Argelia, 12 de diciembre: elección presidencial bajo máxima tensión
“No al voto”. Ese es el lema imperante en las últimas manifestaciones que se desarrollan en Argel y en otras ciudades del país. Porque en Argelia la ciudadanía movilizada no cree en la autenticidad de la prevista elección presidencial del jueves 12 de diciembre. Según el grito mayoritario de la calle, se trata más bien de un ritual político. Una representación, una apariencia. Una cooptación, en el mejor de los casos.
Le pouvoir, es decir, el régimen, el poder militar, trata de evitar las verdaderas reformas que necesitaría el país. El sistema dejó caer a Abdelaziz Boutefika; pero ha organizado una cita con las urnas. En la calle, se ve como una maniobra turbia para mantener el control de las instituciones. La autoridad electoral oficial ha admitido a cinco candidatos. ¿Quiénes son?
– Alí Benflis (75 años), quien ya fuera malogrado candidato “opositor” a Bouteflika en dos ocasiones. Exjuez, exministro de Justicia, exjefe del gabinete presidencial, exprimer ministro, exsecretario general del FLN (Frente de Liberación Nacional). Fue jefe de campaña del propio Bouteflika en su primera elección (1999). Muchos no creen real la ruptura posterior entre ambos.
– Abdelaziz Belaid (56 años). Es el candidato más joven y el único que nunca ha estado en el gobierno. Pero se le considera un viejo apparatchik del FLN y de organizaciones vinculadas al viejo partido único. Antes ligado a Alí Benflis, es también un excandidato presidencial (en 2014), dicen las malas lenguas que apoyado entonces secretamente por el círculo íntimo de Abdelaziz Bouteflika con el objetivo de “diluir” el voto de los demás candidatos.
– Azzedine Mihoubi. Cumplirá 60 años el próximo día uno de enero. Poeta y novelista. Militante del RND, durante años considerado el partido-único-bis, podríamos decir. Hay que recordar que el RND (Rassemblement national démocratique) fue fundado (y remodelado) por el varias veces primer ministro, Ahmed Ouyahia, quien ha sido condenado por corrupción a 15 años de cárcel el pasado lunes 10 de diciembre. Exdiputado cercano al actual presidente provisional del país, Abdelkader Bensalah, el candidato Mihoubi ha sido director de la radiotelevisión pública argelina. Algunos lo consideran el favorito del aparato de poder.
– Abdelmadjid Tebboune (74 años). Exprimer ministro, exprefecto (wali), asimismo excandidato presidencial. Su imagen está afectada por la detención de un hijo suyo relacionado con el alijo de más de 700 kilos de cocaína en el puerto de Orán en mayo de 2018. También por la detención por corrupción de un hombre de negocios considerado cercano al candidato Tebboune. A pesar de su rápido cese, tras caer en desgracia menos de tres meses después de ser nombrado jefe del gobierno (en 2017), mantuvo su lealtad pública al clan Bouteflika hasta el final.
– Abdelkader Bengrina, también cumplirá años (67) el uno de enero. Como los anteriores, exdiputado, exministro, excandidato presidencial, es el candidato obligado del islamismo oficialista. En Argelia, siempre tiene que haber alguna personalidad de perfil islamista para ilustrar así una cierta fachada de pluralismo. Bengrina fundó un nuevo partido en 2009, cuando el Movimiento de la Sociedad por la Paz (MSP, exHamas) decidió entonces no presentar ningún candidato. Se proclama enemigo de la mafia Bouteflika y dice estar junto al Hirak (la protesta callejera). En las redes sociales se le recuerda, sin embargo, su pasado apoyo al fallido quinto mandato de Abdelaziz Bouteflika.
“Han lanzado en paracaídas a cinco bebés de Bouteflika. Cinco muñecos a sueldo para ocupar la magistratura más alta de la nación. Es una broma de mal gusto”, ha escrito el joven cineasta Karim Moussaoui.
Las protestas persisten en la calle
En la víspera del voto, varios miles de personas se han manifestado en Argel contra una elección que consideran trucada. La policía disolvió a los manifestantes tanto por la mañana como a primera hora de la tarde.
En realidad, la protesta continúa desde hace ya unos diez meses de manera -en general- pacífica; aunque haya habido cientos de detenciones. Una parte de esos detenidos siguen encarcelados, pero la mayoría han sido liberados.
El eje de esta respuesta callejera se centra en el hombre fuerte del país, el general Ahmed Gaid Salah, Jefe del Estado Mayor de las fuerzas armadas. Es el promotor de la elección del 12 de diciembre. Contra la transición dirigida por el general, hay regularmente dos concentraciones fijas semanales: los martes, los estudiantes universitarios; los viernes, ciudadanos de todo tipo y condición. El grito mayoritario es Makash’l’vote! (no al voto). Como símbolo, los manifestantes enarbolan una tarjeta roja con el lema ‘Voto No’. Esa tarjeta roja nos retrotrae al inicio del Hirak porque fueron los hinchas de fútbol los que empezaron a gritar eslóganes políticos reivindicativos desde los graderíos de los estadios.
Tras el abandono forzado de Bouteflika, el aparato de poder argelino no ha logrado que se celebren elecciones presidenciales. El movimiento callejero ha tenido éxito y nos recuerda que ya estuvieron previstsa el 18 de abril. Un nuevo intento fallido tuvo lugar el 4 de julio.
Los manifestantes exigen un cambio auténtico. Porque pese a sus distintos perfiles, los cinco candidatos actuales son personajes surgidos del viejo aparato. Y el empeño de la cúpula militar por controlar una nueva transición –más o menos real- se encuentra en vía muerta. La quiebra de la confianza popular en el sistema parece irreversible.
Algunas condenas ejemplarizantes
Ni siquiera ha servido para calmar los ánimos que -hace dos días- los jueces condenaran a duras penas de cárcel a diversos dirigentes históricos. Se trata de personalidades que han sido hasta hace poco la imagen misma del poder: los exprimeros ministros Ahmed Ouyahia y Abdelmalek Sellal han sido condenados a 15 y doce años de cárcel, respectivamente, por corrupción y financiación ilegal de las campañas de Bouteflika
Abdeslam Bouchouareb, exministro de Industria, que figuraba en los Panama Papers, es un huido de la justicia y está bajo la amenaza de una orden internacional de detención: ha sido condenado en rebeldía a 20 años de cárcel. Al menos, una docena de antiguos ministros y empresarios vinculados al clan Bouteflika también ha recibido duras condenas. Said Bouteflika, el hermano que controlaba los movimientos y la firma del expresidente, está detenido desde el 4 de mayo. En septiembre, fue condenado a 15 años de prisión “por conspirar contra la autoridad militar”.
Esas condenas no han logrado salvar la distancia persistente entre el hombre fuerte del país y la calle, donde se exige “el desmantelamiento completo del sistema”. Durante esta semana, los detenidos durante las manifestaciones se han declarado en huelga de hambre. Desde su perspectiva, la elección presidencial prevista el jueves 12 de septiembre aparece como una maniobra destinada a perpetuar el poder de los clanes que controlan Argelia desde su independencia en 1962.
A última hora de la tarde del miércoles, y a pesar de las intervenciones de la policía, los manifestantes ocupaban la zona de la Grand Poste, el corazón de Argel. Y nuevos grupos empezaban a bajar desde los barrios de la Alcazaba (Kasbah) y desde Bab el Oued. Como una repetición de las manifestaciones populares del 11 de septiembre de 1960 que anticiparon el final del poder colonial francés dos años después.
A pocas horas de la apertura de los colegios electorales, la tensión sigue muy viva en Argel.
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