarlas y clasificarlas. Los usuarios de la aplicación, que se sustenta a través de donaciones, tienen que registrarse con una cuenta de Facebook o una dirección de correo y permitir el acceso a la aplicación a la cámara y la geolocalización del móvil. “Pero solo les pedimos que se identifiquen para poder contactar a los testigos en el caso de que las imágenes que manden sean interesantes”, señala Bentounsi.
Por su parte, el sindicato policial Alliance, conocido por la virulencia de sus campañas, ha contestado el nacimiento de la aplicación con un comunicado donde afirma que este tipo de iniciativa suponen un ataque a la presunción de inocencia de los agentes. Amal Bentounsi recuerda que su propósito no es “hacer ruido en las redes sociales”, sino acabar con la “sensación de impunidad” con la que según ella, actúa la Policía: “Que se sientan grabados puede disuadirles de usar la violencia”.
El colectivo al que representa Bentounsi, Urgente, Nuestra Policía Asesina, formado por familiares y víctimas de la violencia policial, busca denunciar lo que ella considera una violencia “sistemática”: “Hay una pirámide de intereses formados entre la Policía, la justicia y los políticos, que se sostienen y se apoyan. Los políticos rara vez hablan de los abusos policiales y, cuando lo hacen, son muy timoratos”. Amal quiere que la aplicación permita crear una relación de fuerzas contra la violencia policial: “Porque ahora mismo la Policía se siente impune. Y la impunidad crea monstruos”.
DE LOS BARRIOS A LOS MOVIMIENTO SOCIALES
Bentounsi explica que la aplicación surge tras varios años de reflexiones en torno a los abusos policiales y en un contexto, la huelga contra la reforma de las pensiones y las movilizaciones de los Chalecos Amarillos, en el que la sociedad francesa ha visto el uso gratuito y desproporcionado de la violencia por parte de la Policía. “A raíz de eso, la población es más consciente de lo que sufrimos en los barrios pobres”, señala: “Por eso animamos a todo aquel sea testigo de un abuso policial, a que nos mande las imágenes. Que nosotros las llevaremos a los tribunales. Solo así podremos hacer que la violencia aparezca en las estadísticas”.
Curiosamente, en 2019, el gran éxito de taquilla en los cines franceses fue la película Los Miserables, una historia de violencia policial en el extrarradio parisino. 25 años después de El odio (otro hito en la visibilización de la situación en los barrios pobres) el hilo conductor de Los Miserables parte de la experiencia de su realizador, Ladj Ly, quien aprendió a manejar la cámara como una forma de denuncia contra los controles y abusos que sufrían en su barrio.
En una de esas ocasiones, en 2008, Ly filmó la paliza que un grupo de policías le dieron a una chaval en el portal de su casa. La grabación de Ly sirvió para que, por primera vez, ese tipo de pruebas fueran aceptadas en un juicio.
Monday, May 04, 2020
Cristina Lucas, la belleza de la reflexión y el compromiso | Tam-Tam Press
Cristina Lucas, la belleza de la reflexión y el compromiso | Tam-Tam Press
La artista andaluza Cristina Lucas (Úbeda, 1973), comprometida con la realidad de su tiempo, trata de desentrañar lo que se esconde tras las estructuras de poder. Y más que hacer preguntas fáciles, intenta buscar las preguntas adecuadas. Esta creadora multidisciplinar protagoniza la cuarta entrega de la sección desde la que el periodista con raíces asturianas Gerardo López López –uno de los promotores del proyecto #Néxodos– comparte su mirada sobre mujeres artistas que le interesan…
CRISTINA LUCAS, la belleza de la reflexión y el compromiso
La reflexión y el compromiso son dos aspectos sin los que Cristina Lucas (Úbeda, 1973), la cuarta protagonista de esta serie, no entiende el trabajo artístico, un trabajo que la convierte en una referencia imprescindible en el arte español del siglo XXI. Es una artista multidisciplinar que abarca en su práctica artística, desde el dibujo y la pintura a la performace, el happening, la instalación, la fotografía y el vídeo, siendo precisamente en estas últimas disciplinas donde, en mi opinión, sus piezas alcanzan mayor interés, seriedad y contundencia.
Todos sus temas giran en torno al análisis de los instrumentos de poder y las limitaciones que estos imponen a la libertad individual y de determinados colectivos. El feminismo es uno de los ejes que vertebran su obra, pero también la violencia bélica, el abuso del capitalismo y sus paradojas o la hipocresía en el mundo del arte, todo analizado con buenas dosis de ironía y sentido del humor.
Otro de los aspectos más interesantes del trabajo de Cristina Lucas, es el uso que hace de las cartografías para abordar asuntos como el las consecuencias de la guerra, la arbitrariedad de las fronteras políticas o cuestiones de género. La artista señala en una entrevista con El Cultural que “hacer una cartografía es el intento fallido de entender algo mucho más grande que tú. Te ayuda a destapar cosas, que quedarán a la vista para siempre. Los primeros mapas son muy imprecisos, pero servían para navegar por los interminables océanos. Yo uso el mismo concepto”. Este uso de los mapas como materia artística y elemento de expresión de distintos conceptos, la une a un buen número de creadores que trabajan este elemento en sus obras y ha generado algunas de las piezas que se han convertido en referentes, como por ejemplo, “Pantone” (2007), “Mundo Masculino” y “Mundo Femenino” (2010) o la instalación “El rayo que no cesa” (2012).
“Pantone” se trata de un video-animación en el que genera unos mapas en los que combina una serie de colores con los límites geopolíticos de las naciones e imperios a lo largo de la historia. La pieza dura 41 minutos y en cada uno de ellos se reproducen los cambios correspondientes a un año, desde el 500 a.c. hasta el 2007, delimitándose con un color específico. Como señala la crítica de arte Lucy Quezada se produce “un cruce entre la visualidad del color y la historia del mapa mundial a lo largo de poco más 2500 años. La evidencia que queda en vista a través de este encuentro de discursos oficiales, es justamente aquello que se silencia a través de este mapa animado en colores; todo aquello que ocurre como parte del discurso de la historia universal para terminar constituyendo nuevas cartografías que –literalmente– pasan a formar parte del pasado a cada segundo”. En definitiva, la arbitrariedad y los intereses de los poderosos construyendo el mundo.
Otra de las obras más ambiciosas y en mi opinión más importantes de la artista, es la instalación “El Rayo que no cesa” (2015) que generó una estupenda exposición, “Manchas en el silencio”, celebrada en la sala Alcalá 31 en 2017. La pieza nace en el 75 aniversario del bombardeo de Guernica y trata de documentar, a lo largo de cinco años de trabajo con un buen número de colaboradores, todos los bombardeos sobre población civil que se han producido desde el comienzo de la historia de la aviación. Se genera una enorme base de datos representada estéticamente en tres pantallas en las que se va generando por una parte un mapa de los bombardeos, en la pantalla central, mientras en las otras dos aparecen los detalles de cada uno de ellos y una imagen del lugar bombardeado.
En la exposición “Manchas en el silencio” la pieza está acompañada de unos anti-mapas que señalan los lugares bombardeados con color negro y crean un mundo lleno de cicatrices. Además, la muestra se completa con fotografías, una serie de ordenadores conectados a los archivos y bases de datos de donde se ha obtenido la información y por último una serie de 360 relojes que representan los 360 grados del planeta y simbolizan la constante repetición de las mismas imágenes y de lo que pareciera la misma población civil una y otra vez bombardeada. En las guerras de hace décadas y en las contemporáneas, siempre las mismas víctimas.
Hay otras dos video-creaciones de Lucas que me gustaría comentar, antes de hablar de sus series fotográficas, una es “Habla” (2008) en la que aborda el tema del patriarcado en la historia del arte y que consiste en la grabación de una performance, en la que la artista destroza a golpes, con un gran martillo, una reproducción del Moisés de Miguel Ángel, con un resultado visual de gran potencia.
La otra pieza es “Europleasure International. Touch and Go” (2010), en la que aborda el tema del liberalismo y la destrucción de empleo que generó en el Reino Unido la política de Margaret Thatcher, como símbolo de lo que ocurre en muchos lugares del mundo a partir de que este liberalismo se ha convertido en ideología global. La artista invita a una serie de trabajadores de Liverpool, que perdieron su trabajo en tiempos de Thatcher, a manifestar su opinión tirando piedras a un almacén abandonado. La pieza, que forma parte de los fondos de la “Colección Arte Contemporáneo” que se alojan de forma permanente en el Museo Patio Herreriano de Valladolid y resulta un trabajo cargado de humanidad y reflexión, una obra que cumple muy bien con lo que la artista cree que es la función del arte: “mostrar algo sin respuestas, crear más dudas y sobre todo fomentar la reflexión”.
De las series fotográficas de Cristina Lucas destaco tres, dos centradas en la mujer y el feminismo, “El Viejo Orden” (2004) y “Las Hijas de Eva” (2008) y la otra que habla de los museos, su papel en la consagración de los discursos artísticos e incluso de los cuáles con los cuerpos autorizados y los que son desterrados, “Invisible Nude” (2010-2012).
“El Viejo Orden” es una serie fotográfica en la que reflexiona sobre la dialéctica del poder y su relación con el papel de la mujer en el hogar y en la familia. Está relacionada con una serie de dibujos titulada “Sección Femenina” (2003) en la que ilustra algunos de los valores que caracterizaban a la mujer en el ideario de la Falange Española. Cristina Lucas afirma que llegó mayor a los planteamientos feministas, pero ahora lo tiene muy claro, como afirma en Metrópolis: “Ser feminista y ser demócrata es lo mismo. No ser feminista es ser medieval”.
En “Las Hijas de Eva” las mujeres en distintos contextos y de diferentes edades se agarran del pelo como si quisieran elevarse. Hace en referencia en este trabajo a dos historias míticas, por una parte, a la del Barón de Münchausen, que se salvó de ahogarse es un pantano supuestamente tirándose del pelo a sí mismo, y por otra parte a la fábula Rapunzel, que utiliza su larga melena para ser salvada por el príncipe. Son dos historias en las que la liberación llega a través del pelo, pero cabe preguntarse ante estas imágenes si las mujeres de las fotografías quieren realmente ser rescatadas. De nuevo queda patente la ironía de la artista.
La última serie que quiero mencionar está también cargada de sentido del humor. “Invisible Nude” parte de la normalidad con la que las obras artísticas de desnudos cuelgan en las paredes de los museos, pero donde el desnudo real es siempre conflictivo y cuestionado. La acción desarrollada por la artista consiste en fotografiar las perfomances que desarrollan los y las modelos en los principales museos del mundo, que entran en una sala determinada y se quedan desnudos, dialogando con alguna de las piezas que cuelgan en la pared de la sala y siendo rápidamente expulsados por la seguridad. Además de lo más obvio, Cristina Lucas pone el foco en los museos con la intención de llamar la atención sobre la progresiva transformación que están sufriendo, convirtiéndose en “espacios de ocio” y lo que ella considera más peligro, en lugares que contribuyen a las operaciones especulativas del mercado del arte.
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