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Monday, November 04, 2024
SOBRE OS SUCESOS EN PAIPORTA, por Suso del Toro
Friday, August 30, 2024
Irreductiblemente chavista, FARRUCO SEXTO
*Irreductiblemente chavista: cuatro notas personales extraídas de la cotidianidad*
Farruco Sesto
_(Publicado en Correo del Orinoco)_
*1*
*EL RELATO*
Me encuentro en la calle con un buen amigo gallego, revolucionario, leal a Venezuela, quien después de un cariñoso saludo, me dice sonriendo: “No tienen nada”.
Le sonrío a mi vez y le digo lo mismo: “No, no tienen nada”.
Sé de qué está hablando. Se refiere a los poderes hegemónicos de esta parte del mundo, y a la intensa y abrumadora campaña en la que se montaron contra Venezuela en el caso de las recientes elecciones presidenciales, con todos los medios en complicidad y actuando al unísono, sin tener nada más que un enorme vacío como soporte de su estrategia comunicacional.
A continuación, él mismo puntualiza con claridad: no tienen nada, pero tienen el relato.
Un relato que está en todas las televisoras, en todos los periódicos digitales y de papel (incluidos muchos de los que se autodefinen progresistas) y que inunda las redes. Un relato donde la verdad no es, precisamente, lo que se impone, sino una mentira disfrazada de verdad, con un cinismo que ya ni nos sorprende.
La derecha del mundo gozando, desatada y en estado de éxtasis. Y una llamada izquierda, esa izquierda vacía que por aquí hace vida, con los ojos cerrados en una suerte de complicidad y en el mejor de los casos mordiendo el anzuelo para participar plenamente en el montaje.
Sin embargo, la gran pregunta está en el aire. No puedo dejar de formularla y, al mismo tiempo, de responderla:
- ¿Puede este relato de fantasía opacar la voluntad de un pueblo?
-Yo estoy seguro de que no. Pueblo mata relato
*2*
*LAS FOTOS*
Este es un cuento corto y sencillo. Se trata de algunas fotografías colocadas en la pared, detrás de mi puesto de trabajo.
En una estoy con Chávez. Fue tomada en el bicentenario del 19 de abril de 1810, en la Plaza de San Jacinto, inaugurando el monumento conmemorativo. El comandante se ve muy contento, mientras apoya una mano sobre mí hombro en un gesto que, en él, era frecuente Está con una boina roja y chaqueta verde. Como es de noche, los colores resaltan con la luz de los reflectores que iluminan la escena. Me encanta esa foto.
En otra estoy con Fidel. Me habla mientras sujeta mi muñeca con su mano izquierda y me pasa un brazo por la espalda. Está con su uniforme militar de comandante en jefe. Me acuerdo muy bien de la escena pero ya no recuerdo qué nos decía. La imagen forma parte de una serie que me gusta mucho donde Fidel va cambiando de postura. Al fondo se adivinan unas letras grandes que dicen “Patria es Humanidad”. Es el aeropuerto de La Habana.
Una tercera, da fe de un momento muy especial (me refería a ella en un reciente artículo sobre el abrazo). Nicolás y Diosdado se funden en un gesto muy emotivo. Fue tomada el día de la juramentación de Maduro como presidente en 2013. En un segundo plano, yo aplaudo emocionado y contento. Sé que en otra imagen de la misma escena aparece también Aristóbulo, pero no está en la copia que yo tengo.
En una cuarta, tomada en una reunión Presidencial en Manaos, el presidente Lula me estrecha la mano. Pero esta foto a la que me refiero, ya no está. Cuando esto escribo, acabo de removerla de la pared. No es por nada. Sé que Lula no es el enemigo. Sé que Brasil y Venezuela están llamados a trabajar juntos. Sé que tendrán que entenderse en los BRICS. Pero el caso es que, en lo personal, ya no me apetece tener como referencia una foto con Lula.
Por eso, aprovechando el marco, la voy a sustituir por otra que tengo con Raúl.
*3*
*CHAVISTA*
Conversando con un viejo compañero de bachillerato, sentados en la terraza de algún café, el hombre pregunta sobre cómo me definiría a mí mismo, políticamente hablando.
Le digo que soy irreductiblemente chavista. Que eso es lo que soy. Y que averigüe lo que ello significa en el mundo de hoy, en la América Latina de hoy y, particularmente, en la Venezuela de hoy.
Ser Chavista, así lo pienso y creo, me sitúa humanamente en el seno del pueblo, comprometido con sus idas y venidas en el camino de emancipación, con sus problemas estructurales o circunstanciales, con sus angustias y sus esperanzas transmutadas en confianza. Y me sitúa en el compromiso absoluto con sus decisiones políticas concretas en este momento preciso, como es la elección de Nicolás Maduro Moros para presidir la República durante los seis próximos años. Todo ello para continuar el impulso de construir una sociedad de iguales, sin explotación, sin exclusión, sin discriminación de ningún tipo. Para alcanzar la mayor suma de felicidad colectiva posible. Eso es ser chavista en lo concreto.
También, por otra parte, ser chavista me sitúa de una manera especial en el universo de la geopolítica, tan interesante en los últimos años. Bien ubicado, no con el esquema unipolar de la decadente hegemonía occidental, sino con el mundo pluripolar que está naciendo de modo irreversible. Es decir, con la mayoría de la humanidad que busca la paz, la solidaridad y el respeto entre los pueblos y naciones.
No sé si mi antiguo compañero de aula ha quedado convencido. Seguramente él quería averiguar cómo llegué a formar parte de tal “régimen autoritario”
*4*
*EL TEST*
Venden en las farmacias un test para detectar el COVID que, la verdad, resulta bastante práctico. Pues, sin análisis más completos o exhaustivos, puedes detectar en forma rápida si la enfermedad está presente.
A mí se me ocurre, haciendo una analogía, que la forma en que los medios de comunicación tratan a Venezuela puede servir de test para identificar rápidamente su verdadera naturaleza. Me refiero específicamente a los medios considerados progresistas, cuando no de izquierda (ah, la izquierda, esta izquierda) que pudieran estar engañando a más de uno.
Viendo el tratamiento de la noticia al día siguiente de la sentencia del TSJ de Venezuela, me reafirmo en un viejo convencimiento. El de que no hay tal cosa como progresismo organizado en política. Que el progresismo es una cara del viejo sistema político capitalista. Así cómo el fascismo también lo es. Todo un amplio abanico en la carta del menú al alcance de todos los gustos y bolsillos.
Y que, por consiguiente, hay que observar con cierto escepticismo a los medios que se auto consideran progresistas e independientes.
Lo dicho: Su tratamiento noticioso de Venezuela en particular y, en general, el enfoque que suelen tener sobre los asuntos de América Latina nos sirve como test para sospechar quien mueve los hilos en su sala de redacción. No en nombre de la verdad, precisamente. Ni del periodismo honesto, por más que lo pregonen.
*_farrucosesto@gmail.com_*
Saturday, June 22, 2024
Oración – Jorge Debravo
Oración – Jorge Debravo
¿Dónde pondré las carnes de esta angustia,
sus torcidas navajas,
mis dos brazos heridos,
mi corazón regándose sobre todos los mapas?
¿Dónde me acostaré que no me duela
el plomo de la última metralla?
¡Ah, no os matéis, hermanos, por la dicha,
ni por la libertad, ni por vosotros!
¡Os prohíbo mataros, con el derecho mío,
con la ley de mis ojos!
¿No veis que ni las manos, ni las casas,
ni la paz, ni los dioses,
podrán justificar una herida rajada
en la espalda de un hombre?
¿En qué cueva podréis arrebujar
los huesos de los muertos,
que no salgan de noche a endurecer
vuestros más largos huesos?
Os condenaré si echáis la muerte
a los mullidos pechos de la tierra.
¡Os condeno, malditos, con la condena mía,
con mi humana, humanísima condena!
¿En qué hueco echaréis las pupilas sangrantes
de las mujeres muertas
y las piernas molidas, malolientes,
cenicientas?
¿Cómo podréis vivir mirando a vuestro lado
las manos de los niños, torcidas bajo el cielo,
como gajos de carne
despegada a lo vivo de los cuerpos?
¡No habléis de Dios! ¡Hablad de tumbas,
de piedras y gusanos!
Agarrad un cuchillo de vergüenza
y despegaos el corazón humano.
¿Cómo podréis después sostener el amor,
cuando hayáis masticado vuestros huesos más hondos,
el horror os chorree por las mejillas
como un lento cortejo de leprosos
y un ojo más se os clave en la cara,
el negro ojo del odio?
Ah, no os matéis, por Dios, así, con esa roja
cuchilla de mil filos.
Despedazad la guerra con los dientes,
con un agudo corazón de niño.
No os matéis, por Dios. ¡Arrodillado
y todo acuchillado os lo suplico!
Monday, June 17, 2024
GAZA, PALESTINA, DENDE O RIO AO MAR
Por enriba de tódalas fronteiras,
por enriba de muros e valados,
se os nosos soños son igoales,
coma un irmáu che falo.
(Celso Emilio Ferreiro)
Por iso pido a paz
pido a paz e un estado popular
para o pobo pobre
débil coma min en Palestina.
(Luísa Villalta)
Porque non son soldado nen suicida,
confeso que son débil
e que na miña debilidade
vin os ollos da morte,
e tiñan o teu nome, Xerusalén,
un nome amurallado pola destrución.
Confeso que son débil
e que vivo ofuscada polo vicio da razón
que me fai ensoñar un mundo poderoso de xustiza
empezando pola miña propria rúa
e que teño o delirio imperialista
de querer chegar a dominar os que dominan
e denunciar como se esconden por detrás do muro
onde non lamentan nada
porque a dor non lles pertence.
O meu pracer é insultar os seus disparos virtuosos
e maldicer a súa epopea triunfal
consistente en non deixar medrar os nenos
que condenaron a vagar xa para sempre
entre os entullos mesturados cos cadáveres.
Ante a miña blasfemia, como en eco,
ouvín queixarse os deuses,
afeitos a eses templos suntuosos,
torcidos de dor nas cabezas como a miña
embotadas polo afán de liberdade
pedindo non ser tan cruelmente ameazados pola paz
que se avista cabalgando na razón e na esperanza
cada día en que se clama pola paz,
cada vez que o día estoupa.
Hai ainda tantos nenos esperando turno para non nacer
que se agolpan entre as pedras
mentres a voz dun deus escravo
envia lexións de anxos coas botas da milicia enfurecida
repartindo os naipes do seu proprio temor.
E eu confeso que son débil,
que son moito máis débil que o odio
máis débil que a pobreza ante a riqueza inegociábel
máis estraña que o hábito vencido da represión
Por iso pido a paz
pido a paz e un estado popular
para o pobo pobre
débil coma min en Palestina.
Luns de loita, todos os días
Outro luns? Non, é un día máis,
todos os días, nunha loita sen fin
contra o xenocidio que berra ao ceo sen resposta.
O exterminio dun pobo
mostrado ao mundo
é un crime compartido
dun Estado armado,
unha verdadeira máquina de terror
que Occidente nutre e mantén.
Baixo a mirada aterrada
dunha multitude horrorizada,
a masacre é estampada
e consagrada a cada hora
en nome da democracia.
O asasino inviste na Bolsa,
a súa mellor materia prima
é a miseria, a dor e a morte.
Enfermaremos de noxo,
de impotencia e de rabia
se non detemos esta hecatombe
a un ídolo sanguento
escondido detrás dunha pantalla.
Monday, May 27, 2024
Protesto massivo contra a macro-celulosa da Altri e do Partido Popular
UN PUNTO DE INFLEXIÓN NAS LOITAS CONTRA A NATUREZA COLONIAL DAS RELACIÓNS DO CAPITAL, E DA POLITICA QUE O SUSTENTA, CA NOSA GALIZA.
Protesto massivo contra a macro-celulosa da Altri e do Partido Popular
by RedaçãoA caravana de carros que bloqueou a estrada nacional 547 anunciava uma “manifestação histórica” desde a a primeira hora da manhã. Milheiros de pessoas excederam as previsões da organização da manifestação em Palas de Rei, concelho de três mil e quinhentos habitantes, reunindo mais de vinte mil pessoas, deslocadas de toda a Galiza. Contra o modelo de “ espoliação ‘ da Altri, os manifestantes optaram pola ’ abundância da diversidade ‘, numa comarca já ’ na vanguarda ” da agro-ecologia, da pecuária e da floresta. “Em vez de três turnos de algumas centenas de pessoas que podem ficar doentes por respirarem os fumos de uma fábrica de pasta de papel, somos milhares de trabalhadores responsáveis pola natureza de que cuidamos e que cuida de nós.
Friday, November 17, 2023
Carta de AGAMME al Presidente del Gobierno y al Parlamento Europeo instando a adoptar medidas para detener el genocidio del pueblo de Palestina
Wednesday, October 25, 2023
El grito de Palestina: venid y contad, por Luz Modroño* |
La voz, la palabra, el grito de un pueblo pidiendo ayuda y socorro resonaba en las calles y las casas del pueblo palestino mucho antes de que el pasado 10 de octubre Hamás realizara un ataque que terminaba con la vida de cientos de personas. Muchas preguntas quedarán en el aire en forma de sospechosas dudas acerca de si hubiera podido evitarse y por qué el servicio de inteligencia israelita, el más poderoso del mundo, no lo detectó a tiempo. Hoy quizás ya no importe siquiera responder.
Las consecuencias para Netanyahu han sido como si le tocara el premio gordo de una lotería. Por un lado, le ha dado la excusa perfecta para borrar del mapa y de una vez por todas al pueblo palestino. Por otra, los turbios asuntos que le rodeaban han quedado desfigurados y envueltos en una nebulosa. Y, por último, ha conseguido que el mundo se estremezca y muestre sus condolencias ante un atentado terrorista que se ha cobrado casi mil vidas israelitas aunque asiste con estupor al exterminio entero de un pueblo.
Frente al ataque de Hamás, la respuesta de Netanyahu es la confirmación de un genocidio que ha ido perpetrándose desde 1948, cuando sobre territorio palestino se fundaba el poderoso Estado de Israel. La venganza, el ojo por ojo absolutamente desproporcionado, ha sido la respuesta que ha caído y sigue cayendo sobre una población indefensa, asediada y martirizada.
Hace varias décadas que la Comunidad Internacional dejó de ser una voz con fuerza para denunciar y ejercer presión que parara las aberraciones e injusticias que las instituciones políticas o gobiernos cometían. Tras la denuncia venía la movilización y como una hermosa corriente de solidaridad, como una sola voz hermanando al ser humano, se conseguía levantar una barrera que paraba o, al menos dificultaba, el camino de la barbarie. Una se pregunta a esta altura de la película qué fue de aquella Comunidad Internacional que, liderada por la ONU, erigía su voz contra la injusticia. Y se pregunta hasta qué punto ese silencio no tiene también alguna responsabilidad en lo que está ocurriendo.
Desde la creación del Estado sionista de Israel, un pueblo agoniza sin apenas defensa. Casi setenta y cinco años en los que el sufrimiento, la limpieza étnica, la expulsión de sus casas, tiradas abajo sin posibilidad de reconstrucción para presionar el abandono y la consiguiente usurpación, el encarcelamiento de niños menores de edad sometidos a duras penas de prisión por haber tirado una piedra contra un israelita, el robo de sus tierras, el asesinato impune son el día a día en el que vive una población obligada al exilio, el hambre o la muerte. Sistemáticamente, la respuesta del poderoso Estado de Israel contra cualquier ataque infringido por los palestinos es respondida con una violencia desmedida.
Hace unos años estuve en Palestina, un país que no existe para los israelitas y al que no puedes afirmar que vas so pena de una inmediata devolución al tuyo. De primera mano pude comprobar el acoso, la persecución, la marginación, la ausencia de derechos humanos, incluidos los sanitarios, bajo los que viven miles de palestinas diariamente. La resistencia que, con escasos medios, y por ética y dignidad, presenta un pueblo perseguido.
Más allá de las razones históricas que pueden subsistir en el conflicto se imponen las humanitarias. Israel lleva casi 75 años sometiendo a la población palestina a una estrategia de exterminio y ocupación de su territorio. El inmenso desequilibrio de fuerzas existentes entre el Estado de Israel y el pueblo palestino obliga a pararnos un momento a reflexionar. El Estado israelí, desde su creación, ha violado con impunidad todas y cada una de las resoluciones dictadas por la ONU. Desde la política de apartheid a la construcción de un muro que vuelta tras vuelta aisla a grupos de población a los que deja incomunicadas durante días, a las cámaras de vigilancia, asentamientos ilegales, bloqueo a Gaza y consiguiente prohibición de llevar ayuda humanitaria, la política anexionista, la ocupación ilegal de las tierras palestinas y la consiguiente colonización… Ante esta realidad una se pregunta quiénes son los terroristas. En aquel viaje, al preguntar qué y cómo podíamos ayudar la respuesta era siempre la misma: “venid a ver lo que pasa y contadlo. Nos están matando”.
No avalar y condenar el atentado de Hamás no impide el reconocimiento del enorme desequilibrio existente. Mientras se consolidaba una política genocida y de exterminio sistemático iniciada tras la creación del Estado de Israel, en Palestina surgían grupos de resistencia que fueron una respuesta violenta frente a la violencia, que abogarían por la lucha armada y los ataques indiscriminados. Mientras, el diálogo se perdía en un horizonte cada vez más lejano.
Sin duda, la solución no pasa nunca por el enfrentamiento armado, pero convendría no olvidar que existe otro terrorismo, incomparablemente más cruel si cabe porque parte de una posición de dominio y poder: el terrorismo de Estado. Un terrorismo nunca reconocido como tal y, por consiguiente, avalado por las grandes potencias occidentales, empezando por EEUU y terminando por las naciones demócratas europeas. Un Estado que tuvo en sus manos poner fin a la violencia y la guerra si hubiera abogado por la Paz, el entendimiento y la convivencia, pero, lejos de ello, su objetivo de expropiación y expulsión del pueblo palestino con el que estaba obligado a entenderse se ha mantenido fijo a lo largo de tres cuartos de siglo.
Basta comparar el mapa de Palestina e Israel en 1948 con el actual para comprobar la tenacidad con que el Estado de Israel ha conseguido a fuerza de violencia y amenazas sus objetivos.
Hoy, mientras Netanyahu contempla impertérrito el bombardeo que, cual lluvia, cae sobre Gaza y osa, amparado en el discurso de impunidad emanado desde occidente, amenazar abiertamente a familias, niños, mujeres, hombres, la Comunidad Internacional, que estaba mirando hacia otro lado mientras Israel actuaba abiertamente contra el Derecho Internacional, asiste atónita a una guerra que puede ser la definitiva para el pueblo palestino y que, no obstante, también costará la vida de miles de israelitas. Porque conviene destacar que el pueblo israelita es también víctima de la política homicida de unos gobernantes movidos por la soberbia y la venganza.
El atentado de Hamás se convierte en la excusa perfecta para un ejército que parece estar dispuesto a acabar de una vez por todas con esos dos millones de personas que aún perviven en la franja de Gaza. Un bloqueo brutal contra una población inocente. Un genocidio largamente anunciado y una guerra que, como todas, deparará un ingente sufrimiento a ambos pueblos.
Mientras, el poder de la televisión estremece hoy a esa Comunidad Internacional que dejó de mirar y escuchar el grito de socorro de un pueblo que agonizaba y hoy siente si inminente masacre.
*Luz Modroño es doctora en psicóloga y profesora de Historia en Secundaria.