palabra intervención!”
Eduardo Febbro
Manolis Glezos no tiene tiempo para escribir sus memorias. Podría llenar varios volúmenes, pero prefiere vivir. Los 94 años que marca el reloj del tiempo no le frenan ni sus ansias, ni su fuerza, ni sus convicciones políticas inalterables desde aquella madrugada de Mayo de 1941 cuando, en plena ocupación nazi de Grecia y con apenas 18 años, subió a la Acrópolis de Atenas, arrió la bandera nazi e izó la griega. Manolis Glezos es un héroe europeo y nacional. Los historiadores ubican su gesto como el primer acto de resistencia contra la ocupación nazi deEuropa del Sur. Nada parece detener a este hombre enérgico que atravesó un siglo XX en rebeldía constante y ahora, en este naciente siglo XXI, acaba de ser electo diputado en las filas de la coalición de izquierda radical Syriza. Detenido, liberado, arrestado, condenado, fugado, torturado y siempre libre.
La historia de Manolis Glezos es el relato de una insumisión sin rendición. Junto a Mikis Theodorakis, Glezos fue una de las cabezas más visibles del combate contra la dictadura de los coroneles (entre 1969 y 1974). Más recientemente, el ahora diputado de Syriza fue uno de los primeros en llamar a los griegos a manifestar cuando Grecia se vio frente al precipicio de los planes de austeridad. La memoria de los pueblos suele ser infiel con sus héroes. A Manolis Glezos le toca vivir en estos días un episodio inusual: en cuanto ingrese al Parlamento como diputado tendrá que compartir esa cuna de la democracia con los diputados del partido neonazi Amanecer Dorado. Con 7 por ciento de los votos, la formación que reivindica a Hitler como herencia y sus valores como método fue legitimada en las urnas. Glezos convivirá en el Parlamento con los herederos de quienes él combatió toda su vida. La sombra de aquella bandera nazi que arrió de la Acrópolis en 1941 le sigue sus pasos.
Sin embargo, no se detiene en lamentos, muy por el contrario. Por eso eligió la batalla política y las ideas de Syriza para vencer a sus dos enemigos: Amanecer Dorado y los planes de austeridad promovidos por la Unión Europea, en especial por Alemania. Al igual que Syriza, Glezos denuncia a “los bancos internacionales, las agencias de calificación y los fondos de inversiones que asientan su poder en Europa y en el mundo y se preparan a destruir los Estados y la democracia utilizando el arma de la deuda”. La actitud agresiva y humillante de Alemania –entre otros insultos, Berlín trató a los griegos de vagos– le dio a Manolis Glezos una nueva dimensión. Como él mismo lo dice: los años no cuentan. Lo que cuenta es ganar la próxima batalla.
–Tantas y tantas décadas después, ¿qué le produce a usted ver a los neonazis ingresar al Parlamento?
–Es algo triste lo que ocurrió, pero creo que debemos analizar estos eventos y ver por qué ocurrieron. Desde luego que me da tristeza y rabia. A pesar de nuestra gran historia aún existen traidores en nuestro país. Siento pena de ver cómo hay gente que puede llegar a este punto. También siento rabia porque nuestro sistema político le da de comer a estos fenómenos, los fortalece. Durante la ocupación de Grecia por los nazis tuvimos traidores y colaboradores. A muchos de los colaboradores les dijimos: ustedes son griegos, tienen que trabajar para Grecia. Hicimos un trabajo tan fuerte que muchos de ellos pasaron luego a formar parte del Frente de Liberación Nacional. Hay que hacer un trabajo similar con quienes votan por los neonazis. Además, hoy hay que mirar de cerca las consignas y las políticas que promueven estas organizaciones. Dicen que están contra el capital, contra los memorandos de austeridad, dicen que están a favor de la Patria y contra los inmigrantes. Es curioso constatar que durante la Ocupación, una de las primeras organizaciones creadas por griegos traidores y alemanes se llamaba ESPO, Organización Social Nacionalista Patriótica. Pues ESPO defendía los mismos temas que los neonazis de hoy: lo nacional, lo patriótico y el socialismo. Lo mismo que ahora: patriótico contra el memorando, social contra el capital y contra los inmigrantes por la nación. Lo que nos queda entonces por hacer es revelarle al pueblo los planes de esta gente y demostrar que los problemas del pueblo no se pueden resolver con el fascismo. Para mí, no se trata de saber lo que yo siento sino cómo enfrentar ese problema sin sentimentalismo, con lógica. Para Grecia, lo más importante es recuperar su independencia nacional. En este momento nos han llevado casi a ser un protectorado bajo el dominio de Alemania.
–Cuando usted subió a la Acrópolis a sacar la bandera nazi y poner la griega en su lugar era muy joven, tenía apenas 18 años. ¿Por qué eligió hacer ese acto?
–Bajé la bandera en la madrugada del 30 al 31 de mayo de 1941. Elegimos ese día porque habíamos escuchado en la radio que Adolf Hitler, en un discurso que pronunció en el Reichstag, dijo que con la ocupación de la isla de Creta toda Europa estaba liberada. Lo que quiso decir es que Europa estaba completamente bajo el poder del fascismo. Entonces, nosotros decidimos mostrarle que la lucha empezaba recién ahora, que Europa no estaba liberada como él decía. Se le da a ese gesto un valor histórico. Yo no lo concibo así. Este fue sólo un acto de los muchos que hicimos durante esta lucha. Desde ese momento hasta ahora nunca dejé de luchar. Nunca bajaré los brazos.
–Si hacemos una comparación histórica, ¿qué bandera habría que bajar hoy del mástil que ocupa?
–Habría que bajar la bandera de los súbitos e izar la bandera de la independencia y la soberanía nacional. Ahora me acuerdo de una cosa que Goebbels, el ministro de Información de Hitler, escribió en un artículo que apareció durante la Segunda Guerra Mundial. Goebbels dijo que en el año 2000 veríamos una Europa dominada por la cultura alemana. Sólo se equivocó en 10 años. Hoy Alemania domina política y económicamente toda Europa.
–¿Se siente humillado con la actitud despreciativa y rebajante que Alemania tuvo con Grecia durante todo este período de la crisis de la deuda?
–Nosotros combatimos a los alemanes durante la Segunda Guerra Mundial y los seguimos combatiendo ahora, pero de otra manera. Es otro tipo de guerra. Pero hay una cosa que es segura: en aquel entonces no nos ganaron y tampoco nos ganarán ahora. Durante la Segunda Guerra Mundial los vencimos con las armas, hoy los venceremos de otra manera.
–Grecia votó el domingo pasado bajo una inmensa presión exterior, empezando por la de Alemania. Europa puso a Grecia en el banquillo de los acusados, la hizo aparecer como un país de vagos que sólo podía reparar su error de una manera: no votando a la izquierda. ¿Cómo juzga estas elecciones y las condiciones en que se llevaron a cabo?
–En la víspera de las elecciones, y por primera vez en la historia de nuestro país, los diarios alemanes, los políticos y otros dirigentes de Europa se metieron directamente en la política griega. ¡Fue algo increíble! Y sin embargo, pese a todo eso, nosotros, es decir la coalición de izquierda radical Syriza, salimos como segunda fuerza política del país. Esto representa una de las victorias más grandes de este último período. Prometo una cosa: cuando haya elecciones en Alemania yo voy a ir allá. ¡Ahí Angela Merkel va a saber lo que realmente significa la palabra intervención!
–En cuanto al resultado mismo de la elección, pese a que Syriza no ganó, como usted lo señaló recién, pasó a ser el primer grupo de oposición en el Parlamento. Eso es inédito, y no sólo en Grecia sino también en Europa. Es la primera vez que un partido a la izquierda del socialismo es mayoritario.
–Nosotros hubiésemos ganado las elecciones si no hubiese sido por dos factores: primero, la intervención exterior, que fue determinante; en segundo lugar, por las enormes dificultades que tuvieron muchos de nuestros votantes para regresar a sus pueblos y votar. No tenían dinero para pagar el viaje. De todas maneras, lo esencial es que el terrorismo de los medios de comunicación consiguió asustar a la gente, por eso ganó la derecha. (Tomado de Página 12)
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