La ruptura de relaciones diplomáticas con Estados Unidos, anunciada por Nicolás Maduro, presidente de la República Bolivariana de Venezuela, es un acto de dignidad como los que hacen falta hoy en el nuestra América y en el mundo. La única manera de responder con soberanía al descarado intento estadunidense de imponer un gobierno paralelo en la patria de Bolívar. El mandatario venezolano hizo el anuncio antes una gran concentración de pueblo chavista, que desbordó las calles de Caracas y de todas las ciudades de Venezuela este 23 de enero. Pese al esfuerzo de la mafia mediática por mostrar lo contrario, la oposición se manifestó sólo en sus zonas tradicionales, e incluso, en algunas de ellas prevaleció el chavismo.
Maduro no es sólo el único presidente legítimo de Venezuela, electo en comicios democráticos y transparentes, certificados por el mismo ente electoral que reconoció en 2015 la victoria de la oposición en las elecciones parlamentarias. Es, además, junto a la dirección político-militar de la revolución, un paciente, laborioso e inquebrantable luchador por la paz. Con grandes esfuerzos y buena voluntad, ha agotado cuantas oportunidades han estado a su alcance por mantener la paz, la estabilidad y la institucionalidad democrática de la república y cuando no han existido esas oportunidades, ha tratado de crearlas. Esto, en circunstancias de acoso, cerco, guerra económica, diplomática y mediática de Washington, sus lacayos y aliados. Maduro hizo lo posible y lo imposible, en reiteradas ocasiones, por conducir a una salida airosa para ambas partes.
Por cierto, a punto estuvo de ser alcanzada esa salida en República Dominicana, a través de las pláticas mediadas por el ex presidente del gobierno español José Luis Rodríguez Zapatero y el mandatario de ese país Danilo Medina. Pero cuando el gobierno venezolano y la oposición habían adoptado acuerdos que darían sustento a la solución política del conflicto, fue abortada momentos antes de la firma mediante una brutal exigencia telefónica a la delegación opositora por el entonces secretario de Estado yanqui Rex Tillerson.
Con su ¡basta ya!, Maduro ha trazado la raya sobre la arena entre quienes quieren una humillante solución imperialista yanqui y, por lo tanto, sangrienta, al conflicto político en Venezuela, y quienes quieren una solución política venezolana en paz y sin sangre. Los lacayos del imperialismo en el país caribeño han cumplido la insolente orden que diera el martes el vicepresidente de Estados Unidos de iniciar un nuevo intento de golpe de Estado. La juramentación del payaso de turno Juan Guaidó comopresidente interino –un cargo totalmente inconstitucional–, en efecto, se ajusta a la instrucción impartida el día antes desde la Casa Blanca por Mike Pence. La coreografía grotesca del acto es parte del guion concebido hace años por el Comando Sur de las fuerzas armadas yanquis. Pero ahora descarada y públicamente instruido desde la voz de mando de Pence y del presidente Donald Trump, cuya administración encabeza la lista de los impresentables gobiernos que han reconocido a Guaidó, quien exhibe un amplio y largo historial de actos de violencia guarimbera y ha tenido como único elector al presidente de Estados Unidos. Los gobiernos que reconocen al títere son la hez del neoliberalismo, la ultraderecha y el neofascismo. Todos los del Grupo de Lima con la honrosa excepción de México. Cuba, Bolivia, Nicaragua y nada menos que Rusia y China apoyan a Maduro, entre muchos otros países del mundo.
No es la solución pacífica lo que buscan, como proclama el payaso Guaidó. Lo suyo es la violencia, preámbulo del denigrante espectáculo que ofreciera en su autoproclamación. La acción aislada, ordenada desde el exterior, de un pequeño grupo de guardias nacionales que robó 40 armas de guerra de un cuartel, ya capturados y recuperado el armamento en su mayoría, la quema de la emblemática Casa de Cultura Robert Serra y de una estatua de Chávez, más otras graves acciones impedidas por la oportuna acción de los cuerpos de seguridad bolivarianos. Lo que busca Estados Unidos, con sus llamados a la rebelión de la Fuerza Armada Nacional Boivariana, replicados por la Asamblea Nacional (AN) y el payaso es el enfrentamiento civil entre los venezolanos. Que se maten entre ellos para evitarle a Washington y ejércitos títeres los grandes riesgos de una intervención militar. Conviene recordar que la AN, declarada en desacato por el Tribunal Supremo de Justicia y de una continuada trayectoria golpista, no tiene derecho a ejercer ninguna de sus atribuciones. El órgano que ostenta todas las prerrogativas legislativas y está por encima de todos los poderes de Estado es la Asamblea Nacional Constituyente, electa en 2017.
La única solución al conflicto político en Venezuela pasa por el diálogo y el mayor respeto a su independencia, soberanía y Constitución.
Nacido en la esclavitud, luego reivindicado por las mujeres negras, el turbante es ahora una célebre expresión de estilo e identidad.
El turbante ha sufrido varias transformaciones a través de la historia. Como descendiente de las telas que adornaban las cabezas de las mujeres en el antiguo Egipto y el África subsahariana, ha llegado a representar el linaje cultural e histórico que los negros del Continente Americano han mantenido con el Continente Africano. También se ha convertido en una poderoso complemento del tipo de belleza que se ha enfrentado como la antítesis de la feminidad blanca.
Inicialmente, el turbante no pretendía ser una expresión de resistencia o belleza negra. Como un insulto ofensivo nacido en el racismo y la supremacía blanca, fue apropiado por el pueblo negro cuya humanidad trataron de socavar. En su artículo “El Turbante de la mujer afroamericana: desenredando los símbolos”, la historiadora Helen BradleyGabriel explica que tanto el simbolismo como las funciones del turbante “adquirieron una significado paradójico” que podría haberse creado sólo en “el crisol de La esclavitud y sus secuelas”. Al indagar en los testimonios de los esclavos durante ese período, la historiadora concluye que, mientras que el turbante adoptó diferentes significados y propósitos a lo largo del tiempo, fueron en última instancia los descendientes de los esclavos quienes determinaron su significado y uso para el futuras generaciones.
Antes de las guerras de independencia americanas, las colonias europeas promulgaron leyes para distinguir a los esclavos africanos de sus florecientes poblaciones blancas. El propósito de esta legislación era afianzar la superioridad de los europeos y un sistema económico que explotaba el trabajo de los esclavos africanos. Bajo el gobierno británico, Carolina del Sur aprobó la Ley del Negro de 1735, que estipulaba el tipo de ropa que se permitía a las personas negras usar, prohibiendo cualquier cosa más extravagante que “tela negra, lona, kerseys, osnabrigs, ropa azul, ropa de cuadros o ropa gruesa. Garlix, , algodones o tela escocesa”. El gobernador Esteban Rodríguez Miró, de Luisiana, que todavía era una colonia española, aprobó el “Edicto de buen gobierno”, que exigía a las mujeres negras usar“ el pelo atado con un pañuelo ” o un “tignon”. Además, a las mujeres negras se les impidió usar las mismas “joyas o plumas” que las mujeres de ascendencia europea.
El gobernador Miró también estaba preocupado por el creciente atractivo que las mujeres criollas y mestizas, a las que se referían como mulatas, tenían para los hombres de ascendencia europea. Parte de hacer obligatorio el uso de los turbantes era disuadir a los dueños de las plantaciones y a los capataces de esclavos de perseguir a mujeres que eran consideradas inferiores a ellos. En Sudáfrica, se aprobaron leyes similares a instancias de las esposas de los dueños de esclavos, que pensaban que el turbante impediría a los hombres blancos perseguir a los esclavas negras.
Hablando con el presentador de radio sudafricano Eusebius McKaiser, el economista y sociólogo Hlonipha Mokoena enfatizó que estas leyes fueron hechas en nombre de las mujeres blancas que sentían que las esclavas con varios “tonos de piel marrón [y] muchas texturas diferentes del pelo” eran una tentación para los hombres blancos. “Hay informes y ejemplos de mujeres blancas que afeitaban a la fuerza el pelo de los esclavas negras”, dijo Mokoena. “Las mujeres blancas solían quejarse de que, básicamente, cuando caminan con sus esclavas, los hombres blancos se confunden sobre quién es la esclava y quién es la dueña. Así que era mucho mejor tener mujeres negras con la cabeza tapada. Ese es básicamente la función del turbante en las sociedades esclavas”.
En el Sur de Estados Unidos de antes de la guerra civil, las mujeres negras esclavizados se vieron obligadas a usar pañuelos o tocados como parte de su uniforme. Mientras que el paño protegía su pelo de los piojos y de la transpiración mientras que trabajaban bajo un sol ardiente, también fue utilizado para designar su estatus inferior. Se requería que las esclavas mestizas se pusieran el turbante para que no pudieran pasar como blancos. Los temores sobre las consecuencias de la lujuria masculina blanca violenta coincidió con sospechas sobre la rebelión potencial de los negros. De los dueños de las plantaciones a los políticos, las formas de expresión individual y colectiva del negro fueron tratadas como un indicador de agitación inminente. La regulación del código de vestimenta de la población negra permitió a la sociedad blanca sentirse con el control y ejercer el derecho de aplastar cualquier desobediencia civil o quebrantamiento de la ley que pudiesen percibir.
Pronto, el turbante se asoció con la representación de las mujeres negras como “mamis” que satisfacían las necesidades de sus amos y amas blancas. Canciones como “Tía Jemima”, escrita e interpretada por el comediante Billy Kersands en 1875, y productos como la mezcla de Pancake Flour de la tía Jemima de Pearl Milling Company popularizaron la imagen de las mujeres negras como figuras descaradas pero maternas cuyo propósito era mimar a la América blanca. Pero los esfuerzos por vincular el código de vestimenta de los afrodescendientes a su estatus inferior bajo la supremacía blanca crearon un entorno en el que los esclavos adoptaron formas innovadoras de expresarse bajo la tiranía de sus amos. Lo que se utilizó para reforzar la superioridad de la sociedad blanca se convirtió en un orgulloso marcador de identidad. Como dijo la profesora de estudios e historia negra Tanisha C. Ford en una entrevista con GQ, el trubante rápidamente se convirtió en “una manera en que las mujeres negras reclamaron su propia humanidad”.
A principios del siglo XX, los primeros alisadores químicos fueron introducidos para el cuidado del cabello negro. El “Great Wonderful Hair Grower” de la empresaria Annie Malone y el “Wonderful Hair Grower” el más existoso producto de Madame C.J. Walker, permitieron que las mujeres negras alisaran químicamente su cabello y prometían un crecimiento rápido del cabello después de la aplicación. Si bien estos estilos procesados químicamente fueron criticados por activistas como Booker T. Washington por fomentar la internalización de los estándares de belleza europeos, su implantación significó que la envoltura para la cabeza tomó un uso más funcional: los turbantes protegían el cabello del sudor, el agua y el polvo, que interferirían con la efectividad de estos productos.
Una modo de usar el turbante es el durag, una pañuelo que hace presión y que se utiliza para proteger el cabello tratado químicamente del sudor, el agua y el polvo. Ethnic Dress in the United States: A Cultural Encyclopedia cita la década de 1930 como el primer período en el que el durag se usaba, cada vez más por hombres negros, para mantener peinados como el conk, que dejaban el cabello en ondas suaves. El conk fue exhibido por músicos de jazz como Duke Ellington y Cab Calloway.
Mientras que la demanda de cabello procesado químicamente disminuyó con el aumento del movimiento Black Power a finales de los años sesenta y setenta, el turbante y el durag continuaron siendo elementos culturales en la moda estadounidense, y este último ganó prominencia con el auge del hip-hop en la década de los ochenta. Lo que una vez fue un simple paño destinado a reforzar el bajo estatus de los negros es ahora una poderosa expresión de identidad.
Karibu significa “bienvenido” en lengua swahili y es también el nombre de la asociación que, desde hace casi tres décadas, trabaja de diversas formas con población africana. En la actualidad, está dirigida por Nicole Ndongala, quien llegó de República Democrática del Congo hace veinte años, por el clima de inestabilidad política y violencia que vivía su país.
Hoy, es una mujer con un discurso poderoso, que tiene respuestas para casi todas las preguntas concernientes a temas de género y su relación con el continente del cual proviene.
Nicole, llevas años trabajando con mujeres africanas, ¿cuál es tu labor, exactamente? ¿Y qué tipo de servicios se presta a las mujeres que van a Karibu?
La Asociación Karibu surge en 1991, cuando empezaron las llegadas de numerosos africanos a España y la situación requería acogida y apoyo humanitario integral que abarcara todos los aspectos de la vida diaria.
Más adelante, surge el Centro de formación y promoción de la mujer, que coordiné durante varios años y actualmente, lo siguen llevando otras compañeras. Su objetivo principal es dar respuesta a las necesidades más inminentes de las mujeres. Se les ofrecen los diferentes servicios de los que dispone Karibu: acogida, alojamiento, asesoramiento jurídico, atención médica, actividades formativas, orientación laboral, acceso a vivienda, y atención personal y psicológica, todo ello encaminado a su integración.
Una vez detectadas las necesidades de cada mujer, se planifica y se diseña un itinerario individual.
Muchas mujeres, llegan con una situación muy vulnerable. Se hace un seguimiento personalizado, hasta que su situación sea más favorable y puedan encontrar recursos por ellas mismas.
Karibu es también un lugar de referencia y de encuentro para los inmigrantes del África negra, hombres y mujeres que llegan y también para quienes viven aquí de forma permanente.
¿De dónde son las mujeres africanas que atendéis?
La imagen que se da de las personas africanas migrantes, mayoritariamente es la de varones de 20-35 años y es inexacta, las mujeres también son un grupo numeroso. Muchas veces, acaban invisibilizadas por circunstancias e intereses diversos.
Las mujeres tienen iniciativa propia y migran de manera autónoma, con todas las consecuencias vinculadas a la vulnerabilidad que eso puede acarrear.
Provienen de diferentes países Africanos, mayoritariamente: Angola, Camerún, Senegal, Mali, Costa de Marfil, Republica Democrática del Congo, Etiopia, Nigeria, Gambia, Ghana, Guinea Bissau, Conakry y Ecuatorial.
¿Cuáles son las razones diversas que provocan que migren?
Depende mucho de la situación política, económica y de desigualdad de oportunidades que vivan los países africanos en cuestión.
Por una parte, vienen porque en sus países de origen permanecen en situaciones de violencia y de pobreza, sin poder optar a un futuro digno para ellas y sus familias y por otra, con la finalidad de mejorar su vida con formación académica y, de este modo, ampliar sus perspectivas laborales e intelectuales. Afortunadamente, entre nosotras hay mucha pluralidad.
Con todo, desafortunadamente, algunas mujeres reciben ofertas de trabajo engañosas que pueden derivar en explotación sexual en locales de prostitución, en donde se ven obligadas a hacer actividades forzadas. De todas maneras, las mujeres africanas en España son las verdaderas desconocidas, existen muchos prejuicios sobre ellas y con ello tienen que sobrevivir.
¿Por qué España?
En su momento lo dije en una entrevista, no puedes esperar un visado mientras tu vida está en riesgo.
Sabemos las dificultades que hay para obtener un visado desde África, aun cumpliendo con los requisitos que requiere la Embajada del país de destino, podemos estar hasta un año o incluso más, pendientes de una respuesta que, probablemente, acabará por ser negativa. De ahí que la gente busque otras vías, aunque eso implique arriesgarse, viajando por el desierto, saltando la valla o nadando… Al final, muchas personas vienen a España por ser el país europeo más cercano
¿Qué provocó que migraras tú?
Salí porque buscaba refugio, necesitaba protección. Cuando hay guerra, la violación contra las mujeres es el mecanismo más eficaz para desestabilizar un país. Tras el golpe de estado que se vivió en 1997, en la República Democrática Del Congo, mi país, y que hasta ahora continúa manifestándose con conflictos armados, hubo altos índices de delincuencia de los rebeldes, masacres, violaciones hacia las mujeres y niñas.
Por desgracia, yo también viví situaciones desagradables y no podía seguir conviviendo con la resignación y el miedo a la violencia sexual a diario, la discriminación de género, la amenaza de sufrir maltrato físico o psicológico o de perder la vida.
Muchas jóvenes como yo huimos con el dolor que implica dejar atrás muchos recuerdos. En mi caso, con la ayuda de mi familia que sabían que era lo mejor que podía hacer en ese momento.
¿Es positivo que alguien que también ha venido a España desde el continente africano sea quien, entre otras personas, trabaje con la gente recién llegada?
Sí, creo que es muy positiva mi atención, porque se traduce, en parte, en admiración pero, sobre todo, en confianza.
Sienten que yo puedo comprender lo que viven, sus motivos para venir aquí, sus dificultades para conocer esta cultura y forma de vivir y también sus luchas y esfuerzos por abrirse camino y cumplir su proyecto de vida y laboral. Por encima de todo, creo que nos reconocemos como mujeres valientes, con gran fortaleza de ánimo y con personalidad propia. Para las personas que acaban de llegar a un país con una cultura diferente, la primera acogida es fundamental porque de ello depende el planteamiento de su futuro.
Esto no significa que personas no africanas no puedan hacerlo bien, de hecho, lo hacen estupendamente.
Dentro de Karibu, siempre trabajamos en equipo para dar una respuesta global a las necesidades de las personas. Sobre todo en los primeros meses, hay profesionales especializados en el tema de extranjeros, inmigrantes y refugiados. Sin embargo, la acogida no solo depende de las personas, tiene que haber planteamientos globales de querer acoger, un compromiso social de aceptar al otro, aunque sea diferente, programas de acogida, debe desaparecer el rechazo… No podemos considerar al otro como inferior y entender que únicamente nos vale para servirnos.
Mis compañeras/os y yo lo que intentamos es posibilitar la integración.
El equipo humano de voluntaries que tenemos en Karibu es de aceptación no de rechazo, se vive la acogida, la hospitalidad y la fraternidad. También nos animamos a afrontar el futuro con esperanza.
Pese a las diferencias obvias existentes, ¿existen patrones comunes, entre las mujeres africanas? ¿Cuáles son?
Tenemos las diferencias culturales como cualquier otro continente, porque África es un continente con 56 países. El error radica en que por el hecho de ser negras, se nos niega la capacidad de ser diferentes. Sin embargo, sí hay ciertas coincidencias: Venimos de un continente en el que, en demasiadas ocasiones, la mujer está considerada como alguien de segunda clase, cuando lo cierto es que son la verdadera riqueza de África. La mujer africana ha sido capaz de hacer valer los valores del ser humano, por encima de otras muchas miserias, violencias o guerras. Su deseo de mejorar económicamente, prosperar, encontrar mayor bienestar y libertad, ha sido una constante en sus biografías. Esto incluye acceder a una formación que les/nos permitiera abrirse/nos un camino profesional o/y emprender un negocio.
Podemos decir que masivamente las mujeres africanas somos solidarias con los nuestros y capaces de sostener a nuestras familias en nuestros países de origen.
Respondiendo a tu pregunta, el patrón común que tenemos entre las mujeres africanas es la humanidad y la africana es por naturaleza una mujer de esperanza.
Muchas veces, las mujeres Afro, en España, decimos que el feminismo hegemónico no nos tiene en cuenta, ¿qué opinas tú?
Creo que es ideológico, mejor no tomarlo en cuenta, el opresor común de todas las mujeres es el patriarcado, aunque haya algunas mujeres que asuman valores machistas.
Estamos acostumbradas a que no se nos tenga en cuenta. Es necesaria la transformación del espacio privado, no basta con ganar espacio en lo público (trabajo, educación, derechos civiles).
Detrás de nuestros estilos de vida y opciones no está la capacidad de “empoderamiento” individual que tengamos, sino una determinada estructura social, pero siempre sin caer en un actitudes paternalistas.
Hablando de escuchar… en España se habla de la trata y de la situación de las mujeres africanas, pero no siempre se ve a las propias mujeres interviniendo en dicho debate, ¿a qué crees que se debe?
Desde La Asociación Karibu, no nos hemos encontrado con la realidad de la trata de forma masiva, pero sí con alguna persona concreta que se ha visto metida en este mundo sin buscarlo.
Lo que sí hemos detectado es que en nuestras actividades, algunas mujeres al conocer que sus amigas o conocidas estaban acogidas, se han animado a apuntarse a ellas. Esa ha sido la vía para poder abandonar el tipo de vida que tenían. Algunas de esas mujeres, a veces, no tienen información ni saben que pueden acceder a otras ayudas y a la protección que pudieran necesitar.
También es cierto que también hay mujeres que se inclinan por llevar una vida que les proporcione el dinero rápido que necesitan para hacer frente a sus deudas o a la urgencia de enviar ayuda a su familia. Estas son presiones que ejercen una fuerte influencia en la vida de muchas mujeres africanas del sur del Sáhara.
¿Y las propias mujeres afro estamos teniendo en cuenta la voz de las mujeres africanas recién llegadas? ¿Qué mensajes estamos ignorando y deberíamos escuchar?
La cultura occidental es individualista…la gente tiene sus círculos de amistades o intereses bastante cerrados… para las mujeres afro-españolas y las que llevamos más tiempo aquí el desafío es “salir al encuentro” de las que llegan. ¿Cómo? Creando espacios de amistad, de apoyo y conocimiento mutuo, de intercambio de saberes y opiniones…de cuidado y valoración de las unas por otras. La acogida, la hospitalidad y la solidaridad comunitaria son valores profundamente africanos.
Las que llegan y las que estamos podemos discernir y ayudarnos a elegir juntas lo que nos hace crecer como mujeres con identidad y personalidad propia, más humanas, comunicativas, libres y sobre todo más felices.
¿De qué forma suele representarse/hablarse de las mujeres africanas en los medios de comunicación?
Cuando se habla de mujer africana hay más mitos que realidades. Suele pensarse que no tenemos mucha cultura, que no estamos suficientemente preparadas, que solo somos amas de casa, que somos débiles…¿Por qué no se habla de las mujeres africanas que han destacado en el ámbito humanitario de reconciliación de pueblos y que están mediando por la paz?
El 85% de la economía africana está en manos de las mujeres. En cuanto a la representación social, también en África comienza a haber mujeres con roles significativos, profesionales en la cultura, en los movimientos asociativos, incluso, en la política. En el marco familiar, la mujer es columna vertebral de la familia y de la red social.
En los países en los que hay conflictos bélicos, como en R.D. Congo, Sudán, o Costa de Marfil, desgraciadamente la violación sexual de la mujer como arma de guerra, es empleada para destruir las comunidades humanas. Dañada ella, la familia, el entorno social se desintegra y a partir de ahí, la apropiación de territorios codiciados por sus riquezas minerales, forestales, etc… puede resultar más sencilla. La mujer es en primer lugar, la que corre más riesgo. Si ella es destruida, todo el tejido social queda desintegrado. La mujer es vulnerable, pero poderosa e importante, incluso en las situaciones más adversas. Pero yo digo que pueden destruir nuestros cuerpos, con nuestra dignidad ni la más potente arma puede acabar.
A pesar de que lo anterior no suele contarse, considero que, afortunadamente, ya va habiendo también una nueva imagen de la mujer africana en los medios de comunicación de algunos países.
Yo llevo 20 años aquí y no soy la única. Hay mujeres africanas que llevan mucho tiempo en España: políticas, escritoras, periodistas, emprendedoras, cantantes y deportistas de élite. Lo que sucede es que no se visibilizan lo suficiente esos perfiles.
Muchas veces, la sociedad española culpa a las personas migrantes de quitar oportunidades laborales, del aumento del desempleo y demás. Sin embargo, la mayoría de las mujeres africanas desempeñan actividades que no tienen derecho a paro: servicio doméstico, limpieza, el campo o cuidar a personas mayores. Lo sorprendente es que incluso para encontrar este tipo de trabajo, en demasiadas ocasiones, también son rechazadas. Todo ello lleva a una situación de estabilidad muy débil que hace que muchas estén en la precariedad y abuso laboral.
¿Qué consecuencias tiene dicha representación en la sociedad? ¿Y para las propias mujeres africanas?
Se nos ve como mujeres desvalidas, sin reconocer nuestra valía. Aquí, en España, la cuestión básica de la realidad de la mujer de la región africana al sur del Sáhara está condicionada y mediatizada por la documentación o, como se dice vulgarmente, los papeles. La forma de acceder a dichos papeles frecuentemente conduce a situaciones de explotación o sometimiento.
¿Y cómo cambiar eso?
Diseñando un modelo de convivencia digno para que no haya barreras, facilitando una integración conveniente y un planteamiento de tú a tú. Acceder a una forma de documentación adecuada, reduciría mucho las situaciones de dependencia de la mujer africana. Sin ella, es complicado trabajar, e imposible cotizar en la seguridad social. No obstante, un porcentaje muy alto de las mujeres africanas no tiene posibilidades de acceder a una vida digna por las barreras existentes.
¿Quién eras al llegar y quién eres ahora?
Era una chica africana joven que había salido de su país por las razones que he citado con anterioridad, Me ha tocado luchar duro contra las adversidades con las que se topa cualquier recién llegada. He tenido que buscar mi camino trabajando duro para poder tener acceso a una plaza en una sociedad occidental, diferente a la mía. Era una persona que sabía que para poder salir adelante, debía ser fuerte, aprender para integrarme y dejarme guiar social y laboralmente por el Padre Antonio Díaz de Freijo, fundador de Karibu, la Hermana Beny, Isabel, Marie y José, que en paz descanse, y muchos voluntarios de la Asociación KARIBU. Son ellos quienes guiaron mis primeros pasos en este país y diseñamos juntos un itinerario para mi integración y formación. Mi fortaleza, voluntad y dedicación hicieron que me pusiera manos a la obra.
Hoy en día, soy la suma de todo ese trayecto, el producto de un recorrido largo. Desde el principio, me dije que, a pesar de los estereotipos, es posible llegar a conseguir un lugar en esta sociedad, desde el cual fuera posible compartir mis experiencias y ayudar a otras mujeres africanas a seguir los pasos de una integración adecuada.
A mi modo de ver, es fundamental que la sociedad española vea que si no nos cierran puertas, podemos alcanzar metas. Sí se puede, aunque te reconozco que es una responsabilidad muy grande ser uno de los referentes de todo tu colectivo.
¿Qué esperabas encontrar en Madrid y qué te ha sorprendido hallar?
No pensé mucho en lo que me iba encontrar, pero daba por hecho que encontraría un país de paz, seguro y una sociedad abierta.
En mi caso, de verdad, cuando llegué me encontré con personas acogedoras y solidarias y tuve mucha suerte porque no suele ser habitual. Es triste porque la interculturalidad en una sociedad debe ser apreciada, no rechazada. Lo que sí me sorprendió es la burocracia y los trámites que existen solo para que puedan documentar a una persona. Esta espera te hace vivir con varios nombres en la cabeza, “ilegal”, “sin papeles”, “indocumentada”… que solo te crea frustraciones.
Pese a esas dificultades me sigue llamando la atención la capacidad que tienen las mujeres para poder buscarse una vida dignamente.
¿Has cumplido tus sueños? ¿Cuáles te quedan por cumplir?
A nivel personal, diría que no se cumplen los sueños de un día para otro, hay que trabajarlos. En la vida real, no solo hay que soñar para lograr ser alguien, hace falta esforzarse, saber hacer, luchar, ser humilde, tener buen corazón y oportunidades. Los sueños son metas que cada persona debe de establecer en la vida y seguramente ni te das cuenta cuando los vas cumpliendo.
Yo valoro y agradezco, día a día, las pequeñas cosas que me hacen feliz, a aquellas personas que me apoyan para mi crecimiento tanto personal como profesional.
A nivel laboral, mi sueño siempre, desde pequeña, ha sido contribuir en algo positivo en este mundo, buscar la igualdad y vivir en armonía. Creo que ha sido un sueño luchado y logrado porque Karibu me ha dado esta oportunidad de poder contribuir con mi humanidad y profesionalidad para el éxito de la asociación que represento. Estoy feliz porque sé que mis logros ayudan también a los demás, en especial a las mujeres que tienen dificultades porque con mi ejemplo se dan cuenta de que pueden cambiar su situación luchando.
Mientras tenga la capacidad de seguir soñando, me quedarán muchos sueños por cumplir, ya que si sigue existiendo un mundo injusto, desigual, continuaré alzando mi voz y depositando mi granito de arena, con el objetivo de construir un planeta más justo.
¿Piensas mucho en RDC? ¿Tanto como para volver algún día?
Claro que sí, porque es mi país, la tierra que me vio nacer y que me educó hasta que me fui.
Como a muchas otras personas, me gustaría volver un día a la RDC para vivir, transferir mi conocimiento y contribuir al bienestar y desarrollo sostenible del país. Me centraría, sobre todo, en el fortalecimiento del trabajo de las mujeres, en su concientización y en el fortalecimiento de sus capacidades.
Con todo, debo de reconocer que, después de haber vivido ya 20 años en España, una sociedad que me ha dado mucho pero también a la cual he aportado, la decisión no es tan fácil ya que me identifico con la labor que hacemos en la Asociación Karibu, siento que es parte mi vida.
Esto no significa que si mi país necesitara mi aportación, no se la fuera a dar.
El problema que tenemos en RDC es la inestabilidad política, de ahí que resulte complicado planear un futuro, actualmente. A largo plazo, si las cosas cambiaran, se podría plantear la vida de otra manera.
¿Las mujeres africanas y afrodescendientes somos más útiles aquí o en nuestros países de origen?
Hoy tenemos que pensar que en nuestro mundo globalizado entre el “aquí y allí” cada vez habrá menos distancias, por la facilidad y en ocasiones “la inmediatez” de las comunicaciones (mirad las ventajas de la informática)
Las mujeres africanas o de otros continentes somos útiles y valiosas donde quiera que estemos, si somos mujeres orgullosas de ser nosotras mismas, deseosas de progresar, para hacer realidad nuestro proyecto de vida y colaboramos con el resto para hacer de nuestras sociedades un lugar mejor.
En este momento de la historia, África tiene mucho que ofrecer y decir. “África es corazón de reserva para la humanidad” se ha dicho de muchas formas a través de hombres africanos como el Dr. Mukwenge, actual premio nobel, Nelson Mandela y de mujeres como Wangari Maathai, Miriam Makeba, etc…
Ho,y las mujeres africanas, mujeres migrantes y ciudadanas del mundo somos para la historia imprescindibles, tanto en nuestros países de origen, como aquí.
Cada vez, más personas están contando sus propias historias, usando como canal la literatura, ¿tú también te planteas escribir un libro?
En primer lugar, felicito a todas esas mujeres afro que se están animando a escribir un libro, yo diría que son más que libros porque muchas hablan de sus experiencias pero, al tiempo, son la voz de bastante gente que encuentra similitudes con las historias que cuentan.
Lo cierto es que mucha gente (amigos editores, entre ellos) me animan a escribir, pero yo no tengo prisa por hacerlo. Ese momento, seguro, llegará. No escribiría solo sobre mí, sino acerca de lo que he aprendido, hasta ahora, sobre el mundo de inmigración.
En 2016 Carmen Soler escribió “Penélopes”, que fue un encargo del Nuevo Teatro Fronterizo, para su ciclo temático “En riesgo”. Se trató de un texto que se inspiraba en mi experiencia personal, así como en las vivencias de otras mujeres con las que he tenido contacto. Fue una obra muy emocionante y bonita
¿Próximos proyectos?
Tenemos y tengo muchos proyectos tanto profesional como personalmente.
Uno se llama “el Círculo de la palabra”, se trata de un proyecto en el que intentaremos no solo compartir e intercambiar experiencias, sino también dar oportunidades a las personas recién llegadas, generar espacios para que den su opinión, alzar su voz y por qué no, poder ser conferenciantes, también.
Por otro lado, también barajamos ampliar talleres para las personas africanas en temas de formación profesional.
A nivel personal, con un grupo de amigos, estamos montando una asociación.
Miembros de la comunidad LGTB celebran el Día del Orgullo Gay en Londres. TOLGA AKMEN/AFP/Getty Images
La homosexualidad es delito en unos 70 países, pero las orientaciones sexuales y las percepciones de género distintas al tradicional esquema hombre-mujer no son íntegramente aceptadas en muchos más países. Los miembros de la comunidad LGTBI (Lesbianas, Gais, Transexuales, Bisexuales e Intersexuales) se enfrentan, por tanto, a problemas de integración y reconocimiento en la práctica totalidad de los países. Algunos son comunes a todos los miembros de la comunidad, mientras que otros dependen de su orientación sexual o de género.
En la siguiente lista nos centramos en algunos países en los que, por diversos motivos, las personas transgénero (aquellas personas cuyo sexo biológico es distinto de su identidad de género, con independencia de su orientación sexual ) y transexuales (hace referencia a quienes realizan una intervención quirúrgica de cambio de sexo) han visto depreciarse considerablemente en los últimos meses sus derechos e incluso su seguridad física bien por cambios legales, por cifras alarmantes de violencia o por persecuciones políticas y policiales.
Rusia (Chechenia)
Chechenia es, en muchos sentidos, una cámara del eco del resto de la Federación Rusa: algunas de las cosas negativas que pasan en el resto del país, suceden amplificadas en la pequeña república del Cáucaso. Si bajo el Gobierno de Vladímir Putin las autoridades políticas –aliadas con la Iglesia ortodoxa- han manejado electoralmente una retórica contraria a los LGTBI, en Chechenia la represión policial –fundamentada en un concepción rigorista islámica- está siendo brutal. Los informes de derechos humanos llevan años denunciando la persecución y el encarcelamiento de personas LGTBI, incluidos numerosos transexuales. Novaya Gazeta denunció incluso en 2017 que los homosexuales eran detenidos y enviados a cárceles secretas, donde llegaban a padecer torturas (acusaciones negadas por las autoridades). Según el testimonio de una transexual que logró escapar de Chechenia y luego de Rusa en 2017, las autoridades chechenas suelen contactar con las familias para pedirles que asesinen ellos mismos a sus familiares “para limpiar el deshonor que conllevan”, en caso contrario las autoridades se ocuparán de ellos. A finales del pasado diciembre, la OSCE publicó un informe documentando la represión y urgiendo a Moscú para que tomase las medidas oportunas que pusiesen fin a estos crímenes (torturas con electroshocks, por ejemplo). Las últimas denuncias de activistas afirman que a comienzos de enero comenzó otra campaña de persecución de personas LGTBI. En los últimos años, varias decenas de homosexuales y personas transgénero han huido buscando asilo en Europa y Canadá, principalmente.
Sara y Nina, dos “drag queen” brasileñas, actúan durante una protesta de la comunidad LGBT en el Ayuntamiento de Río de Janeiro. Mario Tama/Getty Images.
Brasil
La elección de Jair Bolsonaro como presidente hace temera la comunidad LGTBI que los derechos que han ido conquistando –como la legalización del matrimonio homosexual en 2013- puedan revertirse en la próxima legislatura. Por lo que respecta a la comunidad transexual, Brasil había avanzado considerablemente en los últimos años. A pesar de ser un país tradicionalmente conservador, con una creciente influencia de las iglesias evangélicas, es también el lugar a cuyas pasadas elecciones se presentaron hasta 53 candidatos transexuales a diversos cargos estatales y federales. Pero es también el país del mundo en el que más asesinatos de personas transgénero se registraron en 2018, según Trans Murder Monitoring: 167 asesinatos de los 369 documentados en todo el mundo por esta organización. Según otra organización brasileña LGBTI, los asesinatos se han ido incrementando: si en 2008 se registraron 58, en 2016 ascendían ya a 144. El discurso homófono no es delito a nivel federal, algo que ha sido aprovechado por políticos ultraconservadores y predicadores para atacar a la comunidad LGTBI. En 2017, el asesinato de una mujer transexual, que sus agresores grabaron en vídeo, conmocionó a la sociedad brasileña y situó el problema de la violencia contra esta comunidad en las portadas de los principales medios. Pero aquel shock no parece que haya mejorado la situación de los transgénero en Brasil.
Uganda
El pasado diciembre, los encargados de Naciones Unidas del campo de refugiados de Kakuma (Kenia), tuvieron que trasladar a varios refugiados LGTBI tras ser agredidos por población local y por otros refugiados mientras protestaban contra agresiones recibidas en los últimos meses. Hubo 20 heridos y se quemaron algunos refugios de manifestantes LGTBI. África es uno de los continentes con leyes más restrictivas sobre la homosexualidad. Los refugiados LGTBI en Kenia provienen de varios países del continente, pero la mayoría son ciudadanos ugandeses, varios de ellos personas transgénero. En los últimos años, el régimen de Yoweri Museveni ha emprendido una campaña de represión contra esta comunidad. En 2014, el Tribunal Constitucional –debido a la presión internacional- derogó una ley aprobada un año antes, que establecía incluso la pena de muerte para los homosexuales. La represión desde entonces no ha cesado, encabezada por el ministro de Ética e Integridad del país, Simon Lokodo. Hace unos meses, este declaró que su intención era prohibir la construcción de un centro-refugio para esta comunidad. Lokondo también prohibió el año pasado un conferencia sobre el VIH afirmando que promovía la “homosexualidad y otras cosas sucias” (la enfermedad está muy extendida en Uganda, como en otros países africanos). La transexualidad no está criminalizada en el país, pero las personas transgénero enfrentan los mismos problemas que el resto de la comunidad en términos de incomprensión social y limitación de sus derechos por parte de las autoridades, incluida la detención y las penas de prisión. El trabajo de las asociaciones que defienden los derechos LGTBI es muy complicado, y logra llegar tan sólo a un pequeño porcentaje de los potenciales beneficiarios.
Símbolos neutros colocados en la puerta de los servicios de un instituto de California, EEUU. MARK RALSTON/AFP/Getty Images
Estados Unidos
La Administración Trump pretende revertir los avances logrados por los transexuales durante el Gobierno de Barack Obama. Su intención es limitar el reconocimiento legal de género a solo dos opciones: hombre o mujer. El Departamento de Justicia ha pedido al Tribunal Supremo que declare la constitucionalidad de la prohibición a los transexuales para alistarse en el Ejército –se espera una decisión en las próximas semanas-. Quiere también que las escuelas dejen de permitir que los transexuales elijan los aseos que consideren acordes con su género. La ofensiva desde la Administración Federal contra los derechos de los transexuales se complementa con diversas leyes estatales recientes –en Kansas, Oklahoma, Carolina del Norte o Mississippi- que limitan los derechos de la comunidad LGTBI en general y de los transexuales en particular: a la adopción y al uso de aseos acorde con su género. Son leyes impulsadas por los republicanos basadas en una concepción religiosa extremista. Frente a estos estados del Cinturón de la Biblia, otros como Massachusetts o Nueva York están ampliando los derechos de la comunidad LGTBI, incluidos los transexuales. En Vermont, la política transgénero, Christine Hallquist, ha anunciado su candidatura a gobernadora. En 2018, los asesinatos de personas transgénero se han incrementado, lo que lo ha convertido en el año con más víctimas desde que comenzaron a contabilizarse en 2013. La inmensa mayoría de las víctimas, además, pertenecen a minorías: afroamericanos o hispanos, principalmente.
México
México es el segundo país del mundo –tras Brasil- en el que más personas transgénero fueron asesinadas en 2017 y 2018 –con 71 asesinatos en el último año-. La mayoría fueron crímenes de transfobia. Naciones Unidas alertaron hace unos meses sobre estos asesinatos y exhortaron a las autoridades mexicanas a que tomaran medidas al respecto. El clima de violencia creciente motivó que las mujeres transexuales dedicadas a la prostitución en la Ciudad de México denunciasen el pasado verano que estaban sufriendo cada vez más agresiones, sin que la policía hiciese nada para remediarlo. México vive una paradoja respecto a las personas transgénero y transexuales: por una parte, un violencia creciente, incluidos asesinatos; por otra, una aceptación institucional que va en aumento. En el lado positivo, los derechos de la comunidad LGTBI se han ido reconociendo en los últimos años gracias, principalmente, a las legislaciones estatales: en 12 estados y en la capital del país es legal el matrimonio entre personas del mismo sexo. Existe, además, una ley en la que se reconoce la identidad de género trans. Hace unos días, el Congreso del estado de San Luis Potosí incluía a las mujeres transexuales en la protección otorgada a las mujeres dentro de su ley contra la violencia de género. En los últimos meses, varios tribunales estatales se han pronunciado sobre el derecho de los transexuales a cambiar su nombre en los registros civiles, algunos como en Veracruz y Guanajuato, pronunciándose a favor.
Grupos de musulmanes protestan contra la comunidad LGTB en Banda Aceh, Indonesia. CHAIDEER MAHYUDDIN/AFP/Getty Images
Indonesia
Las personas transgénero han sido aceptadas históricamente en la sociedad indonesia. Incluso en instituciones islámicas. La homosexualidad no es delito en Indonesia, salvo en la provincia de Aceh. Sin embargo, la creciente influencia en el país del islamismo más intransigente está generando un creciente clima de hostilidad hacia los transexuales -y hacia la comunidad LGTBI en general-. Por una parte, hay propuestas parlamentarias para criminalizar la homosexualidad. Por otra, están aumentando las agresiones contra personas LGTBI. En la provincia de Java, por ejemplo, se han denunciado a finales de 2018 ataques de grupos organizados contra transexuales. En la citada Aceh, hace unos meses, fuerzas policiales detuvieron a varias mujeres transexuales y raparon sus cabezas en público para “convertirlas en hombres”. Según las organizaciones LGTBI estos actos de violencia son solo la punta del iceberg de un progresivo deterioro en la calidad de vida de las personas transgénero, señaladas cada vez más por un retórica homófoba por una parte creciente de la clase política, cada vez más cercana a postulados islamistas conservadores radicales. La situación no sólo está empeorando en las provincias más atrasadas. La Agencia Social de Yakarta, la capital, clasificó recientemente a las mujeres transgénero –llamadas waria– como personas con rasgos psicológicos disfuncionales. Como consecuencia de esta clasificación, algunas están siendo internadas en centros municipales de rehabilitación de género.
Egipto
La brutal represión contra cualquier tipo de disidencia política llevada a cabo por el régimen de Abdelfatá al Sisi en estos últimos años ha llenado las cárceles del país. La comunidad LGTBI, por su parte, ha tenido que enfrentarse también a detenciones de miembros de la comunidad, en concreto, de hombres homosexuales y mujeres transgénero. Algunas fuentes calculan que se han producido más de 200 detenciones desde 2013. Aunque la homosexualidad no es ilegal en Egipto, algunos han sido condenados por el delito de “lujuria habitual” a penas de hasta 6 años de cárcel. El problema de la comunidad LGTBI, sin embargo, viene de lejos y tiene que ver con un cuerpo policial que la persigue –especialmente a las transexuales- desde hace años, aunque diversas organizaciones de derechos humanos afirman que la represión se ha intensificado en los últimos años. La última oleada de detenciones se produjo en septiembre de 2017, tras el concierto del grupo libanés Mashrou’ Leila, cuyo vocalista es un activista LGTBI. Frente a esta represión estatal, otra parte del Estado cumple con las provisiones –inéditas en otros países árabes- que permiten a las personas transgénero acometer (pagando) una transición física –y burocrática- hacia el género al que sienten pertenecer. Si bien, su posterior integración en la sociedad dista de ser fácil.
Cartel para pedir justicia por la muerte de la hondureña Roxana Hernández, una mujer transexual que falleció por neumonía y deshidratación mientras era custodiada por las autoridades de inmigración en EEUU. ORLANDO SIERRA/AFP/Getty Image
Honduras
El caso de Roxana Hernández, transexual hondureña muerta mientras se encontraba detenida por las autoridades migratorias estadounidenses, puso el foco de atención sobre las personas LGTBI –principalmente mujeres transexuales- que escapan de los países centroamericanos para huir de la violencia y el estigma. Desde 2017, varios grupos de transexuales migrantes han tratado de visibilizar con manifestaciones en la frontera los problemas de seguridad que enfrentan en sus países. En el caso de Honduras, durante los últimos años, se han incrementado los ataques contra personas LGTBI, en concreto, contra los activistas que luchan a favor de los derechos de esta comunidad. El pasado noviembre, por ejemplo, se confirmó el asesinato del activista Jonathan Cruz, que no pudo llegar a disfrutar del asilo que se le había concedido en Costa Rica. Según la ONG hondureña, Red Lésbica Cattrachas, en su informe más reciente: entre 2004 y 2017 se cometieron 277 asesinatos de integrantes de la comunidad LGTBI en el país, uno de cada 3 crímenes fue cometido contra mujeres transexuales. La impunidad de estos crímenes es altísima: apenas un quinto han llegado a los tribunales. La esperanza de muchos transexuales pasa por escapar de Honduras, si no quieren formar parte de la estadística -según confesaba una solicitante de asilo hondureña en España- de la esperanza media de vida de los transexuales en Latinoamérica: 35 años.
Azerbaiyán
Septiembre de 2017 quedará como uno de los momentos más duros para la comunidad LGTBI de Azerbaiyán, sobre todo de la capital, Bakú. Durante varios días, diversas redadas policiales localizaron y detuvieron a decenas de miembros de la comunidad, incluidas varias personas transgénero. Se denunciaron torturasmientras se encontraban detenidos. La campaña homofóbica y transfóbica no era nueva en el país del Cáucaso: ya en 2015, el Parlamento Europeo aprobó una resolución en la que se mostraba seriamente preocupado por la falta de respeto a los derechos de la comunidad LGTBI azerí, a pesar de que el país se había visto obligado a descriminalizar la homosexualidad en 2001 para poder entrar en el Consejo de Europa. La represión oficial se complementa con la incomprensión de las familias: en muchos casos, la primera violencia que sufren las personas transgénero es intrafamiliar, principalmente de los padres. La nota positiva la pone la creación de redes de apoyo oficiosas, formadas sobre todo por madres de personas transgénero. Los transexuales que deciden abandonar el país optan, en muchos casos, por Estambul como una de las ciudades de la región más abiertas hacia la comunidad trans, aunque en los últimos años se han producido varios asesinatos en la capital turca y el Gobierno conservador de Erdogan se ha mostrado contrario a ampliar los derechos de esta comunidad.
Un joven gay de Tanzania posa para una foto como protesta por el lanzamiento de una campaña pública contra los homosexuales. STRINGER/AFP/Getty Images
Tanzania
La represión de derechos de la comunidad LGTBI se ha incrementado en Tanzania desde la llegada al poder del actual presidente John Magufuli cuya retórica anti LGTBI incluye frases como “incluso las vacas desaprueban la homosexualidad”. Se han cerrado clínicas de atención a enfermos homosexuales con VIH –a pesar de la alta prevalencia de la enfermedad– y, recientemente, se han clausurado ONG dedicadas a la defensa de los derechos de esta comunidad. El sexo entre homosexuales ya era ilegal en el país desde la época colonial, aunque la ley rara vez se aplicaba. El ritmo de represión se ha incrementado desde que, el pasado octubre, el presidente urgió a los ciudadanos a que le facilitaran los nombres de homosexuales para detenerlos. Desde entonces se ha procedido al acoso y detención de decenas de homosexuales y transgénero en todo el país. Las personas transgénero son, en muchos casos, más fáciles de identificar: como explica el caso de una mujer trans, recogido por Amnistía Internacional, a la que realizaron una fotografía que subieron a las redes sociales para identificarla. Algunos se esconden dentro del país y otros han huido, principalmente hacia Kenia. Podrían enfrentarse hasta a 30 años de cárcel. Varios donantes internacionales han suspendido la financiación de proyectos en colaboración con el Gobierno, lo que está causando un importante problema a las autoridades. Sin embargo, esto no parece ser –de momento- un obstáculo para continuar con su campaña de represión. Varios de los políticos de la Administración Magufuli tienen estrechas relaciones con iglesias evangélicas, según denuncian activistas LGTBI.
¿Qué pasa en Europa?
En los países europeos, la tolerancia y los derechos de los transexuales han ido poco a poco ampliándose. En 16 países europeos, de hecho, se puede solicitar asilo por motivos de identidad de género. Pero los derechos aún deben ampliarse, según los activistas LGTBI. El Consejo de Europa recordó en 2018 que las leyes vigentes en 14 países europeos, que obligan a la esterilización si se quiere realizar la transición de sexo, vulneran claramente los derechos fundamentales de la persona: es la ley en países como Finlandia o República Checa. Los colectivos LGTBI piden también que se elimine el informe psiquiátrico obligatorio en 34 países europeos si una persona quiere cambiar de sexo y que consideran denigrante.