Friday, January 24, 2014

Una rosa roja para la Palestina del Norte

Traducciones de la revolución siria: Una rosa roja para la Palestina del Norte








Texto original: Al-Quds al-Arabi

Autor: Elías Khoury

Fecha: 06/01/2014 



Señora, no tengo más que las palabras que dibujo en forma de rosa roja para ofreceros en este inicio de año. Una rosa roja que vierte la sangre derramada de vuestros hijos e hijas durante estos tres largos años.

No puedo, yo que estoy suspendido de la cruz de vuestro dolor, más que inclinarme sobre el suelo que se ha coloreado del rojo de la sangre y el rojo del sueño, y posar la rosa que he arrancado del jardín de las palabras a vuestros pies.

Sham [1], no puedo más que repetir tu nombre, para protegerme de la desesperación con desesperación, y del dolor que hay tras el dolor. Te escribí una vez que mi patria me duele y hoy te escribo de nuevo, y me quejo de ti ante ti, mientras abrazo tus heridas en mi pecho y vivo contigo los dolores de nuestra nueva Nakba.

En el pasado, los palestinos solían llamar a su país la Siria del Sur, cuando el país era un sueño de democracia e independencia. Del mismo modo, los libaneses levantaban la bandera árabe en las plazas de sus ciudades viendo en el Bilad al-Sham un modelo del país que debían construir de nuevo.

¿De qué sirve volver al pasado? Cuando hablamos de nuestro sueño abortado, nos tachan de románticos y ajenos a la realidad. Pero, cuando intentamos ser realistas como esta época quiere que seamos, descubrimos cómo ha caído la realidad y cómo se ha convertido en despojos a los pies de la dictadura salvaje que provoca en y para nosotros una segunda Nakba que quizá sea más cruel y salvaje que la primera.

No quiero comparar entre las dos Nakbas, pero si fue posible alegar nuestra ingenuidad política y nuestra debilidad para justificar nuestra Nakba en Palestina, hoy no tenemos excusa posible para nuestra segunda Nakba en Siria, nuestra decadencia política y moral en Líbano y la fragmentación iraquí que no perdona.

En el pasado llamábamos a Palestina la Siria del Sur, y ese nombre era un signo de esperanza de liberación del despotismo otomano y del colonialismo occidental, y de construcción del Estado democrático. Pero, ¿cómo la llamamos hoy?

¿Nos veremos obligados a llamar a Siria la Palestina del Norte al ver cómo se destruye el país con barriles de pólvora, cómo la gente es humillada, cómo se ven obligados a desplazarse de sus casas, cómo pasan hambre y cómo son secuestrados?

¿Qué decimos a los secuestradores de Razan Zaitouneh y sus compañeros? ¿Cómo hablamos de los secuestradores del Padre Paolo, que roban la revolución, destruyen los valores y destrozan lo que el régimen de la dictadura asadiana no ha podido destruir en cuatro décadas? Muchas preguntas y signos de interrogación, pero antes de decir nada, quiero preguntar a Ahmad Jarba y a los líderes de la Coalición qué han hecho sus amigos saudíes, patrocinadores del Ejército del Islam que ha secuestrado a Razan. ¿Es que Siria y sus revolucionarios no valen nada para vosotros? ¿Habéis perdido la lengua? ¿Creéis que podéis dirigir un pueblo que al inicio de su revolución gritó “el pueblo sirio no tiene hambre” con el dinero del petróleo y el gas después de que la dictadura haya logrado matarlo de hambre? ¿Cómo os atrevéis a hablar cuando Razan Zaitouneh, Samira Jalil, Wael Hammada y Nathim Hamadi son privados de la palabra y se encuentran en un lugar desconocido?

Nuestra Nakba en Siria tiene tres nombres. La primera es la Nakba del salvaje déspota –Bashar al-Asad-  y su escuadrón de asesinos y carniceros que han decidido quemar Siria. Después, la Nakba de los ejércitos de Al-Qaeda y sus semejantes: los fundamentalistas de quienes se desprende el olor del petróleo, y que quieren borrar la existencia nacional para sustituirla por un discurso producto de la decadencia que pretende sacarnos del tiempo.

Finalmente nuestra tercera Nakba es la de la élite política opositora que ha decidido dirigir desde fuera y se ha encomendado a la estupidez de la intervención exterior. Una intervención que no tardó en llegar, pero que no lo hizo como, ingenuamente, esperaban, sino que vino a favor del dictador por medio del apoyo ilimitado iraní y ruso.

Tres nombres que se alían para crear una nueva Nakba en Siria, haciendo del Bilad al-Sham, desde su sur palestino a su norte sirio, pasando por su oeste libanés, un escenario de muerte. Y del mismo modo que los estadounidenses venden la Siria del Sur al ogro israelí, venden la Palestina del Norte al monstruo de la destrucción y la extinción. Y al igual que la élite política palestina sigue pendiente de la ilusión de las negociaciones y la debilidad de delegar en el “mediador” estadounidense, la oposición siria sigue suspendida en su impotencia y entrega sus cartas a los países del Golfo mientras espera un gesto estadounidense que les salve de la destrucción. Son estas preguntas sin respuesta en el horizonte. Pero vos, señora mía, os mantenéis en pie sobre la destrucción y renunciáis a la muerte.

Desde el campamento de Yarmouk, donde los hijos de Hebrón expulsados en 1948 son presa de la hambruna, hasta las dos Ghouttas del sufrimiento por el hambre, los bombardeos y la humillación; desde Alepo que se levanta hoy contra la humillación de Da’esh (Estado Islámico de Iraq y Siria según sus siglas en árabe), gimiendo bajo los barriles explosivos, hasta Kafranbel, desde donde salió el grito de la revolución contra la oscuridad que quieren imponer a Siria y su pueblo, resistís, señora, como nadie lo ha hecho. Asediada por la muerte y la traición, levantáis vuestros ojos humedecidos por las lágrimas ardientes, y gritáis por vuestra libertad y la nuestra.

No seréis la Palestina del norte en el sentido de nuestra nueva Nakba, sino que seréis toda Palestina cuando logréis echar a la muerte de encima de vuestros hombros y os erijáis de nuevo como nombre con que llamar a la libertad. Aceptadnos, señora, como hijos que aprendemos ante vos a deletrear la palabra ‘libertad’, aceptad esta rosa roja, y perdonadnos.

[1] Se refiere a Siria o a Damasco.

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