Una de las características más definitorias de “lo español”, desde el final del golpe de estado franquista, fue la adoración de la mentira y la mediocridad como respuesta política por parte de la burguesía, mediana y alta, ante la represión reinante en el estado.
Las excepciones fueron la resistencia del maquis, de buena parte del colectivo obrero, las revueltas y protestas de profesores, catedráticos y alumnos de universidades, la aparición de la organización armada vasca Euskadi Ta Askatasuna, la valentía de miles de comunistas en la clandestinidad y, mucho más tarde, el órdago independentista de una mayoría de ciudadanos y ciudadanas de Cataluña, enfrentados a una monarquía tan inútil como neofranquista.
La ralea borbónica estaba protegida por un ejército que jamás aceptó la democracia como sistema de convivencia, además de otro colectivo al que llaman Poder Judicial, donde una buena parte de magistrados y magistradas aplican aún leyes ilegítimas de toda enjundia, para que en ese territorio llamado España no se moviera ni Dios… pero sí un monarca que la bastarda Constitución consagra como persona absolutamente libre para delinquir a sus anchas. Y el sucesor disfruta, cómo no, de la misma inmunidad e impunidad.
Ese delincuente llamado Juan Carlos de Borbón, a quien los poderes ejecutivos se niegan a investigar por delitos, sobre todo referidos a su fortuna, deja en franca camaradería a PSOE, VOX, PP y otros partidos en estado terminal, demostrando que las ideologías presuntamente antagónicas no lo son tanto.
Personajes como Felipe González, Alfonso Guerra, Santiago Carrillo, Pepe Bono, Jordi Puyol, el criminal de guerra José María Aznar, Mariano Rajoy, José Luís Rodríguez Zapatero, Santiago Abascal o Pablo Casado, amén de Pedro Sánchez, de la mayoría de sus ministr@s y diputad@s y del resto de «señorias» cuyas mayores virtudes son la mediocridad y la mentira (salvando unas decenas de ell@s), han ido conformando una coral política, aparentemente enfrentada, jaleada por artistas, cómicos, empresarios, sindicalistas, profesionales de todas clases, que cuenta con la complicidad y aplauso de los dueños de todos los medios de comunicación, una Camorra manipuladora y mendaz donde la vulgaridad y su prima la mezquindad actúan como normas “periodísticas” de obligado cumplimiento..
Y para colmo, desde que apareció el covid19, España acepta encantada que su jefa, la Unión Europea, imponga una masiva vacunación en este viejo continente, para que las arcas de algunas empresas, estadounidenses y británicas, reciban unos cuantos miles de millones de dólares, compensando de esa forma las multas con las que fueron sancionadas tales mafias farmacéuticas (Pfizer, AstraZeneca y Johnson&Johnson) que perpetraron gravísimos delitos contra la salud, por los que murieron, y aún sucede, miles de adultos y menores.
Mientras tanto, las vacunas rusas, chinas y cubanas, prohibidas en Europa y EEUU, son de propiedad estatal, léase un bien público, y no han causado la muerte de ningún ciudadano/a.
Por suerte, Borrell, ese delincuente que dirige la política exterior de la UE, no ha podido evitar que naciones europeas, como Hungría, San Marino, Serbia, Eslovaquia y otras, vacunen con Sinofarm y SputnikV.
Reconforta saber que todavía hay territorios donde existe coraje, independencia, criterio, u honestidad política y sanitaria.
Que el 2022 nos sea leve…
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