Por Rebeca Santiago y Sandra Abd´Allah-Alvarez Ramírez
Dado el éxito del primer miniglosario, aquí traigo otras palabras, algunos de las cuales son contribuciones de quienes leyeron el post anterior. Es por ello que he invitado a Rebeca, con quien comparto amistad en FB y tenemos varios intereses comunes, a escribir esta segunda entrega del miniglosario.
Esperamos la disfruten como la primera.
Ilegal: “Ninguna persona es ilegal”, dice el slogan. Y yo estoy convencida de eso. Además las leyes se hacen desde el poder y muchas veces a partir de los intereses económicos de un selectísimo grupo de personas. Por demás las leyes de migración son asesinas. Cada día mueren personas en ese Mar Mediterráneo, por ejemplo. Las leyes de migración responden a la política de los gobiernos, y así como el gobierno de Costa Rica acogió hace dos años a los cubanos y cubanas que,atravesando Centroamérica, intentaban llegar a Estados Unidos, Turquía retiene en campos de concentración a las personas que proveniente de Siria, Afganistán, por ejemplo, intentan a arribar a Europa.
Integración: Cuando Rebeca comentó en Facebook que esta era una de las palabras que la hacían delirar, yo salí corriendo a decirle que a mí también. Mi experiencia en Alemania es que TODO lo que tiene que ver con migrantes, personas refugiadas, etc, se pretende amparar bajo dicho término.
Además si preguntas por qué la “integración” es importante, la persona interrogada va a explicar que esta es la meta que puede tener una persona en este país, sin advertir que integración supone asimilación de hábitos, conductas, etc, dejando nulo espacio para la expresión de las identidades propias que están relacionadas con el país de origen, como si fuésemos una tabla rasa.
De hecho, en Alemania se cree que estás bien integradx, si por ejemplo: hablas “bien”, la lengua, asumes con “responsabilidad” tus citas, hablas bajo, o no pones música en tu apartamento entre las 13:00 y 15:00, entre otras. En mi opinión tendría que sustituir integración por inclusión, que supone la aceptación de cada quien cómo y que las diferencias son siempre ventajosas y están siempre del lado del crecimiento, la diversidad y el enriquecimiento cultural.
Inmigrantes: referirse indiscriminadamente como “inmigrante” a toda persona que se desplaza a un país diferente a su lugar de origen conlleva un sesgo racista y xenófobo muy arraigado en los últimos años en países de Occidente. Además, al añadir el prefijo in-(dentro, hacia dentro) estás destacando que la persona en cuestión llega a un país que no es el propio de nacimiento, obviando que a su vez esa persona ha salido de su país natal, con toda la carga política y personal que eso implica. De esta forma, sólo se nombra a la persona desde el punto de vista de quien es originario de ese país destino. Es una técnica lingüística a priori inocua pero que en este caso en particular distancia y por lo tanto deshumaniza.
Si no le ves el sesgo analicemos lo siguiente: es común leer en los medios noticias sobre los “inmigrantes” africanos, latinoamericanos o árabes; mientras que a los europeos y estadounidenses se les trata de “expatriados”, siendo la definición de este último término casi idéntica a la de inmigrante: “personas que se encuentran viviendo temporal o permanentemente en un país diferente al que han nacido”.
¿Por qué las personas racializadas cuando se marchan a otro país son inmigrantes pero las personas de raza blanca cuando hacen lo mismo son “expatriados”? He aquí una muestra más de la jerarquización de conceptos según la procedencia del individuo que se nombra.
Migrante en cambio es un término neutro y una opción válida libre de connotación peyorativa. Sólo en algunos contextos específicos se hace necesario aclarar si la persona es inmigrante o emigrante.
Marginal: recordarán lo que les comenté de la palabra “esclavx”. Pues pasa exactamente lo mismo con “marginal”. En su lugar deberíamos usar “marginalizadx”, dado que esta persona ha sido excluida del centro de poder en un sistema social patriarcal, racista, clasista, que empobrece y discrimina a determinados sectores de la población.
Etnia: en antropología designa a un grupo de personas con elementos culturales en común como lengua, creencias, celebraciones o vestimenta y que comparten un mismo territorio. Hasta aquí todo bien.
El problema viene cuando constatamos que generalmente se habla de etnia únicamente cuando se trata de personas no blancas, implicando que los blancos y las blancas no tienen etnia ni raza, de la misma forma que los hombres no tienen género (son el sujeto universal). Así, podemos leer en numerosos textos grupos nominales como “los pilotos” pero “las mujeres piloto”. De la misma forma se escribe en los medios “una persona de etnia [inserte aquí cualquier distinción étnica como gitana, judía..] ha matado presuntamente…”. En contraposición, cuando la persona es de raza blanca lo relatan así: “una persona ha matado presuntamente…”.
Por lo tanto, si bien la palabra “etnia” en su origen no es discriminatoria, es su uso reiterado y fuera de contexto para referirse a personas no blancas lo que la convierte en racista. El uso selectivo del término evidencia lo interesado de la distinción étnica con el fin de distanciar a ciertos grupos de personas de lo estándar o normativo.
En cuanto al uso cotidiano de la palabra, vemos cómo a menudo “etnia” se usa como eufemismo para sustituir a “raza”. Estos dos términos no son sinónimos. Si tienes que aclarar la raza de una persona se dice y no pasa nada. Pero no uses “etnia” para suavizar lo inapropiado de la especificación.
Periferia: concepto que en ciencias sociales se emplea en oposición al Centro para describir el sistema de jerarquías en el orden colonial y situar así las distintas zonas geográficas según niveles de producción y hegemonía.
Más tarde esta dualidad centro-periferia se extendió a la jerarquización social para ubicar a los individuos según su interacción con el centro del poder y del saber. Cuanto más afín al centro hegemónico más prestigio, poder e influencia.
En el contexto académico o activista, denominarnos “movimientos de las periferias” nos margina porque nos aleja del centro de producción, del núcleo de trabajo. Nos ubica en un segundo plano.
Es preferible emplear los términos con los que se autodefine cada grupo: feminismo negro, feminismo romaní, movimiento antirracista…”
No blancx, no heterosexual: o sea, la definición de un concepto a partir de lo que no es. Según mi profesora de Psicología Cognitiva, este es un mal hábito que tenemos y contra el cual me invitó a luchar cuando escribía mi tesis de grado.
Ahora bien, si le hacemos un análisis político definir, por ejemplo, la negritud como lo “no blanco” implica legitimar que esto último es lo central y que lo otro sería lo periférico, como bien explica Rebeca más arriba.
Definamos entonces las cosas por lo que son, con el uso de sinónimos por ejemplo, pero no en contraposición con algo y mucho menos en su defecto.
Mulatx: Te suena, repite conmigo MU LA TA. ¿Te recuerda a alguna otra palabra? Pues claro, etimológicamente dicha palabra proviene de mulo y según la RAE es aplicable a cualquier persona “mestiza”. ¿Sabes que es un mulo o mula? Aquel animal del asno y la yegua, y que por consecuencia es estéril, lo que se deriva precisamente del cruce de especies.
Personas blancas y negras pertenecemos a una sola especie Homo sapiens sapiens. ¿De verdad que te vas a seguir identificado como mulata?
Mestizo, mestiza: Mi inconformidad con el término mestizo es reciente, he de confesarlo, y sobrevino cuando percibí todo lo que se esconde cuando se apela al mestizaje como la solución de la discriminación racial y sobre todo cuando se quiere silenciar las voces de las personas racializadas.
También pensando en el mestizaje se han realizado acciones de blanqueamiento a lo largo de todo el continente. De manera individual lo anterior se plantea en el “adelantar la raza” muy común en los hogares de familias negras
Según el pensamiento racista cubano, y creo que en toda Abya Yala, somos mestizos por tanto no podemos hablar de afrocubanos, y mucho menos de racismo.
Sandra Abd´Allah-Álvarez Ramírez
Licenciada en Psicología por la Universidad de La Habana, 1996; Máster en Estudios de Género, 2008; y diplomada en Género y Comunicación por el Instituto Internacional de Periodismo José Martí. Diez años de experiencia laboral como editora y periodista del sitio web Cubaliteraria. Gestiona la bitácora Negra cubana tenía que ser (negracubanateniaqueser.com) desde junio del 2006. En la actualidad desarrolla el Directorio de Afrocubanas (directoriodeafrocubanas.com). Colaboradora de Afroféminas, Pikara Magazine, Global Voices, Hablemos de sexo y amor y Cuba Posible
Nació en La Habana y reside desde 2013 en Hannover, Alemania. Mas textos de Sandra
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