Miembro de las FFAA alemán durante el coronavirus. REUTERS
FUENTE: Nius
27 de junio de 2020
27 de junio de 2020
- La ministra de Defensa alemana, Annegret Kramp-Karrenbauer, busca soluciones para hacer frente a la presencia de neonazis en el Comando de Fuerzas Especiales. La reciente detención de uno de sus miembros con un arsenal y propaganda nazi ha hecho saltar las alarmas.
Salvador Martínez Mas, Berlín, 27 de junio de 2020.- A priori, el Comando de Fuerzas Especiales (KSK, por sus siglas alemanas) del Ejército de Alemania es un eficaz recurso cuando se trata de salvar vidas, ya sea en operaciones antiterroristas, salvamentos o evacuaciones. Sin embargo, uno de sus integrantes, un soldado que se ha dado a conocer aquí como Philipp S., tenía visiblemente otras misiones en la cabeza.
Este hombre de 45 años natural de Sajonia (este germano), fue detenido el pasado mes de mayo en posesión de un auténtico arsenal en el que, además de armas – pistolas y fusiles de asalto –, abundante munición y dos kilos de explosivos, también había parafernalia nazi. Parte de ese material de guerra era robado al propio Ejército, algo que hace temer que no actuara solo.
Por eso, a raíz de su detención, se ha lanzado una investigación de la que la ministra de Defensa, la conservadora Annegret Kramp-Karrenbauer, sacará conclusiones. “No se excluye ninguna medida”, ha dicho la ministra. De ahí que hace unos días se preguntara en titulares el influyente diario conservador Frankfurter Allgemeine Zeitung: “¿Se disolverá el KSK?”.
Esa es una de las opciones que por lo visto está sobre la mesa. También se habla de “reforma del KSK”, aunque de momento las autoridades trabajan para saber más sobre qué ha podido pasar para que en el seno de la fuerza de élite del Ejército alemán se haya colado alguien como Philipp S. y sus eventuales cómplices.
“Hay claramente algunas instancias de los servicios de seguridad alemanes que han mostrado un comportamiento problemático que no puede ser tolerado”, dice a NIUS Marcel Dirsus, expertos del Instituto para la Política de Seguridad en la Universidad de Kiel. “Kramp-Karrenbauer ha entendido que hay un problema serio y que hay que hacer algo para solucionarlo”, abunda.
Alude, entre otras cosas al grupo de trabajo que ha creado la ministra de Defensa que integran el comandante del KSK, Markus Kreitmayr, y la comisionada del Bundestag para el Ejército, la socialdemócrata Eva Högl. Ese grupo de trabajo es responsable de un análisis de la situación en el KSK. También se espera de él que haga propuestas de cambios en la unidad antes del próximo miércoles.
Señales de alarma
“Es algo bueno ver que ahora este tema se está tomando en serio a nivel político”, señala Dirsus a cuenta de las iniciativas de Kramp-Karrenbauer y compañía. Lo cierto es que tal vez no les quede más remedio a los responsables políticos y militares del país. Abundan desde hace tiempo las señalas de alarma. Tal vez sean ya demasiadas.
Así, hace poco más de una semana que el semanario Der Spiegel informaba de la existencia de una carta a la ministra de Defensa de un oficial del KSK en la que se daba cuenta de que se toleran o ignoran en dicha unidad los comportamientos y actitudes de extrema derecha.
Según esa misiva, de doce páginas, el problema del radicalismo en las filas de las fuerzas especiales del Ejército alemán es “profundo y estructural”. Los responsables del KSK aparecen descritos en dicho documento como “superados” por la situación.
Los términos de esa carta apuntan en la misma dirección que las investigaciones realizadas dentro del KSK a cargo del Servicio de Contrainteligencia Militar (MAD, por sus siglas alemanas). El MAD lleva años pendiente de la evolución ideológica de algunos de los integrantes de las fuerzas especiales.
Más de 500 extremistas de derechas en el Ejército
Por eso Christof Gramm, presidente del MAD, ya decía a principios de año al periódico dominical Welt am Sonntag que la posibilidad de encontrar radicales en las filas del KSK es cinco veces mayor que en el resto de instancias del Ejército. El KSK lo integran algo más de 1.000 militares. La mayoría de ellos son hombres.
En total, según las cuentas de Gramm y compañía, hay algo más de medio millar de soldados del Ejército alemán sospechosos de ser extremistas de derechas. El KSK es, por tanto, sólo una parte de este problema.
A Kramp-Karrenbauer, desprovista desde hace meses de la etiqueta de ‘heredera’ de la canciller Angela Merkel tras su renuncia a seguir como presidenta de la Unión Cristiano Demócrata (CDU), se la ve decidida a dejar su impronta en la Defensa alemana. Con ella han llegado decisiones difíciles como el ir aumentado el presupuesto en Defensa en Alemania, acercándolo a medio plazo al 2 % al que se han comprometido los países de la OTAN pero que pocos cumplen en Europa.
“El del Ministerio de Defensa es un trabajo muy complicado, no sólo porque la defensa es un tema que reviste mucha complejidad, sino también porque todo lo que tenga que ver con lo militar en Alemania resulta muy impopular y un riesgo político que muchos políticos no quieren correr”, explica Dirsus.
Von der Leyen también tuvo problemas con neonazis
La también alemana Ursula von der Leyen, actual presidenta de la Comisión Europea y predecesora de Kramp-Karrenbauer, también tuvo que enfrentarse a escándalos de neonazis en las filas del Ejército. En 2017 se desarticuló una célula de soldados extremistas de derechas que planearon magnicidios que querían atribuir con pistas falsas a demandantes de asilo.
Von der Leyen, sin embargo, salió airosa de ese y otros escándalos en su etapa como responsable de Defensa. Recaló por méritos propios en la presidencia de la Comisión Europea, por lo visto, después de haber persuadido de la conveniencia de su candidatura al presidente francés, Emmanuel Macron.
Pero Von der Leyen, es un contra-ejemplo. “En Alemania, pasar por el Ministerio de Defensa no es preámbulo de cosas mejores en la carrera política de alguien”, según Dirsus, el experto de Instituto para la Política de Seguridad en la Universidad de Kiel. La limpieza de neonazis que se espera tenga lugar en el KSK, ¿Será lo último que haga Kramp-Karrenbauer?
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