En la Segunda Guerra Mundial fueron deportados a Alemania entre 5,5 y 7,5 millones de adolescentes soviéticos y polacos. Los cautivos se vieron obligados a trabajar en la fábrica de armas de Rheinmetall y en la fábrica de automóviles Volkswagen. Otros fueron esclavizados para servir como jornaleros o servicio doméstico de familias alemanas.
La mayoría de ellos tenían entre 17 y 20 años. Las niñas fueron violadas y, a su vez, dieron a luz a bebés en plena gierra. Los nazis separaron a los recién nacidos de sus madres para que pudieran seguir trabajando.
Fueron enviados a orfanatos. En esas instituciones, los niños enfermos y sanos se hacinaron juntos. No había agua corriente ni electricidad. Los bebés vivían en condiciones insalubres. Por la noche, eran abandonados a su suerte.
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