Tuesday, November 15, 2011

Carta abierta a un traidor: Felipe González | Javier Parra :: Crónicas de Patergrado

Carta abierta a un traidor: Felipe González | Javier Parra :: Crónicas de Patergrado

Señor González,

sé que es poco probable que esta carta llegue a su poder y pueda leerla, aunque he remitido una copia a su partido para que se la haga llegar.

Me dirijo a usted para manifestarle mi sorpresa. Mi sorpresa ante el hecho de que siga usted creyendo en esta campaña electoral que es capaz de movilizar a la izquierda para conseguir parar a la derecha.

Leo con atención y estupor sus miserables declaraciones de este domingo alertando de que votar a IU es ayudar a que gane la derecha. No señor González. A la derecha la han traído ustedes, y la han traído poniéndole una alfombra roja hasta la Moncloa y arrodillando a lo poco que quedaba de la democracia española ante la pestilencia de los “mercados”.

Pero voy más allá. La situación actual no es más que la recolección del fruto venenoso que políticos como usted sembraron durante esa falsa transición modelica que vendisteis a los españoles y que muchos os compraron.

Señor González, puedo decir sin miedo a equivocarme que usted ha sido el mayor traidor a la izquierda en la historia de este país. Y le voy a dar algunas razones:

-Nadie como usted durante la transición trabajó para acabar con el Partido Comunista de España. Mire, algo en lo que también coincide con Franco.

-Usted nos metió en la estructura de una organización criminal como es la OTAN, después de prometer que nunca lo haría, y de incluso incumplir el resultado del referendum de 1986 que se planteó en estos términos: “La participación de España en la Alianza Atlántica no incluirá su incorporación a la estructura militar integrada. Se mantendrá la prohibición de instalar, almacenar o introducir armas nucleares en territorio español. Se procederá a la reducción progresiva de la presencia militar de los Estados Unidos en España”. ¿Ve? Es usted un traidor y un mentiroso.

-Usted contribuyó decisivamente a anular el tejido social y la fuerza sindical que tenía este país en los años 80.

-Usted implantó el sistema educativo que supuso de facto la deseducación masiva y organizada de la sociedad española.

-Usted fue el principal responsable de que los derechos laborales fueran puestos a los pies de los caballos del gran capital.

-Usted inició el desmantelamiento del Estado con la mayor ola de privatizaciones que también ha vivido este país en su historia.

-Usted fue de la mano de grandes criminales como Ronald Reagan, responsable de organizar golpes de Estado, bombardeos indiscriminados y organizar movimientos terroristas anticomunistas en todo el mundo.

-Usted, por si alguien no lo sabe, dio un golpe incluso en su propio partido, el PSOE. ¿Recuerda cuando usted propuso en el XVIII Congreso retirar la definición de “marxista” y fue rechazada? Inmediatamente presentó la dimisión, convocó un Congreso extraordinario amañado, se salió con la suya y convirtió usted al PSOE en un pelele más al servicio del capital.

Señor Gonzalez, ¿usted para quién trabaja? ¿para quién trabajó desde los años 70? Porque desde luego para el pueblo español no, y para la izquierda tampoco.

No le voy a decir que se calle, señor González. Siga hablando como lo hace porque ya no engaña a nadie, sólo a esos incondicionales que no quieren ver que las estructuras del Estado que hoy se desmoronan fueron hechas a la imagen y semejanza de usted y de los que como usted trabajaron duramente por la aniquilación política, organizativa y cultural de la izquierda.

Usted, señor Gonzalez, es el pasado. Y aquellos a los que usted odia, los que perdieron la guerra, los que lucharon durante 40 años mientras ustedes estaban de vacaciones, los que perdieron la transición, los que van sembrando poco a poco semillas de justicia social, serán los que – como cantaba un gran luchador – consigan que haya un día en que “todos, al levantar la vista veamos una tierra que ponga libertad”.

Y para ir terminando, y sin dejar de citar a Labordeta, déjeme despedirme con otra frase suya, ésta vez más prosaica:

“Váyase usted a la mierda”.

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