Thursday, December 15, 2011

Claves para entender la prima de riesgo

Claves para entender la prima de riesgo
Claves para entender la prima de riesgo
Fernando Pariente 14/12/2011
El indicador que trae de cabeza a los Gobiernos de varios países europeos, incluido el de España, valora la certeza de recuperar su dinero que pueden tener los inversores
Lo primero que hay que decir acerca de la prima de riesgo es que no se trata de ningún producto financiero. No es algo que se compra o se vende. La prima de riesgo es un indicador, una forma de medir algo tan difícil de calibrar como el riesgo.

Para medir algo con cierta exactitud lo primero que hay que tener es un patrón. Medimos con toda precisión las distancias porque disponemos de un patrón básico que se llama metro. La distancia que hay de una esquina de mi mesa a la otra es de un metro y veinte centímetros y la distancia que hay entre Coruña y Santiago es de 76.300 metros (76,3 km) por la AP-9. A eso se le llama la unidad de medida.

Pero el riesgo no es una realidad física. Es una posibilidad de que algo ocurra y ¿cómo puede medirse eso?, ¿qué unidad de medida hay que usar?, ¿de qué clase de riesgo estamos hablando?

RECURSO PARA UN APURO

Cuando alguien no tiene dinero y lo necesita lo pide prestado, es decir, lo pide a quien sí lo tiene a cambio de comprometerse a devolverlo en un tiempo determinado y pagando además una cantidad proporcionada en concepto de interés. «Tú me das ahora 100 euro y yo te los devuelvo dentro de un año y, además, te pago 5 euros más porque establecemos un 5 % de interés».

Los Gobiernos de los Estados también recurren a este sistema cuando necesitan dinero y no disponen de él. Hace unas semanas, por ejemplo, se ha sabido que el Gobierno griego no disponía de dinero para pagar los salarios de sus funcionarios después de Navidad y, para salir de ese apuro, necesita que se le preste dinero. Para ello podría recurrir a lo que se llama deuda pública, que consiste en la emisión de unos documentos que atestiguan que su comprador aporta al Estado griego una cantidad para que le sea devuelta en el plazo que se determina en dichos documentos; en el momento de la compra se descuenta el porcentaje que se determine como interés. El Gobierno vende esos títulos de valor y consigue así el dinero que necesita de forma inmediata, pero queda en deuda con los compradores, a los que tiene que devolver el dinero en la fecha.

Este suceso puede repetirse muchas veces, pero si esto ocurre la situación económica del país se va complicando progresivamente, porque cada vez va adeudando más dinero. Al conjunto de las deudas que un país tiene acumuladas por haber repetido muchas veces operaciones de emisión de deuda pública es a lo que se llama deuda soberana. El riesgo aparece cuando surgen dudas sobre la capacidad de un país para devolver toda esa deuda acumulada y empieza a crecer cuando la deuda soberana se sigue acumulando e incrementando sin parar.

LA CONFIANZA IMPRESCINDIBLE

La posibilidad que una nación tiene de financiarse cuando sea necesario mediante le emisión de deuda pública se fundamenta en el grado de certeza que los compradores puedan tener de que van a recuperar su dinero en el plazo establecido. Por eso los economistas han establecido un sistema para medir el grado de confianza de los inversores (lo que también se llama mercados) en la capacidad de los Gobiernos para cumplir sus compromisos de deuda pública. O, lo que es lo mismo, para medir el temor de los inversores a perder su dinero. Por eso el indicador se llama prima de riesgo.

Así pues, lo que la prima de riesgo trata de medir es el temor de los mercados a adquirir deuda pública de un país. No está midiendo la capacidad real de tal país para hacerle frente ni, por tanto, el riesgo real de que deje de devolverlo. Eso depende de la proporción entre la riqueza que el país produce y la cantidad que representa sobre ella su deuda soberana. Sin embargo, es un indicador que tiene su importancia porque de la percepción de los inversores depende su disposición a comprar títulos (documentos) de deuda y sobre todo depende el interés al que se puedan comprar esos títulos.

En este asunto, como en otros muchos, la ganancia está directamente relacionada con el riesgo. Si el inversor duda, hay que tentarlo ofreciéndole más interés. Cuánto más se arriesga, más se quiere ganar, de lo contrario el inversor se inhibe. Cuando el país que emite títulos de deuda goza de la confianza de los mercados, los inversores se conforman con un interés pequeño porque creen que arriesgan su inversión. Si, en cambio, sienten temor, exigen que la rentabilidad de sus intereses sea mayor. Por eso los Gobiernos se ven obligados a ir aumentando los intereses para conseguir vender sus títulos.

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