Las cajas y el 8M: “Yo no veo colores, veo personas”
El próximo 8 de Marzo, Dia de la Mujer Trabajadora, se están preparando toda una serie de acciones para reivindicar la lucha feminista. Tanto en España como en Catalunya, diversas organizaciones y colectivos se han agrupado para elaborar un argumentario donde se exponen los motivos que les llevan a la huelga.
Llevo, días, semanas, leyendo los diversos argumentarios publicados, recibiendo las convocatorias de las diferentes comisiones y aunque esté de acuerdo en la mayoria de reivindicaciones, no acabo de sentirme interpelada. Es como si le hablaran a otra(s).
El año pasado, esta misma revista, explicó con este artículo, porqué no secundaba la huelga y yo, puérpera perdida que estaba con un bebe de 5 meses, no profundicé demasiado porque no tenía capacidad mental para ello, pero me resonó algo.
Este año, como decía, he dedicado bastante tiempo a bucear en los diferentes argumentarios e informaciones públicas e intentado contactar con otras mujeres no blancas, no migrantes y no refugiadas para saber si formaban parte de la organización porque me parece bastante improbable que si se hubiera tenido en cuenta nuestra voz, hubiese salido un argumentario así.
La idea que subyace en todos los textos y enfoques es que las mujeres no blancas vamos en el “bloque” de las migrantes y refugiadas. Porque claro, las autóctonas son blancas.
En TODOS los párrafos donde se menciona el agravante opresivo de raza (racismo) en el sistema patriarcal, éste va ligado a la situación administrativa ineludiblemente.
Entonces, las mujeres como yo que no somos blancas, no somos migrantes y no somos refugiadas y, por ende, tenemos una opresión propia, ¿debemos sentirnos interpeladas a secundar la huelga obviando nuestras propias opresiones particulares?
He reflexionado mucho acerca de los motivos que pueden haber desembocado en esta realidad y me han surgido cosas como:
-Han intentado incluirnos pero no habia nadie disponible.
-Las mujeres no blancas disponibles para argumentar la decolonialidad y el antirracismo son mujeres también migrantes o refugiadas y hablan desde su propia experiencia, que es muy válida, pero no es generalizable porque (y este es el motivo con el que me he quedado) las mujeres racializadas* NO somos un estereotipo.
Efectivamente es la razón más plausible que se me ocurre.
El feminismo hegemónico en España (y en Catalunya también lo veo), el que enarbola la bandera de la abolición del género porque es un constructo social opresor, es el mismo que mete en una caja y relaciona sistemáticamente la raza a la situación administrativa, perpetuando en el imaginario colectivo el concepto “blanca=autóctona, no blanca= inmigrante” con sus connotaciones “norte vs sur” o “ricas vs pobres”.
Y por eso cada vez que he preguntado por la participación de las mujeres no blancas en la organización de la huelga, me han remitido a las asambleas y comisiones de mujeres migrantes y refugiadas. Porque si no soy blanca, debo ser migrante.
Incluso, yendo más allá, me atrevería a señalar como se ignora con esto que asociar constantemente la raza a la situación administrativa perpetúa el clasismo blanco eurocéntrico, el empobrecimiento y precariedad de las personas no blancas derivados del racismo institucional y deja fuera del juego otras realidades que no son las binarias tan propias del patriarcado.
Veo así como la interseccionalidad es solamente superficial, de boquilla, o puede que sólo mal entendida y practicada.
En cada individuo, en cada persona, en cada mujer pueden darse diversos factores que le otorgarán más o menos privilegios y opresiones dentro del sistema patriarcal.
Y para una lucha sana, constructiva, consciente y efectiva, debes tener presente que puedes ser al mismo tiempo privilegiada frente a unas y oprimida frente a otras.
Existe también otra opción, y es que no se mencione la opresión de raza como problemática central (al nivel de la clase, la salud mental, la disidencia sexo-género, entre otras) porque la voluntad a prioriinclusiva del “yo no veo colores, veo personas” asuma que las mujeres no blancas estamos interpeladas en el genérico “mujeres” y por lo tanto no es necesario mencionar el racismo y la invisibilización que sufrimos al margen de nuestra situación administrativa.
Lo cual es, si cabe, más grave todavía porque supondría ignorar completamente que el racismo agrava la desigualdad estructural hacia las mujeres no blancas y asumiría que para alcanzar la plena igualdad basta con actuar como si no fuésemos distintas cuando realmente lo somos.
No reconocer las diferencias raciales invisibiliza aún más nuestra realidad y es una forma de opresión en sí misma.
No obstante, el encasillamiento de la raza y la situación administrativa es un problema de la sociedad patriarcal en general que trasciende al feminismo hegemónico y se hace evidente en los argumentarios de la huelga del 8M pero puede y debe revertirse desde la deconstrucción porque actualmente, los argumentarios de la huelga no nos incluyen y cuando pretenden hacerlo, lo hacen desde el maternalismo de cedernos el espacio que consideran que debemos ocupar: un espacio a parte, aunque dentro de SU del movimiento.
Ejerciendo la autocrítica, diré que yo personalmente he centrado mis energías en las acciones locales y por lo tanto no he participado de las asambleas organizativas. Comentandolo con otras afrofeministas y colectivos de no blancas, parece ser una situación común que tampoco ha sido contrarrestada con alguna iniciativa o invitación por parte de la organización hegemónica.
Puede ser porque las afrofeministas tenemos la lucha antirracista como prioritaria y ligada indisolublemente al feminismo, por lo tanto nuestro activismo suele manifestarse más en organizaciones antirracistas y allí nadie nos ha venido a buscar para invitarnos a las asambleas. O puede que sea porque al estar las mujeres migradas, ya quedaba la cuota racial cubierta. En cualquier caso se percibe el racismo como una problemática menor.
Por contra, en Catalunya, diversas activistas y colectivos antirracistas decoloniales participan de la manifestación nocturna del 7M organizada por t.i.c.t.a.c. (taller de intervenciones críticas transfeministas antirracistas combativas) y que evidencia en su manifesto 2018 el tratamiento de la diversidad e interseccionalidad por parte de la organización hegemónica de la huelga 8M.
Reconozco el esfuerzo realizado este año para aplicar la visión antirracista en el argumentario, pero al mismo tiempo veo como queda mucho por deconstruir aún y personalmente, seguiré deconstruyendome, aprendiendo, trabajando y luchando para visibilizar las distintas realidades afro, compartiendo mi propia experiencia y animando a otras personas no blancas a manifestar las suyas a toda aquella que esté dispuesta a escuchar.
Esa es mi aportación para abolir el binarismo clasista-racial: educación y difusión para destruir las cajas que el patriarcado nos impone.
Y tu? Que vas a aportar tu?
*no suelo utilizar la palabra racializada porque entiendo que perpetúa el concepto de “persona blanca como medida de todas las cosas” e incide en la idea de que lo normal es ser blanca y las que no lo somos , somos la excepción a la norma. No obstante, mientras encuentro un término que me satisfaga, lo utilizaré en algunas ocasiones para no abusar de la expresión “no blanca” (que es la que de momento más se ajusta a mis exigencias decoloniales).
BASHA CHANGUERRA
Aprendiz de todo en deconstrucción continua. Maternidad, afrofeminismo y conciencia social confluyen en mi vida y mi mente para dar paso a las reflexiones que comparto.
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